Araceli Martínez, Premio Francisca de Pedraza 2019

Araceli Martínez Esteban, exviceconsejera y exdirectora del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha, es la IV Premio Francisca de Pedraza, un galardón que se entrega en la UAH para reconocer la labor que desarrollan particulares e instituciones en favor de la mujer y contra la violencia machista.

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 Araceli Martínez.

En esta entrevista, Araceli Martínez, trabajadora social con máster en Intervención Social en las Sociedades Avanzadas, postgrado en Políticas de Igualdad y Cooperación Internacional y doctora de la Universidad de Alcalá, habla de la concesión de este premio, que otorga la Asociación de Mujeres Progresistas de Alcalá, valora este reconocimiento y habla sobre la violencia de género.

-Imaginamos que muy contenta con este reconocimiento…
-Pues sí, la verdad es que estoy muy contenta y sobre todo, muy agradecida. Fue una sorpresa recibir este premio, pues unas amigas presentaron mi candidatura sin que lo supiera, así que imagínese qué emoción sentí cuando me comunicaron que la galardonada de este año era yo, que he asistido a todas las ediciones desde la primera, cuando lo recibió Rodríguez Zapatero.

Sin duda es un reconocimiento coral y compartido con todas las personas, sobre todo mujeres, que en la pasada legislatura contribuyeron a relanzar las políticas de igualdad en Castilla-La Mancha y a elaborar una ley que sirviera de garantía legal a todos los avances que mediante el diálogo y el consenso fuimos consiguiendo.

De manera especial quisiera recordar al presidente de mi región, Emiliano García-Page, que quiso que como directora del Instituto de la Mujer participara por primera vez y como un miembro más en el Consejo de Gobierno, promoviendo así la estrategia de transversalidad en todos los órganos gubernamentales; a las asociaciones de mujeres y entidades feministas con las que trabamos debates intensos y mucha sororidad, y, sobre todo, al gran equipo del Instituto de la Mujer y de la red de recursos (centros de la mujer, casas de acogida, servicio de atención psicológica a menores, servicio especializado a las víctimas de violencia sexual, etc.), representado a través de mis cinco directoras provinciales, jefas de servicio y gabinete del Instituto de la Mujer.

-Usted ha recibido el Premio como promotora de la Ley 4/2018, de 8 de octubre para una Sociedad Libre de Violencia de Género en Castilla-La Mancha, ¿qué incorpora esta ley que la hace pionera en España?
-La elaboración de ley conllevó tres años de trabajo y alianzas de sororidad para sacar adelante una norma valiente con medidas identificables y presupuesto para la ejecución de las mismas, que reconoce diversas manifestaciones de la violencia machista e incorpora la orientación marcada por el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

Además, la ley se articuló junto a otros ejes fundamentales, como el II Plan Estratégico para la Igualdad entre Mujeres y Hombres de Castilla-La Mancha y la Estrategia para la Prevención, Sensibilización y Concienciación sobre la Violencia de Género y la Promoción de la Igualdad. Entendimos que la Administración tiene una responsabilidad institucional ante la violencia machista, por lo que en casos de asesinato se seguirá ejerciendo la acción popular y cuando la víctima tuviera criaturas, a estas se les considerará en situación de orfandad absoluta a los efectos de la ley autonómica, aunque el padre asesino siguiera vivo. Además, se contemplan más recursos y ayudas para las mujeres víctimas, así como para sus hijas e hijos, que también son víctimas directas. De este modo, Castilla-La Mancha es la única comunidad autónoma que garantiza por ley ayudas económicas hasta el cumplimiento de la mayoría de edad para menores cuyas madres hubieran sido asesinadas por la violencia de género, y también se establecen ayudas para personas en situación de dependencia.

En mi opinión, una de las medidas más importantes y novedosas es la de la implantación de una asignatura obligatoria en todos los centros educativos de la región, con el objetivo de promover la igualdad entre las chicas y los chicos, la prevención de la violencia de género y, muy importante, una educación afectivo-sexual basada en la salud y la responsabilidad.

Con la ley, se reconocen otras manifestaciones de la violencia sobre las mujeres además de la que se produce en el ámbito de la pareja y expareja, otorgándoles más visibilidad y atención especializada, como es el caso violencia sexual y del comercio sexual.

-¿Qué mensaje lanzaría a la sociedad frente aquellos que claman que la violencia de género es un ‘invento político’?
-Me entristece que haya personas, sobre todo si tienen proyección pública, que renieguen del feminismo, porque no es más (ni menos) que la reivindicación de la igualdad plena y efectiva entre mujeres y hombres. Sintetizando las palabras de mi admirada Clara Campoamor, ni un deber más ni un derecho menos. Es preocupante y, en muchos casos, indignante.

Dadas las evidencias científicas de las que disponemos para visibilizar y explicar la violencia de género, negar la existencia de este gravísimo problema social es mucho más que un acto de irresponsabilidad, porque en mi opinión socava los cimientos de la democracia, que no puede ser plena si la mitad de la población se enfrenta a desigualdades de carácter estructural cuya expresión más dramática es la violencia machista.

Por ello, es importante insistir en la relevancia que tiene la concienciación social en torno a las desigualdades basadas en el sexo de las personas. Solo así podremos aumentar nuestra capacidad para poderlas identificar, darles visibilidad y, finalmente, disolverlas. En este sentido, pienso que avanzar en la coeducación es imprescindible, pues no hay nada más alejado del adoctrinamiento y más cercano a la libertad que educar en igualdad.

-En nuestra sociedad, Araceli, hay muchas Pedraza, pero todavía hay muchas otras que siguen en silencio, o silenciadas, ¿cómo les animaría a romper con ese silencio?
-Afortunadamente, la violencia sobre las mujeres y sus hijos ya no es un problema ceñido al ámbito de lo privado, de lo familiar, pero es cierto que en numerosas ocasiones permanece silenciada, invisibilizada, incluso reforzada y normalizada. Como trabajadora social he conocido a mujeres que tenían tan normalizado su papel subordinado respecto a sus parejas que no eran conscientes de la violencia psicológica, física, sexual, incluso económica que padecían. También es frecuente que muchas mujeres agredidas sexualmente sientan que han sido ellas quienes han provocado la situación. Y qué decir de las mujeres prostituidas, excluidas y señaladas por la sociedad, pero no así los clientes, que con su ‘consumo’ se hacen cómplices de las mafias que trafican con las vidas de millones de mujeres. Las víctimas de la violencia de género cuentan con servicios y recursos cualificados para poder salir de la difícil rueda de la violencia de género, pero deben sentir el amparo de toda la sociedad, porque la violencia de género es un auténtico terrorismo machista y la OMS indica que la violencia que se ejerce específicamente sobre las mujeres y las niñas es una verdadera pandemia mundial.

 

 

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