Richard Roberts, Nobel de Medicina: “Si amordazamos a la ciencia, perderemos prometedores avances en biotecnología”

El bioquímico inglés denunció el pasado viernes en el Paraninfo de la UAH la “hipocresía” del veto europeo a los organismos modificados genéticamente, contra los que no existe ninguna evidencia científica. Su intervención fue una sesión plenaria del XXXVIII Congreso de Asepelt

Dice Sir Richard Roberts que en el veto de los países europeos a los organismos modificados genéticamente (OMG) hay mucha hipocresía y poco fundamento. Que no se ha registrado ninguna evidencia científica desde que empezaron a desarrollarse en los 70 (y en especial los 80) de que sean peligrosos para el ser humano o para el planeta. Que no ha muerto nadie a causa del arroz dorado (rico en beta-caroteno y, por tanto, vitamina A) o el maíz transgénico y que, sin embargo, puede que hayan muerto millones de personas en los países subdesarrollados por no fomentar alternativas más nutritivas, más productivas o más capaces de prosperar en entornos hostiles.

Todo ello lo dice el premio Nobel de Fisiología o Medicina de 1993 (lo compartió con Philipp A. Sharp) ante académicos, políticos, activistas… siempre que tiene oportunidad. Y el pasado viernes se le presentó una de esas oportunidades en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá durante una sesión plenaria del Congreso Anual de Asepelt, la Asociación Internacional de Economía Aplicada, cuya XXVIII edición ha girado este año en torno al tema Zero Hunger: Health, Production, Economics and Sustainability.

“El problema es que Green Peace se dio cuenta en algún momento de que hacer campaña en torno a los peligros de los OMG funcionaba muy bien a la hora de captar fondos, y a todo el mundo le gusta el dinero”, desarrollaba Roberts unos minutos después de acabar su intervención.

EL RIESGO DEL CONTROL PRIVADO

Durante la misma, el bioquímico inglés aclaró que no trabaja personalmente con este tipo de productos, aunque ejerce como Chief Scientific Officer en la compañía New England Biolabs. En ese sentido, defiende que abrir la legislación al desarrollo de versiones enriquecidas de los alimentos más básicos no tendría por qué convertirlos en un producto de lujo bajo control de las empresas privadas que los patentaran.

“Las empresas privadas ganan dinero vendiendo semillas modificadas genéticamente, y es perfectamente razonable, porque se dedican a mejorar las cosechas, pero no tienen ningún interés en África, porque allí no pueden ganar dinero”, argumenta Roberts. “En cambio, los científicos locales tienen la capacidad de desarrollar esos alimentos, porque desde el punto de vista científico ya no es algo complejo, y es ahí donde debemos enfocarnos”, añade. 

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Tampoco cree el Nobel que los OMG pudieran suponer un grave riesgo para la biodiversidad y alude a dos motivos para ello. El primero, que “la mejora en el rendimiento de los cultivos liberaría terreno para las especies silvestres”. El segundo, que “la pérdida de biodiversidad se está produciendo ya como consecuencia de los cruces genéticos realizados por métodos tradicionales”. Un problema para el que se están desarrollando soluciones como el Banco Mundial de Semillas que se creó en 2008 en Svalbard (Noruega) para salvaguardar la biodiversidad en caso de una catástrofe local o mundial.

ACTITUDES ANTI CIENTÍFICAS

Británico, pero afincado en EEUU desde hace años, Roberts no duda en enmarcar la oposición a los OMG en la corriente anticientífica y negacionista que se está haciendo fuerte en gobiernos clave del orden internacional como el norteamericano. Una tendencia que va a tender a agravarse en los próximos años.

“Si esos gobiernos sienten que van a incrementar su poder como consecuencia de esas políticas anticientíficas, continuarán apostando por ellas”, advierte. Pero añade inmediatamente: “Lo que van a descubrir muy pronto es que estar en contra de la ciencia va a tener consecuencias económicas muy negativas para sus países porque, para empezar, un diez o un 20% de los científicos estadounidenses van a acabar abandonando el país y se van a beneficiar económicamente de ellos otros países. "Es estúpido”, sentencia.

De cara al futuro, Roberts contempla con optimismo los avances que pudieran desarrollarse en el campo de los OMG. Por ejemplo, crear variantes de los cultivos más masivos que, además de ayudarnos a combatir el hambre en el mundo, pudieran contribuir a la reducción de nuestra huella de carbono.

También cree que la técnica CRISPR (el llamado corta y pega de genes) está aún en una fase embrionaria y que los próximos avances en ese terreno nos permitirán desarrollar organismos o aplicaciones que hoy ni siquiera sospechamos. “Estamos trabajando en muchos posibles y prometedores avances en biología y biotecnología, pero los perderemos todos si amordazamos a la ciencia”, advierte.

Publicado en: Entrevista