María Galán, la AlumniUAH que 'cría' a una treintena de niños en Uganda
Graduada en Economía y Negocios Internacionales, dirige la ONG Babies Uganda, a la que irá destinada la recaudación del concierto de fin de curso y las aportaciones de los asistentes a la fiesta Alumni de la Universidad de Alcalá
Vive en casa de sus padres, tiene un móvil de 1.000 euros, los fines de semana sale de fiesta con su pareja o sus amigos y busca con ilusión el trabajo de su vida... Así podría empezar la descripción de cualquier persona de 26 años que vive en Occidente; y así podría ser también la vida de María Galán en Boadilla del Monte, su ciudad. Y sin embargo, su vida transcurren en un pueblo cerca de Entebbe (Uganda), a orillas del Lago Victoria; y su quehacer diario es completamente distinto y mucho más ajetreado que el de cualquier joven de su edad.
Desde hace cuatro años, María se dedica al cuidado de 32 niños en Kikaya House, una casa para huérfanos o abandonados a los que trata como si fueran sus hijos y a los que entrega cada minuto de sus días. “Aquí no se puede salir por la noche. Estamos en un pueblo en el que, para llegar hasta la ciudad, hay que cruzar el lago. Si sales a cenar, no hay barcas para volver”, cuenta María, que se siente completamente realizada y feliz con la opción que ha elegido, a pesar de renunciar a su vida social y a las comodidades que tenía en España.
Los niños a los que cuida como una madre son como cualquier otro de su edad, pero al no tener acceso a la tecnología, su imaginación no tiene límites. “Les encanta investigar, son súper manitas y de repente te construyen una casita con cuatro cosas que han encontrado en el jardín. Pero también discuten y se pelean como todos los niños”, explica su cuidadora, cuya misión principal es que ellos estén bien y que tengan cubiertas sus necesidades tanto materiales como emocionales.
Un plan de vida que no estaba para nada incluido en los propósitos de futuro de María mientras estudiaba el grado de Economía y Negocios Internacionales de la Universidad de Alcalá en inglés. Pero entonces conoció Uganda de la mano de su madre, Montserrat Martínez, y de su tía Maribel García, cofundadoras de Babies Uganda, y su destino cambió por completo. Ambas descubrieron el país gracias a un viaje organizado y, tras ver las necesidades de su población y trabajar con proyectos de voluntariado, hace más de diez años decidieron crear su propia ONG. El primer paso fue Babies Home, un orfanato que rescataron cuando estaba a punto de cerrar por falta de medios. Después, la iniciativa no ha parado de crecer.
Aquella primera casa es solo uno de los proyectos que forma parte de la organización sin ánimo de lucro que intenta generar oportunidades, tanto de presente como de futuro, para la población de la zona, sobre todo en la infancia. A día de hoy, Babies Uganda integra Kikaya School, un colegio de infantil y primaria con más de 650 niños; también un centro escolar especial para pequeños con problemas visuales que ya cuenta con 63 estudiantes; otro colegio de secundaria con 150 alumnos y una clínica de atención primaria gratuita con sala de maternidad, fisioterapia, oftalmología, odontología y un laboratorio. A ello se une un centro social en el que los niños y niñas aprenden pintura, canto, baile o a tocar instrumentos. “El siguiente proyecto es un colegio para chicos con algún tipo de discapacidad intelectual que esperamos que abra sus puertas en 2025”, asegura María.
LA UAH COLABORA CON BABIES UGANDA CON DOS ACTOS SOLIDARIOS
Porque, con un PIB per cápita de poco más de 800 euros, Uganda es uno de los más pobres de África. Más del 20% de población vive bajo el umbral de la pobreza, según el Banco Mundial, así que siempre hay necesidades básicas que cubrir y siempre se necesitan recursos para levantar nuevos proyectos solidarios con los que atenderlas.
Por eso, la Universidad de Alcalá ha decidido destinar a Babies Uganda el dinero de la recaudación de dos acciones solidarias que va a promover la próxima semana. Por un lado, el concierto de fin de curso de la orquesta de la UAH, que se celebrará en el Patio de Santo Tomás el día 20 de junio y cuyas entradas se pueden comprar, por un precio de 5 euros, en la Tienda del Rectorado. Además, también contará con una fila 0 para poder hacer donaciones durante el evento.
Y por otro lado, la fiesta AlumniUAH, que también tiene un componente solidario e invita a sus asistentes a que colaboren con la causa a través del Hub UAH Comprometida. Algo que pueden hacer en unos segundos desde su propio teléfono móvil: basta con enviar un bizum solidario al número 06247.
“Empecé a venir sola a Uganda cuando tenía vacaciones en la universidad. La primera vez 20 días, la siguiente todo el verano y, como ya no aguantaba todo un año, volví en enero”, cuenta María. Hasta que en el año 2020 acabó trasladándose definitivamente al país africano, donde le pilló la pandemia. “Decidí que este era mi sitio”, apunta, una aventura que también comparte con su pareja, que pasa con ella en Uganda la mitad del año.
TU LUGAR ESTÁ DONDE TE SIENTES FELIZ
Y fue así como María eligió su camino y renunció a su vida de Boadilla para poner en práctica desde una ONG todo lo aprendido en las aulas. “Recuerdo con cariño mi paso por la UAH, donde había muy buen ambiente y aprendí mucho. Realmente una ONG es como una empresa, pero en la que hay que gestionar el personal, abrir proyectos y mantenerlos”, asevera María, que se muestra muy contenta, agradecida y sorprendida por el hecho de que su Universidad le ofrezca este donativo. “En la UAH fueron muy flexibles conmigo con el tema de las prácticas y ahora, gracias a este granito de arena, construiremos una gran montaña”, comenta.
Colaborar con los proyectos de Babies Uganda es sencillo. Las necesidades son ilimitadas, pero el apadrinamiento les permite seguir abriendo nuevos proyectos. Hoy en día no colaboran voluntarios porque el trabajo se cubre con personal local, lo que permite generar empleo y que sus iniciativas tengan un alcance de más de 10.000 personas en un país en el que existen casi 3 millones de huérfanos y en el que sus habitantes no tienen oportunidades de futuro.
A quienes estén interesados en participar en este o en otros proyectos solidarios María les recomienda que observen mucho antes de actuar. “Aquí las cosas funcionan de una manera totalmente diferente a España, y conocer la realidad de estos países hace que todos podamos ser conscientes de la suerte que tenemos de vivir en Occidente”, explica.
Por eso, María sigue y seguirá con una labor que siempre ha visto hacer a su madre: la de cuidar de los demás. Su lugar y su corazón están en Uganda, con sus niños. “Yo no me veía en ningún otro sitio. No era capaz de responderme a ninguna pregunta y aquí respondo a todas”, finaliza. De ahí que la respuesta a la típica pregunta de “¿volverás a Madrid?”, sea muy rotunda: “Solo para ver a mi familia y a mis amigos”.
Publicado en: Reportaje