El experto en microplásticos de la Universidad de Alcalá analiza el riesgo del vertido de pellets
El catedrático de Ingeniería Química de la UAH, Roberto Rosal, experto en el estudio de los microplásticos y miembro del Grupo de investigación en Ingeniería Química y Ambiental, analiza el riesgo que puede suponer el vertido de pellets plásticos en el Océano Atlántico, que están llegando en las últimas semanas a las playas del norte de España
A principios del mes de diciembre el oleaje atlántico provocó que 6 contenedores de un barco cayeran al mar. Estos contenedores transportaban millones de microbolas de plástico, pellets, que han llegado hasta las costa españolas, concretamente a las de Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco.
Como explica el profesor de la UAH, Roberto Rosal, experto en microplásticos, el vertido correspondería a unos pellets de producción de una poliolefina, un material muy inerte que no debería suponer un riesgo tóxico, incluso considerando que puede contener ciertas cantidades de aditivos. ‘Yo no esperaría un riesgo importante ni para los ecosistemas ni para la salud humana, teniendo en cuenta que el volumen del vertido es relativamente pequeño en comparación con otras fuentes de emisión de plásticos o microplásticos al medio ambiente’, señala.
En cuanto a qué puede ocurrir con este vertido, Roberto Rosal indica que ‘estamos ante materiales muy inertes, por lo que, a medio y largo plazo el material vertido permanecerá en el medio, probablemente durante décadas o cientos de años. Estos pequeños pellets, que son esferas de pocos milímetros de diámetro, terminarán colonizándose por microorganismos, algunos se hundirán en la columna de agua, se irán al fondo, otros se irán flotando y se depositarán en las playas… Es decir, conviviremos con ellos mucho tiempo, igual que lo hacemos con otros muchos plásticos’.
Los microplásticos son un riesgo ambiental emergente, un contaminante en el que, hasta ahora, no se había reparado excesivamente, que forma parte de una familia muy amplia de materiales que, a su vez, convive con otros contaminantes emergentes, con antibióticos y con numerosas sustancias que vertemos al medio ambiente. ‘Son un material que estamos depositando en el medio ambiente de manera incontrolada y, a veces, irresponsable’, añade Rosal. ‘Debemos tener en cuenta los posibles efectos que puedan tener, no solo tóxicos a corto plazo, sino también a largo plazo o también para la estética del medio ambiente, porque son uno de los pocos contaminantes que podemos ver a simple vista’.
El Grupo de investigación en Ingeniería Química y Ambiental del que forma parte Roberto Rosal ha llevado a cabo la caracterización de microplásticos en los medios más diversos: en agua -de red y embotellada-, diversos medios naturales, incluso en zonas altamente protegidas, etc. Actualmente, su trabajo está centrado en el efecto de los pequeños fragmentos que se pueden producir por degradación de los microplásticos, puesto que los microplásticos tienen un tamaño a partir del cual dejan de ser visibles y analizables. En ese punto, se pueden producir pequeños fragmentos que generen toxicidad química real en los organismos o, incluso, que puedan afectar al ser humano.
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