Un parásito descubierto por la UAH amenaza a los peces de río en Ecuador
El Artystone trysibia, descubierto por el profesor del departamento de Ciencias de la Vida de la UAH , Juan Junoy en 2016, también podría haber llegado a Europa.
Artystone trysibia es un isópodo, es decir, un grupo de crustáceos de los que, sin duda, los más conocidos son las cochinillas de humedad, ‘los famosos bichos bola que hemos visto desde niños cuando explorábamos la vida bajo las piedras’.
Como explica Junoy, muchos isópodos son de vida libre, pero unos pocos se han adaptado a la vida parásita, siendo uno de los principales huéspedes los peces. Son ectoparásitos, es decir, se sitúan sobre la cabeza de sus huéspedes, lo que le ha dado el nombre común de piojos de mar.
En el caso de A. trysibia, que vive sobre los peces de los ríos sudamericanos, el parasitismo ha llevado a un paso más: va perforando la pared del pez y penetra en su cavidad visceral. El pez forma una cápsula para aislar al parásito. De hecho, últimamente este parásito se ha hecho famoso en las redes sociales por las imágenes que muestran cómo daña a su víctima. ‘Es una situación muy curiosa, ya que no llega a ser un endoparásito (un parásito interno) ya que la esa cápsula tiene una escotilla que comunica al parásito con el agua exterior’ afirma.
Infografía sobre cómo actúa el parásito en sus víctimas
Este parásito se ha encontrado en peces de ríos sudamericanos y la investigación de la UAH se centra concretamente en un afluente del Amazonas, el río Tena, en Ecuador. Pero curiosamente se ha encontrado también en acuarios, cuando se han recogido peces infectados y se han llevado a distintas partes del mundo.
Es en Ecuador donde amenaza a un pez autóctono, la carachama (Chaetostoma dermorhynchum), que es consumido por las poblaciones locales y cuyos parientes se pueden observar en los acuarios tropicales, es un loricárido, ‘esos peces de fondo que vemos chupar las rocas con su boca en forma de ventosa. En todo caso, este parásito puede atacar a otras especies de peces, encontrándose hasta el momento en una veintena de especies diferentes’ explica Juan, quien afirma que, ‘aunque no haya noticias confirmadas, es bastante seguro que ha llegado a Europa, asociado al comercio de especies tropicales. Eso ha ocurrido ya en Estados Unidos, alejado de su distribución natural, donde ha sido encontrado en acuarios. Es un problema con este tipo de comercio, ya que no sólo importamos a la especie ornamental, sino además a todos sus parásitos. El problema grave es que llegue a nuestros ríos, ya que puede tener efectos devastadores sobre nuestra fauna piscícola. La gente debe ser responsable cuando adquiere una mascota tropical: no puede liberarla alegremente en los ríos, como ha ocurrido con el galápago de Florida (Trachemys scripta), una de las cien especies exóticas invasoras más peligrosas.
Las consecuencias que puede acarrear la presencia de este parásito en los peces de los ríos en Europa y en España pueden ser devastadoras. ‘Puede pasar de todo, desde que el parásito no sobreviva en nuestros ríos, y que no tenga ningún efecto, o que por el contrario se extienda sin control sobre las poblaciones de peces que nunca habían tenido contacto con el parásito y, por lo tanto, no presentan defensas contra él’ asevera el profesor.
Publicado en: Reportaje