Las relaciones económicas de España y la Unión Europea en América Latina

América Latina y la Unión Europea mantienen importantes relaciones tanto políticas, como de cooperación y económicas, gracias al comercio y las inversiones entra ambas regiones. Tres ejes temáticos que fueron establecidos en la I Cumbre entre la Unión Europea (UE) y América Latina y el Caribe (ALC), celebrada en 1999 en Río de Janeiro, donde se creó una asociación estratégica. Este Acuerdo de Asociación Estratégica ALC-UE ha contribuido a dar forma a las relaciones bilaterales entre los 60 países (27 de la UE y 33 de ALC) que integran la Asociación.

Ramón Casilda Béjar e Iván González Sarro, son profesores del Instituto Universitario de Investigación en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá (IELAT) que, a continuación, nos exponen en qué consisten estas relaciones.

Para comenzar, conviene precisar la diferencia entre los términos América Latina e Iberoamérica, pues ambos conceptos no son lo mismo, aunque muchas veces se usen como sinónimos. Si hablamos de Iberoamérica habría que incluir a España y Portugal a la diversa realidad latinoamericana. Como apunta González Sarro, ‘debido a ciertas connotaciones hispanocéntricas, todavía en algunos ámbitos españoles, no precisamente en los económicos y empresariales, se aprecia un rechazo a la idea y al uso del concepto de América Latina, con el que los latinoamericanos se identifican plenamente. Así pues, nosotros nos referiremos a América Latina’.

En el caso de España, la historia compartida desde la colonización a finales del siglo XV ha transmitido cierta homogeneidad de valores sociales, creencias religiosas, cultura y una misma lengua. Todos estos factores predeterminaron un carácter especial de interacción y profundidad en las relaciones de España con América Latina.

Centrándonos en las relaciones económicas que mantienen tanto España como la UE con América Latina, cabe decir que los flujos financieros, en particular las corrientes de Inversión Extranjera Directa (IED), han constituido el ámbito más dinámico de las relaciones económicas interregionales.

Como afirma Casilda, la UE, mantiene distintos Acuerdos o Asociaciones con países y áreas geográficas que determinan, hasta cierto punto, la relación comercial entre España y ALC. En concreto, la UE cuenta con Acuerdos de Asociación con México, Chile y Centroamérica. Acuerdos Comerciales con Colombia, Perú y Ecuador, un Acuerdo de Asociación Económica con CARIFORUM y un Acuerdo de Asociación Estratégica con MERCOSUR, cuya entrada en vigor definitiva podría comenzar al menos en 2021.

En 2019, el comercio bilateral de bienes entre España y América Latina, entendido como la suma de exportaciones e importaciones, cayó un -7,0% respecto a 2018, pasando de 33.277 millones de euros a 30.947, rompiéndose la senda de crecimiento que se había registrado durante los años 2017 y 2018. España exportó bienes por valor de 15.146 millones de euros (-1,14% menos que en 2018) e importó por valor de 15.802 millones de euros (-12,0%). La diferencia resulta en el tradicional déficit comercial con la región, sólo evitado en 2015 gracias a la caída en el valor de las importaciones. El importe del déficit, -657 millones de euros, es el menor registrado desde 2016 (-113 millones de euros).

El otro eje de las relaciones económicas es el comercio birregional que, durante las últimas décadas, se incrementó de forma sostenida, especialmente las importaciones latinoamericanas de productos europeos. Este tipo de comercio se caracteriza por una fuerte concentración creciente en los países que dominan los intercambios: Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España del lado europeo y Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia del lado latinoamericano. Por otra parte, el bajo dinamismo relativo ha continuado siendo una de las notas características de los intercambios entre la UE y ALC, creciendo menos en ambas regiones con respecto a otras zonas del mundo. Y es que la participación europea en el comercio latinoamericano ha tenido una tendencia decreciente como consecuencia del aumento del asiático en el comercio latinoamericano, si bien, la UE se mantiene como el segundo socio comercial de ALC. Mientras las importaciones latinoamericanas de productos europeos se centran básicamente en productos industriales (cerca del 85%), el 40% de las exportaciones giran en torno a los productos primarios, una proporción mayor que la existente con otras regiones del mundo (SELA, 2010: 19-22 y Malamud, 2010: 19-20).

A pesar de ello, conviene señalar que la UE dispone de la mayor red mundial de acuerdos comerciales con América Latina y el Caribe, en concreto con 26 países de ALC, siendo el socio extrarregional que dispone de una mayor red de pactos de este tipo en la región. Le siguen los Estados Unidos, que tienen acuerdos vigentes con 11 países. A diferencia de otros socios, la UE ha privilegiado las negociaciones de ‘bloque a bloque’ con los principales mecanismos subregionales de integración de la región.

La llegada de las ahora multinacionales españolas a América Latina y su inserción en sectores estratégicos (banca, seguros, petróleo y gas, electricidad, agua, telefonía, etc.) del tejido económico de muchos países de la región es una realidad desde la década de 1990, cuando encontraron una oportunidad de internacionalización. Grandes corporaciones como el Banco Santander, BBVA, Repsol, Telefónica, Iberdrola, Endesa, Unión Fenosa, Gas Natural y Agbar, por citar a las más representativas, obtienen un porcentaje de beneficios considerables en los países latinoamericanos, y por ello, la región se ha convertido en un territorio fundamental para sus negocios (hasta el momento, pues la crisis de la Covid-19 se dejará sentir).

Puede decirse que 'España es hoy el principal inversor europeo y segundo mundial por detrás de Estados Unidos en América Latina, con un liderazgo en sectores clave del proceso de desarrollo y modernización como la banca, la energía, las comunicaciones, la construcción y la gestión de infraestructuras, el turismo o la provisión de servicios públicos’ aseveran Casilda y González Sarro. ‘En términos generales, Latinoamérica sigue siendo prioritaria en la estrategia corporativa de muchas empresas españolas. Ahora bien, cada país es una realidad distinta. Por ello, el simple hecho de pertenecer a América Latina no es el factor decisivo de inversión para muchas compañías. Las inversiones son selectivas y estratégicas para cada empresa’ puntualizan.

Por países, Brasil (la primera economía regional) y México (la segunda), destacan por el peso económico y el tamaño de sus mercados, y otros como Chile, Perú y Colombia son países donde las empresas españolas siguen apostando. México tiene dos atractivos: el tamaño de su mercado y que es la puerta de entrada a EE.UU., gracias a su acuerdo comercial. Por ello, como puntualiza Casilda, este país ‘se situó como primer destino de la inversión española, con un stock de 47.337 millones’, siendo el país donde más empresas se encuentran presentes. La Cámara de Comercio Hispano Mexicana tiene registrada casi 6.000, en su mayoría Pymes.

‘Conviene tener en cuenta que, al contrario de lo que puede parecer, la principal razón que llevó a las empresas españolas a internacionalizarse en América Latina, no fue fruto de una estrategia ofensiva, sino más bien, fruto de una estrategia defensiva, para evitar que sus rivales europeas terminaran absorbiéndolas dado su menor tamaño y valor bursátil, en un contexto de creciente competitividad, como consecuencia directa de la creación del Mercado Común Único Europeo. Sin duda, con las empresas españolas, puede decirse que América Latina dio un salto de modernidad y de competitividad notables. Muchas de estas empresas han contribuido a la modernización tecnológica y financiera de muchos países latinoamericanos’ afirma el profesor González Sarro.

Como comenta Ramón Casilda, para América Latina, estas inversiones contaron con la ayuda de un activo impagable como es el idioma, un vínculo psico-cultural que les permitió realizarlas con una gran rapidez, así como desplegar y canalizar elementos claves para mejorar la gestión y los sistemas productivos con la incorporación de tecnologías, procesos y modelos de negocio, que a su vez le proporcionaban una oportunidad al país receptor para incrementar el valor añadido de la producción, aumentar la formación de su capital humano y promocionar sus productos en un ámbito más amplio como son los mercados internacionales. Además de tener estos efectos positivos, constituye una fuente importante de capitales para una amplia cantidad de países latinoamericanos.

Ahora bien, no se puede dejar de hacer alusión a las críticas de ciertos sectores: pueblos indígenas, usuarios de servicios, trabajadores, comunidades rurales, movimientos sociales… que han provocado que desde algunos espacios críticos se haya caracterizado la entrada de las transnacionales españolas como una ‘segunda colonización’ y un ‘nuevo desembarco’, como comenta el profesor Iván González Sarro, quien continúa que ‘igualmente, no se puede dejar de lado que en muchos casos no se ha logrado un clima de confianza y de colaboración entre las empresas españolas y los gobiernos de turno’.

Por como señala el profesor Casilda, muchas compañías españolas una vez perfeccionadas las habilidades y experiencias en el manejo de inversiones extranjeras y alcanzado el consiguiente tamaño, extendieron su internacionalización hacia mercados más desarrollados como los europeos, estadounidenses y asiáticos, por la mayor seguridad jurídica que les ofrecen estos países y por la mayor estabilidad económica, junto con el mayor dinamismo de crecimiento. La consecuencia ha sido que las inversiones de las empresas españolas se han diversificado y en Latinoamérica se han mantenido. Por otra parte, se ha producido un fenómeno destacable, continúa Casilda, las inversiones han dejado de ser unidireccionales ya que empresas latinoamericanas, conocidas como ‘multilatinas’ vienen realizando crecientes inversiones en España.

Pero ahora el futuro se presenta incierto, ya que América Latina se ha convertido en el nuevo epicentro internacional de la pandemia del coronavirus, golpeando abruptamente a la economía. Según el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, registrará un decrecimiento del -9,1% y -9,5% respectivamente, para crecer en 2021 un 3,1%. Dada la drástica contracción y conforme los países adoptan las medidas correspondientes, la región tiene ante sí el espectro de otra ‘década perdida’ durante 2015–2025. Con shocks atípicos de oferta y demanda, una crisis sanitaria y altos costos de financiamiento para mitigar la crisis que serán de enormes proporciones y exigirán una estrategia sin precedentes (Casilda y Ocampo, 2020). De manera que las inversiones españolas como las europeas, se verán fuertemente retraídas.

‘Para concluir, deseamos dejar patente, que la internacionalización de las empresas españolas hacia América Latina, no deja de constituir un proceso dinámico, que conlleva múltiples oportunidades y desafíos: por un lado favorece desplegar sus activos y ventajas competitivas de una manera más efectiva y eficiente, consiguiendo economías de escala y de alcance; y por otro muestra serios desafíos al operar en entornos económicos y escenarios inestables, incluyendo los riesgos cambiarios (fuerte inestabilidad de las monedas), nuevas preferencias de los consumidores, normativas y regulaciones’ finaliza Casilda.

Publicado en: Reportaje