Peter Handke: ‘Escribir es mi profesión y es la proyección de mi vida’
Hace unas semanas Peter Handke era investido doctor honoris causa por la Universidad de Alcalá. Este reconocimiento se concede a ‘uno de los escritores de lenguas más importantes de los siglos XX y XXI que se caracteriza por una obra amplia, fecunda y en constante transformación que ha dejado múltiples huellas en la literatura universal.
Handke es uno de los pocos autores que se han erigido en puentes literarios entre las culturas española y germana dejando obras de gran valor artístico que demuestran un gran conocimiento de la literatura española y una fructífera comprensión de la cultura de España’.
Ahora, con la calma que da volver a la rutina, concede esta entrevista –en la que hemos contado con la colaboración del profesor Georg Pichler- en la que habla de literatura y de su trabajo como escritor.
-Para la Universidad de Alcalá es un honor tenerle en listado de doctores honoris causa ¿Cómo ha recibido usted este reconocimiento?
-Fue una sorpresa muy agradable. Todos los actos fueron amenos, sin ningún momento pesado. Incluso la ceremonia resultó muy animada.
-Usted es un referente de la literatura contemporánea germana. Eso es difícil, lo de ser un referente de la literatura en un mundo en el que todo se globaliza, hasta la creación… ¿Qué le falta y qué le sobra a la literatura que se hace hoy?
-No puedo decir que me falte algo en la literatura en lengua alemana, no la conozco tan bien. Vivo en Francia desde hace 27 años y apenas leo periódicos alemanes. Sé un poco de la literatura alemana gracias a las revistas literarias que leo, ‘Sinn und Form’ y ‘Schreibheft’, pero por suerte no solo tratan la literatura actual.
-¿Y a qué autores actuales aprecia?
-Realmente sé demasiado poco, en el fondo es un escándalo… He traducido a autores franceses, a Patrick Modiano o a Bruno Bayen, que casi llegó a ser amigo mío y que murió hace medio año. No rehúyo de la literatura actual y si un autor me envía un libro lo leo y suelo contestarle.
-¿Y la literatura española?
-Estoy seguro de que en la literatura española actual hay grandes talentos, pero creo que la literatura es considerada cada vez más como un producto, y la literatura que traspasa las fronteras, que se traduce a otras lenguas, al francés, alemán, inglés, es más bien una literatura periodística, en la que se construyen las frases igual que en un artículo periodístico. Eso significa que se puede aprender esa literatura, se puede aprender cómo escribir, y no quiero leer esto, no me interesa. Seguro que en España hay algunos autores que no escriben literatura aprendida, pero los desconozco; me gustaría conocerlos, pero probablemente no se traducirán.
-Para usted, como autor, como creador, el silencio es fundamental. ¿Cómo se enfrenta a un mundo lleno de ruidos y sonidos?
-No hay que condenar el ruido de antemano, también existe un ruido bueno, un ruido bonito. Lo importante es la relación entre el ruido y el silencio. El silencio y el estar callado se producen gracias al ruido, y el hecho de que mucha gente esté expuesta al ruido hace posible que también puedan percibir el silencio, lo que es el silencio. Además, el silencio solo, sin ruido, puede dar mucho miedo, creo. Es un problema complicado… En el campo, donde mi mujer Sophie y yo tenemos una casa, a veces se produce un silencio que realmente está lleno de vida. Y hasta en el suburbio de París en el que vivo solo, hay en ocasiones un silencio maravilloso, un silencio fructífero, por las mañanas, antes de las diez, antes de que los perros empiecen a ladrar. Goethe, por ejemplo, no aguantaba a los perros pequeños; le gustaban más los grandes, que no hacían tanto ruido. Pero el ruido es un gran problema que afecta a la vida anímica de la gente, aunque apenas esté investigado. Mucha gente ya no oye el ruido molesto, y me pregunto cómo son capaces de cumplir con sus cometidos. Cuando uno está lleno de un ruido endiablado ya no puede oír nada. Ya no existe sentido para ello. O quizá sí, justo por eso, no lo sé…
-¿Por qué vino a España?
-España siempre me ha fascinado como país. En este paisaje se podrían haber desarrollado los poemas épicos medievales, Percival o Lancelot, aunque no tuvieron lugar aquí. Y, por supuesto, la lengua, me fascinó la lengua por su ritmo.
-¿Cómo aprendió la lengua?
-Nunca la he aprendido. En el internado, en Tanzenberg, en Carintia, a los 13 o 14 años, tenía una gramática española. Y en mi cuaderno escribí diálogos conmigo mismo en español: ‘¿Cómo se llama?’ – ‘Me llamo Pedro’. En algún momento encontré este cuaderno en casa de un amigo, de un catedrático de literatura, Adolf Haslinger. Creo que el marido de mi hermana se lo había vendido a alguien por mil euros, y esta persona se lo había regalado a mi amigo…
-¿En qué está trabajando ahora?
-Quiero ‘poner en buen ritmo’ la larga historia que estuve escribiendo hasta diciembre del año pasado. Me espera mucho trabajo, pero a lo mejor no es un trabajo, es más bien una especie de montaje. Tengo unos cuantos cuadernos de notas y sé muy bien dónde tengo que poner qué, lo que tengo que añadir o eliminar.
-¿Qué significa ‘poner en buen ritmo’?
-Que se produzcan momentos electrizantes en el libro que quizá falten ahora. Pero hay que tener cuidado para no centrarse demasiado en los efectos. Es muy difícil encontrar el término medio entre acentuar y dejar el texto equilibrado. Eso es lo que me espera, y después quiero seguir escribiendo, por supuesto… Muchos de mis amigos con los que veo el futbol en un bar cerca de mi casa saben que soy escritor, lo saben gracias a Internet, y siempre me preguntan: ¿sigues escribiendo? Piensan que ya soy muy mayor dado que, según ellos, uno se jubila a los 65. Pero les digo: escribir es mi profesión, lo seguiré haciendo, es la proyección de mi vida escribir.
Publicado en: Entrevista