La doctora Isabel Bravo, premiada por su investigación sobre la evolución de los campos de refugiados

La primera edición de los Premios Belén Gesto otorgados en el congreso Arcadia han reconocido los mejores trabajos en materia de cooperación al desarrollo a nivel arquitectónico

Las crisis mundiales ya sean por motivos ecológicos, sociales, económicas, políticos o bélicos hace que 110 millones de personas se vean obligadas a dejar sus casas para buscar lugares seguros donde vivir. En este sentido, ACNUR se desarrolla en dos orientaciones básicas: por una parte con la ayuda humanitaria en emergencias, mediante la que protege a las víctimas de conflictos bélicos, para la cual la institución está preparada para una respuesta y es capaz de llevar en 72 horas ayuda humanitaria a más de medio millón de personas, y por otra, la cooperación en proyectos de ayuda al refugiado, mediante la que, una vez la emergencia ha pasado, ACNUR acompaña a los desplazados con planes que favorecen su desarrollo personal y profesional en áreas como vivienda, educación, trabajo, nutrición, agua o sanidad.

La agencia de la ONU lleva desde los años 50 trabajando en desplazamientos forzosos a lo largo de todo el planeta y desde su creación, los campos de refugiados han ido evolucionando hacia la integración urbana. También, desde el punto de vista de la construcción, se ha pasado de unas pequeñas casetas como refugio, a instalaciones más tecnológicas con redes de saneamiento.

DE LOS CAMPOS DE REFUGIADOS A LA INTEGRACIÓN LOCAL

“He analizado las condiciones de vida de los refugiados desde 1950 hasta la actualidad. ACNUR ha pasado en los últimos años de crear campos cerrados de confinamiento y de ayuda económica permanente a apostar por una integración. Actualmente, el 60% de los refugiados vive en ciudades. Esto ha traído consecuencias arquitectónicas”, afirma Isabel Bravo, la doctora que defendió su tesis Políticas de ACNUR en materia de habitabilidad: del refugiado en campamento a la integración urbana (1950-2019) en la Universidad de Alcalá. Esta investigación le ha hecho ganar distintos galardones, entre ellos el premio Jaime Brunet de la Universidad Pública de Navarra por su defensa y promoción de los Derechos Humanos y el galardón Belén Gesto a la mejor tesis doctoral a nivel internacional dentro del marco del congreso Arcadia VI (Arquitectura y Cooperación al desarrollo) celebrado en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad de Sevilla el pasado mes de octubre.

Como explica la doctora Bravo, en los años previos al inicio de siglo XXI, las políticas de ACNUR apuntaban hacia la opción por la integración de los desplazados forzosos en comunidades locales. De hecho, la identificación de la cuestión de los desplazados en ciudades se detectó a finales de la década de 1960, pero es en los años 1980 y 1990 cuando la institución se ha interesado por dar una respuesta a la situación de los refugiados que desarrollan su vida en entornos urbanos en lugar de en campamentos.

“La integración local de los refugiados, bien gestionada, puede ser un motor de progreso para las sociedades de acogida”, afirma la experta aunque también apunta que este enfoque no está exento de sombras: “pese a proporcionar libertad de movimientos, no elimina condiciones inseguras y precarias de vivienda y servicios básicos, así como riesgo de explotación local y desempleo, unido al rechazo social y a la sensación de amenaza que la llegada de refugiados produce en las comunidades locales cuando la inmigración o está adecuadamente ordenada por los poderes públicos”.

En las conclusiones de su tesis destaca dos condiciones para que la integración local sea un programa de éxito: por un lado, la migración debe estar bien ordenada y regulada. Ha de partir de una legislación adecuada en la que haya coordinación entre las distintas administraciones con un objetivo, el de determinar de manera clara derechos y responsabilidades, tanto de las instituciones como de los propios refugiados, así como apoyo desde los poderes públicos tanto a los desplazados como a las comunidades que acogen. En segundo lugar, y para revertir la sensación de amenaza que a menudo se genera en las sociedades de acogida, “es decisivo fomentar en la opinión pública el conocimiento, con datos objetivos y no con presupuestos ideológicos, sobre la inmigración, así como acercar a la sociedad el contenido de los informes de instituciones especializadas en el desplazamiento forzoso y migraciones, que dan a conocer los beneficios de una migración bien gestionada”, apunta Isabel Bravo.

BELÉN GESTO, EL PREMIO QUE HONRA LA MEMORIA DE ESTA GRAN ARQUITECTA

El jurado del premio Belén Gesto ha coincido en destacar la absoluta actualidad y necesidad del tema abordado, el rigor y la excelencia de su abordaje y la aportación que realiza a la orientación futura de las políticas de integración de los refugiados. 

“Para mí ha sido una alegría recibir este premio. Es un reconocimiento a un trabajo de investigación en el que he estado muy involucrada en los últimos años: el desplazamiento forzado en el mundo y su análisis desde el punto de vista de la arquitectura y urbanismo”, afirma Bravo, quien coincidió con Belén tanto profesionalmente como como amiga, a quien Isabel Bravo define como una persona de una “inteligencia exquisita y sensibilidad extraordinaria”.

Publicado en: Reportaje