Superbacterias, una amenaza real que hay que afrontar

Superbacterias es un término acuñado por la OMS en 2017 para denominar un grupo de patógenos prioritarios en la investigación que tienen la característica de ser resistentes a los antibióticos. En esta lista se incluyen 12 familias de bacterias que son las más peligrosas para la salud humana. En esta información, el profesor Manuel Rodríguez Zapata trata de explicar contra qué luchan las organizaciones sanitarias.

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Manuel Rodríguez Zapata.

Las bacterias son los organismos vivos más antiguos de la Tierra y, como opinan algunos expertos, como el microbiólogo Fernando Baquero, continuarán en el planeta cuando el ser humano se extinga. Son inherentes al ser humano y participan cada día en su bienestar, pero también constituyen, como antes de que aparecieran los antibióticos, una gran amenaza para su salud, más aun  debido a la aparición de resistencias bacterianas.

Según los últimos informes de los Centros de Control europeos, se producen al año  unos 400.000 casos de infecciones por superbacterias, una mortalidad en torno a 25.000 pacientes hospitalizados por año y con un coste de 1,5 billones de euros anuales.

Las superbacterias, como el resto de los microorganismos, tienen la capacidad innata de encontrar nuevas formas de resistir a los tratamientos antibióticos y pueden transmitir material genético que permite a otras bacterias hacerse fármaco-resistentes. En este concepto se engloban bacterias multi-resistentes (MDR) o, incluso, con resistencia extendida (resistentes a la gran mayoría de antibióticos) (XDR) y totalmente resistentes (TDR). La campaña de la OMS es una llamada de atención por la necesidad de realizar acciones de prevención y de convertirlas en dianas preferentes de investigación biomédica.

Están divididas en 3 categorías, con arreglo a la urgencia con la que se requieren nuevos antibióticos que permitan acabar con las resistencias. ‘En esta lista aparecen bacterias de prioridad crítica, multirresistentes y especialmente peligrosas en hospitales e instituciones sanitarias (como residencias de ancianos, por ejemplo) y en pacientes que requieren dispositivos, como catéteres intravenosos: Acinetobacter, Pseudomonas y Enterobacterias. Son bacterias que pueden provocar infecciones muy graves y a menudo mortales en forma de neumonías, sepsis y bacteriemia’, explica el profesor Rodríguez Zapata.
Hay otros dos grupos que integran a bacterias, también multirresistentes, que tienen una prioridad alta y media y lo forman gérmenes muy conocidos (Enterococo Faecium, Helicobacter Pílori, Salmonela, Gonococo, Neumococo…) y provocan enfermedades comunes como las intoxicaciones alimentarias por salmonela.

La explicación de por qué estas bacterias se han hecho multi-resistentes es Darwiniana: ‘no es que sean más listas que las demás, es que desde el inicio de la introducción de la penicilina, se han desarrollado resistencias y, a medida que se han ido incorporando nuevos antibióticos, han surgido resistencias nuevas, que se han ido transmitiendo de unas especies de bacterias a otras a través de material genético’, explica Rodríguez Zapata.
Frente a esta evolución de resistencias de las bacterias, se ha producido una ralentización del desarrollo de los antibióticos en las últimas décadas. ‘De hecho, desde finales de la década de 1960 no se han desarrollado nuevas moléculas y los nuevos antibióticos son modificaciones  de moléculas anteriores’. Esto es un hándicap que se suma a otros hábitos asentados en la sociedad: utilización de antibióticos para el engorde animal, uso indebido de medicamentos por parte de los pacientes, tratamientos inadecuados…

¿Somos conscientes del peligro? El profesor de la UAH dice que sí. ‘La alarma ya se ha producido y hay una conciencia clara de la alerta en la OMS en las sociedades científicas y entre el personal sanitario en todos los ámbitos’. Lo importante, como indica, es que se puede luchar contra esta situación ‘mediante la administración adecuada de los antibióticos, promoviendo una ‘adherencia al tratamiento’ estricta (hay que concluir todos los tratamientos y tomar todas las dosis durante el período establecido por el facultativo); hay que establecer protocolos de control de la infección y sistemas de asesoramiento a todos los profesionales que lo puedan necesitar y, desde luego, hay que investigar para desarrollar nuevos antibióticos y nuevas combinaciones. También hay otras alternativas, como la vacunación o como la investigación del uso de sustancias naturales con efectos antibióticos’. Asimismo, se investigan en otros ámbitos fuera de los antibióticos, como los bacteriófagos (virus que infectan a las bacterias y las pueden destruir) o las bacteriocinas, (toxina proteica sintetizada por una bacteria con el fin de inhibir el crecimiento de bacterias similares o de cepas cercanas).

Publicado en: Reportaje