El incremento de las sequías amenaza la regeneración de los encinares mediterráneos
Según una investigación en la que ha participado la profesora del Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá, Tíscar Espigares, la aridez y la deforestación ocasionada por los usos en el pasado de estos terrenos afectan negativamente a la regeneración de la encina mediterránea (Quercus ilex) del Sistema Ibérico.
En el estudio, en el que han participado científicos de la UAH, del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE), que es un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat de Valencia y la Generalitat Valenciana, la US Forest Service Pacific Northwest Research Station y la Universidad de Zaragoza, compararon el reclutamiento de individuos jóvenes (hasta 15 años) y juveniles (de 16 a 50 años) de Quercus ilex en parcelas sometidas a diferente intensidad de uso en el pasado (para pastos, leña, carboneo…) y bajo dos condiciones climáticas contrastadas: semiáridas (con una precipitación media entre 400-450 mm anuales), que se situaría en el límite inferior del rango de precipitación para la especie, y subhúmedas (con una precipitación entre 600-650 mm), que sería el óptimo.
Los datos revelaron que la aridez y la deforestación limitan el reclutamiento de nuevos individuos a partir de semillas. ‘De hecho, la densidad máxima de individuos encontrada en el clima subhúmedo fue casi veinte veces superior a la máxima encontrada bajo condiciones semiáridas. Y en ambos casos, la densidad en las zonas más afectadas por la deforestación no llegó a los cinco individuos por hectárea’ afirma la profesora Espigares.
La profesora de la UAH, Tíscar Espigares |
Y es que la aridez está aumentando como consecuencia del cambio climático que se está produciendo a escala global. Como explica Tíscar Espigares, ‘para la región mediterránea, los escenarios de cambio climático prevén un aumento de la aridez y de la frecuencia e intensidad de los episodios de sequía a lo largo del siglo XXI. De hecho, la temperatura media en la zona ha aumentado a un ritmo de 0,54 ºC cada década entre 1973 y 2005, lo que ha acentuado la evaporación y la demanda de agua por parte de las plantas’.
Principalmente, la aridez afecta a la dinámica de los encinares limitando el establecimiento y la supervivencia de las plántulas a causa de la menor disponibilidad hídrica. Por otro lado, el incremento de la sequía afecta negativamente también a otras especies como la sabina, la aliaga o el pino laricio entre otras, que protegen a las encinas de la radiación o de los depredadores, lo que limita aún más la regeneración espontánea de esta especie.
Tíscar cuenta que, ‘aunque la encina es una especie que tiene una gran capacidad de rebrote, si no hay reemplazo de los individuos más longevos por otros jóvenes, es decir, si no se produce regeneración natural, los encinares del Sistema Ibérico podrían encontrarse en una situación de franca regresión peligrando el futuro de estos bosques, que podrían llegar a convertirse en relictos. Esta sería una grave pérdida pues la encina es una especie muy representativa y emblemática del área mediterránea ibérica, y sus bosques forman auténticos paisajes históricos y culturales que proporcionan un gran número de servicios ambientales: mitigan el cambio climático, protegen el suelo frente a la erosión, incrementan la biodiversidad, sirven como espacio silvopastoril en el caso de las dehesas, etc. Asimismo, los encinares son el hábitat de numerosas especies de fauna mediterránea que también se verían seriamente afectadas en su ciclo vital’. Por lo que estaríamos a las puertas de la pérdida de un valioso ecosistema.
La solución, como comenta la profesora, pasaría por ‘conocer mejor los procesos y factores que afectan a la regeneración de especies tan carismáticas como la encina, en aras de procurar una gestión adaptativa y sostenible de nuestros bosques. Investigaciones como la realizada avanzan en este conocimiento científico y pueden proporcionar una información muy valiosa que podría constituir un punto de partida relevante para el diseño de las futuras estrategias de gestión forestal en zonas a restaurar del ámbito geográfico de la Cuenca Mediterránea, como por ejemplo la identificación de áreas prioritarias y óptimas para repoblación con esta especie’.
Publicado en: Reportaje