La increíble historia de la doctora Isabel, o por qué nunca es tarde para aprender
Isabel García Conde, a sus 72 años, se ha doctorado en la Universidad de Alcalá gracias a una investigación que le ha llevado a conocer la vida y obra de Doña María de Padilla, personaje histórico y literario que estuvo a la sombra de Pedro I, el Cruel
Isabel, ya desde pequeña, tenía curiosidad. Curiosidad por saber qué había detrás de la puerta de su casa, aquella que albergaba una familia numerosa de 11 hermanos: seis hembras y cinco varones. Curiosidad por empaparse de aquellos mundos ficticios que encontraba descritos en los libros. Una curiosidad que la llevaba a encerrarse en el baño para leer o a trepar por la estantería de sus tíos hasta que se le cayeran todos los ejemplares encima. Se puede decir que se ‘empapaba’ de versos y relatos.
Esta niña curiosa nace en Sevilla, en el año 1951. En una época en la que la mujer debía cumplir un rol socialmente impuesto, el de ser esposa y madre ideal. Sólo el 13% de los estudiantes universitarios eran mujeres; cuando hoy lo son el 52%. Por ello, la decisión paterna de que, a pesar de su buen expediente, Isabel abandonase el colegio con 14 años para ayudar en casa, no sorprendió a nadie.
Un sueño hecho realidad
Nada hubiera presagiado que, tantos años después, Isabel cumpliría su sueño. No solo ha logrado acabar el Grado de Humanidades con un premio al mejor expediente, sino que se ha doctorado a sus 72 años en la Universidad de Alcalá.
“La Ciencia era mi pasión. En concreto me gustaban las Matemáticas”, detalla Isabel, que recuerda cómo, tras convencer a su padre, consiguió asistir a clases de inglés y a un curso de diseño y arte publicitario. Gracias a ello, trabajó en un estudio de Arquitectura diseñando planos y maquetas hasta que el amor irrumpió en su vida y aterrizó en Madrid de la mano de su marido. Las clases de inglés dieron su fruto y le abrieron las puertas para trabajar en la Base Aérea de Torrejón, utilizada entonces conjuntamente con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
La niña curiosa aparcó siempre sus propias inquietudes por estar al servicio de los demás, primero por su familia paternalista y ahora por la familia que ella misma había formado. Se encargaba del cuidado de la casa, de cuatro pequeños y de cumplir con su trabajo en la Base. A pesar de todas las responsabilidades, su curiosidad seguía ahí, escondida, lo que no le impedía “disfrutar de lo mejor de cada sitio”, independientemente de que no fuera su sueño.
El momento de retomar los estudios
El momento de retomar los estudios llegó cuando se “quedó sola”. Divorciada y con sus hijos mayores, independientes, fuera de casa, Isabel se matriculó en la Universidad de Mayores de la UAH pocos años antes de jubilarse. “Allá por el año 2000 me entra de nuevo la sed de aprender, beber de la cultura” explica Isabel. En un club de lectura, conoce al profesor de Historia Francisco Arriero, que la animó a retomar los estudios. Así, Isabel se empoderó hasta el punto de hacer las pruebas de acceso para mayores de 25 años y matricularse en el Grado de Humanidades, el único que se impartía por las tardes. Cuenta Isabel el esfuerzo diario de esos años: “Me levantaba a las 06:15 de la mañana, dejaba la casa lista y me iba a trabajar hasta la hora de empezar las clases”.
Su trabajo de Fin de Grado estuvo tutorizado por el fallecido profesor Joaquín Rubio Tovar, quien animó a Isabel a investigar sobre las figuras femeninas en los romances. El personaje de la mujer en la obra literaria de Chrétien de Troyes: desde el silencio a la palabra fue el título del trabajo.
Pero fue el profesor Jon Juaristi quien la puso sobre la pista de un personaje al que Isabel le acabó dedicando tanto el Trabajo Fin de Máster como la Tesis Doctoral: María de Padilla. Un personaje femenino histórico, definido en la literatura románica, pero siempre a la sombra de Pedro I, el Cruel, del que era amante pero que acabó reconociéndola como legítima esposa. ¿Qué habría de real y qué de imaginario en aquel relato? Y a dar respuesta a esta pregunta fue a lo que se dedicó durante años Isabel en su tesis: Doña María de Padilla, de personaje histórico a figura literaria dirigida por Fernando Gómez Redondo.
Lo cierto es que está enterrada en la Catedral de Sevilla, la misma donde se casó Isabel, quien también descubrió que Padilla “era la tatarabuela de Isabel la Católica y amante de Pedro I, con el que tuvo cuatro hijos”. Que fundó un monasterio en Astudillo (Palencia), y que ha inspirado “muchos versos, obras de teatro, parodias, una película e incluso un pasodoble”.
Todo ello lo relata Isabel con un brillo en la mirada que refleja fuerza, pasión y optimismo. Los mismos que la empujaron a continuar su vida académica incluso en los momentos en los que ella misma pensaba que no sería capaz. Sólo hicieron falta unas palabras de ánimo y aliento para que Isabel, después del Grado, continuase con el máster en Investigación literaria y teatral hasta llegar al doctorado.
Su historia es la historia de alguien que pensó que no podía, que no debía, pero que acabó despertando la carrera académica que había estado aletargada durante años. “Quizás tenía las capacidades, pero sin el empuje de mis profesores no habría logrado llegar tan alto. El conocimiento no tiene edad y cualquier cosa que uno se proponga es posible realizarla”, destaca Isabel. Solo hay que tener entrega, constancia, ilusión y curiosidad, una cualidad que a Isabel nunca le faltó.
Publicado en: Reportaje