Una AlumniUAH participa en el informe 'Análisis de las necesidades sociales de la juventud'

Marina Romaguera de la Cruz ha sido una de las autoras del infome  titulado 'Análisis de las necesidades sociales de la juventud' publicado por el Observatorio Social de 'La Caixa'. En la elaboración del documento han participado Luis Ayala Cañón, de la Universidad Rey Juan Carlos y EQUALITAS; Olga Cantó Sánchez, de la Universidad de Alcalá y EQUALITAS; Carolina Navarro Ruiz, UNED y EQUALITAS, junto con la AlumniUAH.

Marina es doctorando en el Departamento de Economía de la Universidad de Alcalá y también participa en los grupos de investigación EQUALITAS ,que elabora el informe, y WEIPO. En esta entrevista para uah.esnoticia, descifra las claves de este informe, que ha sido publicado en las últimas semanas.

- ¿Cuál es la situación actual de la juventud en España? ¿Qué factores crees que caracterizan a los jóvenes que están viviendo la pandemia?

Los dos problemas fundamentales a los que se enfrentan los jóvenes en España son la baja calidad del empleo y las dificultades de acceso a la vivienda. Con relación al empleo, los jóvenes se enfrentan a una alta tasa de desempleo. Además, los que trabajan suelen tener contratos laborales precarios, de corta duración y en muchas ocasiones de parcialidad involuntaria. Tanto sus salarios mensuales como por hora son más bajos que la población en general y ya existe evidencia de que a la misma edad, las nuevas generaciones están ganando menos que otras anteriores. Este colectivo también sufre una alta tasa de pobreza laboral. En 2018, un 18% de jóvenes empleados vivían en hogares con ingresos insuficientes para estar por encima del umbral de la pobreza.

Esta mala situación en el mercado de trabajo y los altos precios en el mercado inmobiliario, suponen que las cohortes más jóvenes tengan problemas para acceder a una vivienda. En 2017, el 76% de los jóvenes entre 20 y 29 años aún vivía con sus padres. Aquellos que consiguen independizarse, tienen problemas por sobrecarga de gastos en vivienda. Las dificultades a las que se enfrenta este colectivo hacen que los jóvenes se caractericen por altos niveles de inseguridad económica e incertidumbre sobre el futuro, lo que genera un retraso en la emancipación y la formación de hogares, repercutiendo a su vez en la natalidad y en el desarrollo del país.

-Factores que convierten a los jóvenes españoles en un colectivo de riesgo, ¿Proponéis algún tipo de soluciones desde el análisis que habéis realizado?

Nuestro principal propósito con el informe ‘Análisis de las necesidades sociales de la juventud’ es ofrecer una visión global de la situación de los jóvenes antes de la crisis de la COVID-19 con respecto a varias dimensiones relevantes del bienestar individual e identificar qué políticas públicas se están llevando a cabo para que puedan cubrir sus principales necesidades sociales. Sabemos que el sistema de prestaciones e impuestos español está diseñado para que muchos riesgos se cubran a través de prestaciones contributivas. Los más jóvenes cuentan con historias laborales cortas e inestables y tienen muchos problemas para acceder a estas prestaciones.

El peso de las prestaciones no contributivas, que proporcione ingresos a los jóvenes en tiempos de dificultades económicas, es bajo en comparación con las de otros países de nuestro entorno. Apenas existen políticas públicas diseñadas específicamente para este colectivo y la mayoría de las existentes se centran en el empleo, mientras que los programas para el acceso a la vivienda y la emancipación son muy limitados. Además, las políticas de empleo para jóvenes, como los contratos de garantía juvenil, no están funcionando todo lo bien que se esperaría.

En mi opinión, no se está prestando la atención suficiente a los más jóvenes por parte de las instituciones públicas. El esfuerzo debe centrarse en diseñar políticas de vivienda y de empleo que sean eficaces. De lo contrario, veremos lastradas muchas carreras profesionales, se retrasará aún más la formación de hogares y podría agravarse el conflicto generacional.

Marina Romaguera vertical interior
Marina Romaguera

 -En la última década ha aumentado el número de jóvenes españoles que han salido fuera de nuestras fronteras a trabajar, ¿Crees que aumentará a partir de la crisis del COVID19? Trabajar fuera de España, ¿es una oportunidad para los jóvenes o les precariza aún más?

Desde la crisis de 2008, el saldo migratorio entre los jóvenes españoles es negativo. Esto quiere decir que en la última década hay más jóvenes españoles que emigran de los que retornan a nuestro país. Sin duda, este dato es resultado del paro juvenil y de la precariedad laboral que existe en España, lo que empuja a las cohortes más jóvenes a buscar mejores oportunidades de empleo fuera de nuestras fronteras. Las experiencias de los jóvenes en el extranjero son muy diversas y dependen en gran medida de su cualificación.

En cuanto a la crisis de la COVID-19, ya hemos visto que más de la mitad de la destrucción del empleo que se ha producido corresponde a menores de 35 años, por lo que es muy probable que el porcentaje de jóvenes emigrantes se incremente. No obstante, el resultado va a depender de la duración de esta recesión. Si la recuperación económica es rápida y se reestablece el empleo perdido, las consecuencias no serán tan negativas. Si la crisis es prolongada y la duración en el desempleo se alarga, las dificultades económicas a las que se van a enfrentar los jóvenes van a ser enormes.

-Diferencias de jóvenes españoles según generaciones. Los jóvenes que han vivido la crisis económica de 2008 y esta crisis sanitaria, ¿se verán más afectados que los que solo han vivido esta última?

Aquellos jóvenes que han vivido tanto la crisis de 2008 como esta crisis sanitaria sin duda van a verse más afectados. Al comienzo de su carrera laboral tuvieron enormes dificultades para acceder al empleo. Cuando lo consiguieron, se encontraron con un mercado laboral muy precario, con altas tasas de temporalidad y de parcialidad involuntaria. Y justo cuando empezaban a estabilizar sus vidas laborales, la crisis de la COVID-19 les golpea de nuevo.

Las carreras profesionales de esta generación de jóvenes van a verse lastradas. Tendrán vidas laborales menos estables, el sistema de prestaciones contributivas no va a cubrir adecuadamente las necesidades sociales a las que se enfrentan. Las instituciones públicas deben apoyar a esta generación con políticas eficaces para evitar que sean una ‘generación perdida’.

- ¿Qué aconsejas a los jóvenes que estén viviendo este tipo de situaciones?

Entiendo perfectamente los sentimientos de inseguridad, frustración y de abandono por parte de las instituciones públicas, ya que a mis 28 años también formo parte de este colectivo. Creo que no se nos está prestando la atención necesaria a unas generaciones que somos el futuro y que la gestión de la crisis de la COVID-19 se está centrando más en otros colectivos.

Mi principal recomendación para las generaciones más jóvenes que la mía es que sigan formándose, ya que la educación sigue siendo el principal instrumento para conseguir un mejor nivel de vida. Creo también que debemos hacernos oír y reclamar unas políticas públicas de vivienda y empleo más eficaces, que al fin y al cabo contribuirán al progreso de nuestra sociedad.

Publicado en: Entrevista