Pablo Martín-Aceña, Premio del Consejo Social: 'Si el FMI no existiera habría que inventarlo'
Pablo Martín-Aceña ha recibido el Premio del Consejo Social en el área de Ciencias Sociales con un proyecto, convertido en un libro, sobre la Historia del Fondo Monetario Internacional, que este año ha cumplido 75 años.
Pablo Martín-Aceña. |
Es un organismo tan odiado como necesario. Así lo ha demostrado a lo largo de sus ya ‘prolongados’ 75 años de existencia. Pero, ¿lo conocemos, más allá de los titulares de prensa que, de vez en cuando, nos advierten de su intervención en tal o cual país? En esta entrevista, el profesor de la UAH, experto en Historia de la Economía, nos acerca a su origen
-Profesor, imaginamos que satisfecho con este reconocimiento
-Sí lo estoy. Los requisitos para optar al Premio del Consejo Social siempre son muy estrictos y poder optar a él y ganarlo es una gran satisfacción, más que nada porque la competencia es mucha y, además, mi compañero de viaje, con quien comparto el premio ex aequo, también es un gran investigador.
-Háblenos de este estudio
-Es una investigación que inicié hace año y medio por encargo del actual decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Empresariales y Turismo de nuestra Universidad, porque se cumplía el 75 aniversario del Fondo Monetario Internacional. Es verdad que todo el mundo ha escuchado hablar del FMI, porque es muy mediático y, además, casi siempre para atacarlo, porque tiene mala prensa, pero es poco conocido. Este estudio viene a poner un poco de luz sobre cómo surge y por qué es tan necesario.
-¿Cómo surge el FMI?
-Se crea el 2 de julio de hace 75 años en la Conferencia de Breton Wood. En este encuentro surgen dos instituciones que han pervivido a lo largo del tiempo: el Banco Mundial y el FMI. Este último nació para velar por la estabilidad del sistema financiero internacional, reconstruirlo, después de la II Guerra Mundial y la Gran Depresión. Fue la Administración Americana y el Gobierno Británico los que empezaron a pensar en cómo organizar el ámbito monetario después de la guerra, porque el presidente Roosevelt y su Secretario de Estado, Henry Mongerthau, siempre pensaron que el origen de la guerra en Europa había contribuído la fragmentación, la creación de bloques monetarios económicos después de 1929 había sido un caldo de cultivo para el enfrentamiento. Porque donde hay cooperación, intereses mutuos, es mucho más complicado que surja un conflicto que termine en una guerra mundial. El FMI surge entonces como un organismo para debatir y discutir, para dar estabilidad a las monedas y a los sistemas monetarios adheridos. Hubo negociaciones desde 1942 entre americanos y los británicos. La propuesta americana la lideró un joven economista, Harry Dexter White, y la británica estuvo liderada por el ya entonces economista mundialmente conocido, John Maynard Keynes. A pesar de todo, venció la propuesta americana, mucho más abierta, menos restringida, que preveía un papel supervisor del FMI, frente a la propuesta keynesiana, mucho más proteccionista.
-Sin duda, la integración en el FMI supone la cesión de cierta soberanía
-Una vez integrado, un país no puede hacer de su capa un sallo. Tiene que cumplir ciertas reglas y pedir permiso para modificar los tipos de cambios, ajustar las paridades… Y si piden dinero para estabilizar sus economías, el Fondo lo proporciona, pero bajo condiciones. Sí, en cierta medida supone una cierta pérdida de soberanía…
-El FMI ha mostrado su solidez en estos 75 años, profesor, a pesar de las críticas
-Sí, los críticos dicen que todo lo ha gestionado mal, a veces no se ha anticipado; otras se ha equivocado en el diagnóstico… pero lo cierto es que los países acuden al Fondo in extremis, cuando ya no les queda más remedio, en situaciones muy extremas, porque los países ya no obtienen financiación ni de los bancos ni de las instituciones de crédito. Cuando uno está en la ruina, no le presta nadie y el FMI es el prestamista en última instancia, y está obligado a prestar. Claro, eso obliga a cumplir las condiciones impuestas, pero es la última alternativa, porque el FMI no es una agencia de desarrollo ni una ONG.
-El número de socios lo refleja: 189 países forman parte del FMI…
-Sí. Lo vilipendian, lo atacan, pero nadie se sale. El FMI expulsó a Cuba por impago de la deuda y Checoslovaquia se salió en protesta contra la denegación, en su día, de la solicitud de China continental, que exigía la expulsión de Taiwán y el FMI no lo consintió. Es verdad que no es un organismo equitativo, no todos los países tienen el mismo poder decisorio y es obvio que EE.UU. ha sido siempre hegemónico y ahora la UE también ejerce ese poder hegemónico y un ejemplo de ello es que siempre los directores gerentes del FMI tienen que ser europeos o americanos y eso es una mala imagen.
-Christine Lagarde fue la primera mujer directora gerente…
-Sí, en toda su trayectoria, nunca antes una mujer había dirigido el FMI. Ahora la ha sustituido otra mujer, europea también… Pero resulta endogámico, porque hay personas capaces en muchos otros ámbitos territoriales fuera de EE.UU. y la UE.
-¿Sigue siendo útil el FMI en este momento?
-Su utilidad tiene la misma vigencia y seguirá siendo útil mientras que haya un país en bancarrota al que no le preste nadie. Además, el FMI tiene funciones de capacitación, de ayuda técnica, que pasan desapercibidas, pero son muy importantes para los pequeños países.
-Profesor, una penúltima reflexión: y es que, ni la revolución tecnológica ni el paso del tiempo han acabado con determinadas organizaciones surgidas en esa medianía del siglo XX, ¿por qué?
-El Banco Mundial, el FMI, la ONU, han sobrevivido a los avatares de la historia, sí. Creo que estas instituciones surgieron con un espíritu de cooperación que a día de hoy sigue siendo fundamental para el mantenimiento de la paz y el equilibrio mundiales.
-Cuando usted analiza la historia del FMI, ¿qué lección extrae?
-Pues una lección similar a la que expresó Felipe González en la celebración del 50 aniversario del FMI, que tuvo lugar en Madrid, siendo él presidente del gobierno de España. González dijo: ‘si no existiese el FMI, habría que crearlo’. Yo también pienso lo mismo: es mejor disponer de organismos que facilite la cooperación, en los que todo el mundo se pueda tirar los trastos y discutir para llegar a consensos. Porque si no existieran este tipo de organismos que defienden el multilateralismo, los conflictos podrían acabar de otra manera…
Publicado en: Entrevista