FrailCheck, un sistema para ayudar a mejorar el estado físico de los mayores

Investigadores del subgrupo GEINTRA-US&RF del Departamento de Electrónica de la UAH han desarrollado un sistema para ayudar a valorar la fragilidad en pacientes ancianos a partir de cambios en su actividad física.

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Juan J. García y Ana Jiménez.

El proyecto está financiado por la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha y cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional. En esta entrevista explican el proyecto los profesores Ana Jiménez Martín y Juan Jesús García Domínguez

-¿Cómo surge el proyecto FrailCheck?
-El subgrupo de investigación GEINTRA-US&RF tiene una amplia experiencia en sistemas de localización y posicionamiento en espacios inteligentes. Desde hace unos cinco años hemos orientado este conocimiento a aplicaciones de ‘Inteligencia Ambiental para la Vida Independiente’, desarrollando fundamentalmente sistemas para la monitorización y asistencia dirigidos a la población anciana o personas con algún nivel de dependencia. En el caso concreto del proyecto FrailCheck la idea surgió de la estrecha colaboración que mantiene el grupo de investigación con el Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Guadalajara, a través de proyectos previos en los que se evaluaban trastornos del sueño.  En este proyecto participan investigadores del Departamento de Electrónica, personal médico y asistencial de la residencia Albertia-Las Palmeras de Azuqueca de Henares y geriatras del Hospital Universitario de Guadalajara. También colabora el Parque Científico Tecnológico de Castilla-La Mancha, que nos está ayudando mucho en la difusión del proyecto y en la búsqueda de voluntarios para realizar pruebas.

-¿En qué consiste el proyecto FrailCheck y a quién va dirigido?
-El proyecto FrailCheck trata de ofrecer información objetiva relativa a la actividad física de las personas mayores como ayuda al diagnóstico de la fragilidad. La fragilidad es una enfermedad de los mayores que hace que comiencen a perder sus capacidades funcionales, físicas y mentales. Al disminuir esas capacidades intrínsecas aumenta su vulnerabilidad, por lo que hay que tratar de retrasarla todo lo que sea posible.
Se ha comprobado que el ejercicio físico puede ralentizar la evolución de la fragilidad e, incluso, en algunos casos, revertirla, por lo que en los últimos años se está dando un protagonismo muy importante a este aspecto en el sector de la población mayor también. La fragilidad se puede evaluar a través de parámetros asociados a la actividad física y capacidad para realizarla. Hay distintos protocolos clínicos, en los que se incluye la medición de la velocidad de la marcha de un paciente o lo que tarda en sentarse y levantarse en una silla cinco veces, entre otras pruebas. El problema es que estos parámetros físicos se miden de forma puntual en la consulta, por lo que además de ser un valor aislado puede estar falseado por el ‘síndrome de la bata blanca’, sin obviar el sesgo del propio facultativo al realizar la prueba. Nuestra propuesta es hacer un seguimiento del paciente durante varios días para evaluar estos parámetros y repetir las pruebas periódicamente para hacer un seguimiento. Además de la evaluación de su actividad física -a través de estimar el número de pasos dados, distancia recorrida, velocidad media…-, si su vivienda habitual está sensorizada se pueden generar patrones de comportamiento relativos a su movimiento. Cualquier cambio que se observe respecto al patrón permitiría al facultativo detectar un posible deterioro físico o cognitivo, o evaluar cómo responde el paciente ante un tratamiento, tanto farmacológico como físico o nutricional.

-¿Lo estáis aplicando?
-El proyecto está atravesando su ecuador, pero aun así ya se está haciendo el seguimiento de distintos voluntarios, lo que está permitiendo ir avanzando tanto en el diseño y desarrollo de la tecnología asociada, como en los protocolos de actuación y seguimiento, ya que no hay precedentes en este sentido. Aunque el volumen de pacientes es todavía bajo, los primeros resultados son muy prometedores tanto desde el punto de vista clínico, como desde el punto de vista de ingeniería en el desarrollo de la solución tecnológica. Por lo tanto, podríamos decir que este proyecto podría ser el punto de partida para otros.

-¿Cómo se implementa, es decir, a qué personas, en qué número, cómo se instala y dónde el dispositivo?
-El proyecto contempla distintos aspectos a evaluar. El más inmediato es el seguimiento de la actividad física del paciente a través de un sistema inercial. El dispositivo utilizado hasta la fecha es del tamaño de una caja de cerrillas y se coloca en el tobillo del paciente con ayuda de una cinta con velcro. Si se lleva pantalones queda totalmente camuflado y no se ve nada, otra cuestión diferente es cuando las señoras llevan falda; pero estamos buscando distintas alternativas para poder adaptarlo a las necesidades específicas de cada paciente. Este dispositivo lo portan durante el día y se lo quitan por la noche, ya que es necesario cargarlo. Lo ideal sería llevarlo durante las 24 horas del día y así también se podrían detectar posibles trastornos del sueño. Dada la limitación de la batería, con algunos pacientes estamos usando dos dispositivos, uno para el día y otro para la noche, para disponer de una monitorización completa.
Por otro lado, se está trabajando con redes sensoriales en el entorno habitual del paciente para extraer información de forma indirecta. En este sentido, se han instalado sistemas de localización en zonas singulares del hogar que permitan extraer pautas de comportamiento. Otra de las vías en la que se está trabajando es en el análisis del consumo eléctrico del hogar, para detectar el uso de sistemas eléctricos, principalmente electrodomésticos, de manera que se pueda vincular este uso a actividades de la vida diaria. Esperamos que la fusión de todas las fuentes de información que manejamos proporcione información muy valiosa al facultativo de la actividad y rutinas del paciente, de manera que le sirva de ayuda a la hora de diagnosticar, generar terapias específicas y realizar el seguimiento de estas.

-¿Qué conclusiones podéis sacar de este proyecto, nuestros mayores son tan sedentarios como el resto de la población adulta?
-Ahora mismo es pronto para sacar conclusiones, pero a partir de las primeras pruebas se ve una gran dispersión de resultados en función del estado actual del paciente y de sus hábitos previos. Lo que sí se confirma es que aun en los casos de una actividad física correcta o elevada, el ejercicio físico es muy limitado. Por lo tanto, todavía queda mucho trabajo por hacer de concienciación y cambio de rutinas para incrementar el ejercicio físico regular, pero para que sea efectivo en las personas mayores debería introducirse mucho antes.

-Es un ejemplo más de cómo disciplinas tan distintas como la atención sanitaria se combina con la electrónica y da unos frutos maravillosos…
-Realmente así es y, sin duda, la experiencia está siendo muy enriquecedora. Es importante destacar que FrailCheck no es un sistema desarrollado que valoran los médicos, sino que es un sistema que se está diseñando desde el origen con los agentes implicados (pacientes, médicos, personal asistencial, etc.) de manera que se está adaptando en función de los resultados observados a la realidad de los usuarios.

 

Publicado en: Entrevista