El catedrático Carlos Alvar, Premio ‘Julián Marías’ a la trayectoria investigadora

El catedrático de Filología Románica y de Literatura Española de la Edad Media, Carlos Alvar, ha obtenido el Premio de Investigación de la Comunidad de Madrid ‘Julián Marías’ a la carrera científica 2017. Este reconocimiento valora las aportaciones realizadas por Alvar ‘al avance del conocimiento y al progreso y la dignidad del hombre’.

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Carlos Alvar.

En el despacho del profesor Carlos Alvar lucen 9 de los 12 tomos previstos de la Gran Enciclopedia Cervantina (el décimo se presentará la semana próxima). Junto a estas estanterías, otras tantas con decenas y decenas de títulos, muchos de ellos editados por el ahora Instituto de Investigación Miguel de Cervantes (antes Centro de Estudios Cervantinos). Él no lo dice abiertamente, pero se percibe cuando habla que es este Centro y toda la actividad que ha generado desde su creación, en 1991, uno de sus grandes orgullos, no exento de sacrificios. Ahora, con la perspectiva que da el tiempo transcurrido y una prolija actividad científica diversa y múltiple, igual que esa Edad Media a la que ha dedicado fundamentalmente su investigación, el profesor Alvar recoge reconocimientos, que se valoran mucho más y mejor cuando se entregan sin esperarlos.

-Profesor Alvar, ¿cómo ha acogido este Premio que reconoce su trayectoria investigadora?
-La verdad, fue una sorpresa enterarme que habían presentado mi candidatura y lo fue aún mayor saber que ‘medio mundo’ estaba involucrado en el apoyo a la misma. Y cuando digo medio mundo es literal, porque han sido colegas de mi profesión de todo el mundo los que han apostado por mi candidatura. Los premios siempre alegran y muchas veces, como ahora, sirven de acicate para seguir trabajando…o para animarte a la retirada (dice sonriendo). Bromas aparte, las carreras nunca se hacen en solitario y pienso que en la decisión del jurado han pesado muchas otras cosas, como la capacidad de haber formado equipos, a veces muy numerosos, como es el caso de la Gran Enciclopedia Cervantina, en la que trabajan más de 200 investigadores. Y también la proyección de carácter social, que ha sido grande en algunos ámbitos: fue durante la época en que fui vicerrector de Extensión Universitaria cuando se puso en marcha la Universidad de Mayores, que ha tenido un gran éxito.

-A pesar de las dificultades que tiene la divulgación científica en Humanidades, su investigación ha sido muy rica… Ha publicado más de 300 artículos y más de 30 libros especializados en literatura medieval española y románica en general, ¿cuáles han sido sus últimos trabajos?
-En este momento estoy ultimando un libro sobre los apellidos de origen literario, otro libro sobre El Quijote en el cine y otro sobre las normas de comportamiento en la mesa durante la Edad Media, que me ha deparado grandes sorpresas. Y en breve saldrá un artículo, de más de 50 páginas, que me ha dado muchos quebraderos de cabeza, sobre el nombre de las aves rapaces nocturnas en la literatura española medieval. Todos ellos son trabajos que han ido avanzando a lo largo de muchos años, porque el tiempo para investigar no suele ser mucho.

-Y también ha tenido mucha repercusión su labor como promotor de asociaciones…
-Sí, me siento muy orgulloso de ser socio fundador de la Asociación de Cervantistas, de haber creado la Asociación Hispánica de Literatura Medieval y también he puesto en marcha revistas científicas que tienen la máxima puntuación. Todo esto imagino que también se ha valorado a la hora de otorgar el Premio, más allá de una actividad investigadora que se podría reducir a un simple ejercicio de disfrute personal.

-Usted, además, tiene una vertiente internacional muy potente ¿qué le ha aportado?
-He vivido fuera de España más tiempo que dentro. Estuve en Roma, donde aprendí cómo era otra universidad y estuve en Harvard, y he estado en Alemania, en Suiza… Desde que tengo 7 años he aprendido en la enseñanza pública y he conocido a profesores con una gran altura intelectual y enorme generosidad, empezando por mi padre y continuando por otros maestros, como José Manuel Blecua Teijeiro o Martín de Riquer o la catedrática de portugués, Luciana Stegagno-Picchio. Es gente que ha ido modelando mi forma de ser. Para mí también fue muy enriquecedor el período que estuve como vicerrector en la UAH, que fue un período largo, y también mis estancias en las universidades suizas de Basilea y, sobre todo, de Ginebra, donde he conocido a fondo dos sistemas universitarios distintos…

-¿En Humanidades la investigación supone un sobreesfuerzo?
-Digamos que es más difícil de explicar que la investigación en Ciencias, porque más allá de la innovación, el trabajo que hacemos es útil como transmisor de conocimientos y a nivel estético, del mismo modo que es útil la belleza, y son útiles los museos, los jardines y los parques, las ciudades bien planeadas…y muchas veces no hay repercusión inmediata, pero a la larga acaban siendo el signo de identificación de una sociedad.
 
-La Gran Enciclopedia Cervantina es uno de los grandes proyectos de su vida, ¿cómo surge?
-Sí, sí lo es, a pesar de que yo no me considero cervantista…El origen de este proyecto fue un ‘accidente de la naturaleza’: en un momento dado se crea aquí el Centro de Estudios Cervantinos; el único catedrático de literatura vinculada al mundo de la caballería andante soy yo y me nombran director. De eso hace ya más de 25 años y aquí seguimos, con la misma responsabilidad que el primer día, intentando que los proyectos a corto, a medio y largo plazo planteados inicialmente se desarrollen. Y eso sin contar prácticamente con apoyo público y sacrificando, por qué no decirlo, proyectos que podrían haber sido más interesantes a nivel personal. Se trata de un gran esfuerzo de gestión por parte nuestra y de generosidad por parte de todos los que colaboran con nosotros de forma completamente altruista, por increíble que parezca.
La Enciclopedia surge porque se había publicado mucho sobre Cervantes, pero era imposible hacer una biblioteca cervantina; suple esta carencia y simplifica el acceso a Cervantes, a la obra de Cervantes. Es verdad que Internet, ahora, ha venido a resolver muchos problemas de accesibilidad, pero en sus inicios (año 1991) Internet no estaba tan desarrollado. Además, aporta mucha visibilidad que estos volúmenes estén en las bibliotecas del mundo.

-¿De qué investigación de las que ha realizado se siente más orgulloso, más satisfecho?
-Todas son hijos…pero normalmente satisface más lo que te resulta más complicado. He trabajado mucho sobre lírica en la Edad Media y los colegas recopilaron más de una veintena de trabajos míos en un libro y los comentaron, y eso me ha dado mucha satisfacción.

-¿Y cuál es la investigación con la que sueña?
-Realmente el libro que a mí me gustaría escribir es una historia de la civilización a través del vocabulario, de cómo el vocabulario va poniendo de manifiesto las transformaciones. Bueno, lo haré o no lo haré; de momento lo estoy pensando…

-Después de acabar la Gran Enciclopedia Cervantina, ¿cuál será su siguiente reto?
-A ver si pesco salmones o empiezo a regar las flores del jardín (dice bromeando). Creo que ya puedo jubilarme…

-¿Un universitario se puede jubilar?
-Creo que no, pero se puede ir a un ritmo distinto y empezar a abandonar obligaciones administrativas… Además, hay que dejar paso a los jóvenes, que también necesitan trabajar. Creo que los que ya tenemos algunos años debemos tratar de transmitir nuestra experiencia y, sobre todo, ayudar a los más jóvenes en lo que podamos a través de las relaciones académicas.

-Un consejo para algún joven universitario que se esté planteando centrar su investigación en la literatura medieval…
-Que los designios de Dios son inescrutables… pero no deben sentir temor por marcharse. Todos hemos estado fuera, todos hemos tenido movilidad, eso es lo que nos aleja de la cruz de nuestra parroquia, como dicen los mejicanos. Salir fuera es conocer otro mundo, otros métodos de investigación, es abrir la mente y descubrir otra bibliografía, otros referentes. Que vayan a los congresos, porque allí pueden conocer a los maestros y a los jóvenes de su generación, con los que tendrán que tejer redes. Y es verdad que investigar en España es muy complicado, y hay que estar decidido a hacerlo.

 

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