La Universidad de Alcalá ha realizado el primer Estudio Estatal de Convivencia Escolar en Educación Primaria a petición del Ministerio de Educación y Formación Profesional
El Grupo de Investigación e Innovación en Inclusión, Mejora Educativa, Convivencia y Aprendizaje Cooperativo de la Universidad de Alcalá, liderado por el profesor Juan Carlos Torrego, ha realizado el mayor análisis hasta la fecha sobre la convivencia en las escuelas, teniendo en cuenta la opinión de todos los actores que participan en la armonía: el estudiantado y sus familias, los equipos directivos, el profesorado y las estructuras de orientación del centro.
- ¿En qué consiste el estudio y cómo ha participado la UAH en él?
El informe es un estudio general de la situación a nivel nacional en el que han participado 460 centros públicos, 43 privados y 149 concertados y que ha contado con datos procedentes de una muestra muy amplia de 37.333 encuestas realizadas.
La Universidad de Alcalá se ha ocupado de tres grandes cuestiones en este análisis: por un lado, ha realizado una revisión del marco teórico para entender, comprender y mejorar la convivencia en primaria.
Después, ha diseñado los instrumentos para evaluar la convivencia en los centros de educación primaria creando cinco grandes cuestionarios dirigidos específicamente a cada grupo que forma la comunidad educativa: familias, alumnos, equipos directivos, profesorado y estructuras de orientación. Además, estos instrumentos de evaluación podrían servir para obtener evidencia científica y como pauta si se aplican anualmente para conocer la evolución del estado de la convivencia en los centros de educación primaria.
Y, en tercer lugar, el estudio propiamente dicho, que servirá para que las administraciones y los profesionales de la educación puedan establecer pautas de intervención basadas en evidencia científica. Que el Estado haya pensado en analizar la situación de convivencia en los centros es importante. La buena convivencia influye en el bienestar de la población infantil y en su rendimiento, ya que cuando la convivencia no es buena, es muy difícil aprender. Además, se está convirtiendo en un requisito que los alumnos desarrollen competencias cívicas y sociales, que forman parte del propio proyecto educativo.
- ¿Cuáles son las grandes conclusiones del estudio?
- Los temas en los que nos hemos centrado son la calidad de la convivencia que daría como resultado una valoración global por cada uno de los grupos a los que hemos preguntado y cómo se encuentra la relación entre los distintos miembros de la comunidad educativa. Aquí podemos incluir los obstáculos a la buena convivencia y cómo se gestionan.
De este análisis podemos deducir que, a nivel general y en todos los grupos, la valoración de la convivencia es buena, aunque siguen prevaleciendo algunos obstáculos que generan sufrimiento en algunos alumnos. Por ejemplo, un 9,5% de los alumnos declara haber sufrido bullying, tras informarles de la definición de ese término.
También preguntamos a los alumnos si habían sido acosadores, a lo que respondieron afirmativamente un 4,5 %, incluyendo el ciberacoso.
Y otro elemento que sigue prevaleciendo tiene que ver con la disrupción en el aula y con molestias entre compañeros/as, situación que lleva a tener que pedir ayuda (prácticamente un 50% del alumnado señala que esto es algo muy frecuente en su día a día). En general los propios alumnos y alumnas perciben también que hay peleas y que se tratan mal entre compañeros. Podríamos recoger como algo positivo que el alumnado señala que, ante estas situaciones, el alumnado se defiende de una manera pacífica.
Por último, hemos abordado un tercer bloque relativo a las condiciones para construir la convivencia en los centros de educación primaria, y en él se abordaron todos aquellos aspectos necesarios para construir una convivencia de calidad, apoyándose en la literatura científica en este campo en el que venimos trabajando nuestro grupo de investigación IMECA. Los colectivos entrevistados hacen una buena valoración de las condiciones para construir la convivencia en los centros. Hemos estudiado varias dimensiones, habilidades para construir una convivencia de calidad, construcción democrática de normas de convivencia, nuevas estructuras de estructuras de gestión de la convivencia y aspectos curriculares, como es el caso de las estrategias metodológicas, ya que hemos comprobado que unas determinadas metodologías generan una mejor convivencia en los centros educativos.
- ¿Cuáles son esas nuevas estructuras de gestión de la convivencia?
- La nueva generación de programas de convivencia son los programas de mediación y alumnos ayudantes de convivencia en donde la literatura científica insiste que son claramente preventivos para atender los problemas de convivencia en los centros educativos. Se ha recogido en las encuestas que, según el profesorado solo están activos en un 35% de los centros los programas de alumnos ayudantes y un 56,8% cuenta con programas de Mediación. Por lo tanto, son una iniciativa que hay que seguir impulsando.
Eso sí, la existencia de estos programas implica transferir responsabilidad al alumnado en la gestión de la convivencia. Por tanto, exige una revisión de los modelos de gestión de la convivencia, avanzando hacía una superación de los modelos punitivos sancionadores, avanzando hacia modelos de resolución dialogada de los conflictos donde prime un enfoque integrado y restaurativo más acorde con el propio proyecto educativo de los centros.
Por ejemplo, en el programa de mediación, donde seleccionamos a unos alumnos en el centro para que actúen como terceras partes imparciales en la gestión de conflictos.
Pero estos programas necesitan de una formación dirigida a los alumnos, las familias y los propios profesores, para ofertar el servicio con garantías de calidad y actúen de un modo confidencial, respetuoso, y utilicen la herramienta del diálogo y la escucha activa. Y también de una supervisión que significa disponer de una persona en el centro, un coordinador de convivencia y de bienestar, con una formación suficiente para poner en marcha estos programas y supervisar su funcionamiento, una figura que aún no está disponible en la mayoría de los centros.
La Universidad de Alcalá es pionera en la formación para la mediación educativa y de todo tipo: civil, mercantil, penal, familiar… gracias al Máster propio en mediación y al Diploma de Experto en Convivencia y Mediación de Conflictos en el Ámbito Educativo.
La segunda herramienta con la que estamos trabajando son los programas de alumnos ayudantes de convivencia, a partir de crear una red de alumnos comprometidos con la convivencia para la prevención de cualquier tipo de violencia. Son muy útiles, por ejemplo, para atender problemas de acoso escolar porque a veces el profesor no es consciente de la situación. Solamente el 30,9% de los alumnos que dice haber presenciado un caso de acoso, se lo comunica a un profesor, un 20% a la familia y un 14% a un compañero, lo que nos indica el importante papel de las personas cercanas para estar atentas y poder intervenir.
Uno de los grandes problemas de estos programas es que se inician de un modo improvisado, pero no se estructuran de un modo sistemático, con una buena selección de los alumnos, con formación y con supervisión. Sin estos ingredientes, estos programas no funcionan.
- ¿El resto de los compañeros no lo ven como el chivato?
- Esa pregunta me la suelen hacer antes de ver funcionar estos programas. El fenómeno de acoso escolar se produce en los centros educativos porque se da el triángulo de la violencia: en un vértice se encuentran los acosados, en otro los acosadores, y el tercer vértice es el de los espectadores, que normalmente no se comprometen con las víctimas. Sin embargo, con este programa rompemos el triángulo del acoso, otorgando compromiso moral a los espectadores que se convierten en espectadores solidarios con las víctimas denunciando el acoso. Disponemos de datos concluyentes de que el fenómeno del bullying tiende a atenuarse cuando no a desaparecer cuando se instala este programa.
- ¿Qué propuestas o recomendaciones incluís en el estudio?
Una de las líneas más prometedoras de intervención para la prevención de la violencia y mejora de la convivencia es contar con estrategias metodológicas activas porque se aplican metodologías como el aprendizaje cooperativo en las aulas, los alumnos se sienten incluidos y hay menos posibilidades de que tengan comportamientos antisociales disruptivos. La Universidad de Alcalá, desde hace 15 años, ofrece un Diploma de Experto en Aprendizaje Cooperativo orientado a potenciar esa metodología.
Además, también proponemos que los documentos institucionales, como por ejemplo el plan de convivencia, se conviertan en manuales funcionales y prácticos.
La siguiente recomendación es que la convivencia exige una reflexión sobre el propio modelo de gestión. Y ahí proponemos una superación de los modelos punitivos hacia modelos más restaurativos, pero para ello necesitamos las herramientas de las que hemos hablado, como mínimo, el programa de mediación y los alumnos ayudantes de convivencia.
Además, es necesario seguir manteniendo una buena colaboración con las familias, impulsando la figura de la acción tutorial y enfoques de construcción participativa de las normas porque los alumnos se sienten por tomar esas decisiones en conjunto.
Por último, ya que hemos creado las herramientas de medición, se debería examinar la convivencia de forma regular. De hecho, cada centro educativo, si se les facilitara el trabajo, podría hacer un auto chequeo de la convivencia para elaborar su propio plan de convivencia y acompañarlo de una evaluación.
Desde la Universidad, como grupo de investigación, nos hemos puesto a disposición, en este caso de la comunidad educativa del Estado español para seguir colaborando.
Publicado en: Entrevista