La geóloga de la UAH Teresa Bardají analiza las características y posibles consecuencias del volcán de La Palma
La erupción de Cumbre Vieja ha provocado en las últimas semanas una auténtica catástrofe en Canarias. Por ello, la Universidad de Alcalá, en contacto con la Universidad de La Laguna, anima a toda su comunidad a ser solidaria a través de la siguiente web donde se disponen de los recursos habilitados para hacer llegar las donaciones.
Ante el fenómeno volcánico acaecido en la isla de La Palma y el enorme drama humano, la Universidad de Alcalá, en contacto con la Universidad de La Laguna, pone a disposición de la comunidad la siguiente web para realizar donaciones. Este hecho histórico, que mantiene expectante a los habitantes de Canarias y del mundo entero, lo explica la investigadora Teresa Bardají, catedrática de Escuela Universitaria en el Departamento de Geología, Geografía y Medio Ambiente de la Universidad de Alcalá. En su trabajo, analiza los cambios del nivel del mar pasados y la evolución climática y ambiental en islas volcánicas, como la región ultraperiférica y Cabo Verde. Tal y como adelanta la experta, el volcán de Cumbre Vieja, aunque esté activo, es de baja peligrosidad debido a que en el índice de explosividad volcánica (IEV) indica que está entre 1 y 2 en una escala del 0 al 8.
Por ahora, la erupción es de tipo Stromboliano puesto que combina la expulsión de lavas fluidas y piroclastos. La imagen, siendo tan novedosa y angustiosa a un mismo tiempo, no es la primera vez que ocurre en el Archipiélago. Por ejemplo, el último hecho histórico en este sentido fue el del volcán Tagoro, en la isla de El Hierro, en 2011, y en la misma Isla Bonita el volcán de Teneguía en 1971, por lo que hay isleños que ya han contemplado rugir a la tierra dos veces en su vida. El área afectada ha sido declarada por el Gobierno de España como zona catastrófica tras haber provocado la evacuación de más de cinco mil personas y la destrucción de más de 400 edificios.
- ¿Cómo definiría la actividad sísmica de Canarias?
- La actividad sísmica que está teniendo lugar en las islas Canarias es la normal asociada a islas volcánicas en actividad, la cual se relaciona con los movimientos ascendentes del magma intentando encontrar una salida a superficie. Lo habitual es que los sismógrafos se disparen y se genere lo que se denomina tremor volcánico, que no es más que el registro de una agitación sísmica continua de baja magnitud producida por el movimiento del magma previamente a la erupción. También, se pueden producir terremotos de baja magnitud (enjambre sísmico) y profundidad progresivamente menor, producidos por el movimiento ascendente del magma en los momentos previos a la erupción. La actividad sísmica se considera un fenómeno precursor de una erupción.
- Muchos expertos vaticinan que la erupción puede durar desde varias semanas a varios meses, ¿a qué se debe?
- La duración de una erupción volcánica está relacionada con la cantidad de magma que deba evacuarse desde la cámara magmática, que puede a su vez retroalimentarse por lo que es muy difícil calcular cuánto va a durar. La erupción histórica de menor duración fue la del Teneguía (1971) que duró 24 días.
- ¿Es peligroso la entrada de lava al mar?
- Las coladas de lava, al llegar al mar, han producido fuertes explosiones, acompañadas de gases de diferente naturaleza y vapor de agua como consecuencia del enfriamiento súbito de la colada al entrar en el mar. En principio, la peligrosidad asociada a estos gases será mayor únicamente en las proximidades del punto donde se produzca la entrada de la lava en el mar. Como consecuencia de este proceso, la isla ha ganado terreno al mar, tal y como ya ocurrió en otras erupciones históricas conocidas.
- Hay más de cinco mil personas desplazadas. ¿Esta zona cuándo volverá a ser habitable o ya es irrecuperable? ¿Qué pasará después de que finalice la erupción?
- Aunque es cierto que tendrá que pasar bastante tiempo para ello, antes o después toda esa zona volverá a ser habitable. No hay que olvidar que todas esas casas y campos de cultivo, se encuentran situados sobre coladas de lava previas, de naturaleza muy similar a estas. Además, las cenizas volcánicas pueden desarrollar suelos muy fértiles, y en unos plazos bastante más cortos, lo que ayudará al restablecimiento de la agricultura en la zona. Una vez que finalice la erupción habrá que esperar todavía un cierto tiempo hasta que la lava se enfríe totalmente y se pueda empezar con la fase de recuperación y reconstrucción, para lo que habrá que seguir las indicaciones de las autoridades y organismos competentes.
Teresa Bardají, geóloga de la UAH |
- ¿Qué afectación tiene para el medio ambiente una situación como esta?
- La actividad volcánica es un proceso natural y por tanto es parte integrante del medio ambiente de la Tierra. Erupciones muy explosivas, con emisiones importantes de gases y cenizas pueden hacer que la temperatura global disminuya al dificultar la llegada de la energía solar a la Tierra. Erupciones de este tipo fueron p.ej. la del Pinatubo (1991; IEV 6) o las del Krakatoa (1883; IEV 6) o el Támbora (1815; IEV 7). No es el caso del Cumbre Vieja, que con un IEV de entre 1 y 2, nunca llegará a emitir esas cantidades de material piroclástico. Por otro lado, en lo que se refiere a las cenizas y coladas de lava volcánicas, las primeras generan suelos de elevada fertilidad química, mientras que las segundas lo inutilizan para la agricultura durante cientos de años, formando lo que se conoce como “malpaís”.
- Las erupciones de los volcanes no dejan de ser eventos imprevisibles, ¿qué labores de prevención realizan los investigadores para minimizar los daños? ¿En qué líneas de mejora se trabaja actualmente?
- El riesgo volcánico, como cualquier otro tipo de riesgo natural, se basa en tres factores: Peligrosidad, Exposición y Vulnerabilidad. En lo que se refiere a la peligrosidad volcánica, poco se puede hacer excepto investigación y conocimiento del fenómeno. La exposición se refiere a bienes y personas expuestos al peligro, lo que podría minimizarse a través de Mapas de Riesgo, una planificación realista y previsora del territorio. Por último, la reducción de la vulnerabilidad se centra, entre otras cosas, en la elaboración de Planes de Emergencia, que incluyen alerta temprana y planes de evacuación y recuperación post-desastre. En la actualidad, las líneas de trabajo se dirigen en gran medida a establecer sistemas adecuados de alerta temprana que permitan la evacuación y la disminución de pérdidas de vidas. La planificación del territorio a partir de mapas de peligrosidad y riesgo es de alguna manera la asignatura pendiente, dirigiendo gran parte de los esfuerzos a la elaboración de estos mapas de riesgo, así como al conocimiento y divulgación de las situaciones de riesgo.
- ¿Cuáles son las técnicas que se utilizan para seguir la actividad de un volcán?
- A la hora de hacer un seguimiento de la actividad volcánica de una zona determinada, es imprescindible tener un conocimiento previo sobre la geología y la historia volcánica de dicha zona, ya que nos va a dar una información indispensable sobre el funcionamiento y grado de explosividad del volcán en cuestión. A partir de ahí, los volcanes activos deben ser vigilados constantemente para prever futuras erupciones. La vigilancia volcánica se basa en el estudio de todos aquellos fenómenos que pueden relacionarse con la actividad volcánica (terremotos, deformaciones del terreno, cambios geoquímicos y de temperatura, etc), utilizándose una instrumentación amplia y variada, entre la que cabe destacar: sismómetros y acelerómetros, que miden la actividad sísmica y los movimientos del terreno; GPS, Inclinómetros o imágenes radar desde satélites que ayudan a detectar deformaciones del terreno; análisis geoquímicos de gases en fumarolas y suelos; medidas de flujo de CO2; análisis geoquímicos de aguas subterránea a partir de un muestreo periódico de las mismas; medidas de los cambios de temperatura; gravímetros para detectar cambios en la aceleración de la gravedad; magnetómetros, que miden cambios en el campo magnético local; y por último técnicas geoeléctricas, como por ejemplo, Tomografía Eléctrica, que dan información sobre la estructura de los edificios volcánicos y de su grado de estabilidad.
- Ahora mismo, ¿hay otro escenario en el mundo o en las Islas que pueda asemejarse a este?
- Según el Global Volcanism Program, de la Smithsonian Institution, una de las instituciones de vigilancia volcánica de mayor prestigio internacional, hay alrededor de 50 volcanes activos (erupción continua o intermitente) a lo largo del globo, de los cuales cada día al menos 20 están en erupción. De todos ellos los más peligrosos son los que se encuentran en lo que se denomina Cinturón de Fuego del Pacífico, cuya explosividad puede alcanzar valores de 7 en la escala de IEV. Erupciones similares a la de La Palma (IEV 1-2), son las del Etna y Estrómboli (ambos en erupción), o la del Fagradalsfjall en Islandia. En Hawái, el Kilauea (IEV 0) cesó su actividad en mayo después de casi 160 días de erupción continuada.
- Ante la alarma causada se ve el desconocimiento en materia de catástrofes, aún viviendo la población canaria en terreno volcánico. ¿Vivimos ajenos a los volcanes?
- Yo creo que los habitantes de las islas Canarias conocen perfectamente el peligro al que están sometidos, de la misma manera que los habitantes de la fachada mediterránea conocen perfectamente el riego de inundación con el que conviven. Otra cosa diferente es que lo olviden, o piensen que no les va a ocurrir. El ser humano tiende a olvidarse de estos fenómenos extraordinarios, o de baja frecuencia, como es esta erupción o muchas de las inundaciones que estamos viendo estos días en España. Las pérdidas económicas causadas por desastres naturales siguen subiendo en todo el mundo a pesar de los avances tecnológicos y del desarrollo. Esto puede ser debido a que están fallando las tareas de divulgación e información. Los medios de comunicación no divulgan este tipo de información hasta que no ocurre un desastre, tal y como estamos viendo estos días. En sociedades especialmente sensibles a algún riesgo concreto, como es por ejemplo Japón con los terremotos, la información es continua desde que se va al colegio, hasta los más pequeños saben qué hacer cuando se produce un terremoto, y los edificios están especialmente diseñados para resistir. Como consecuencia de todo ello, las pérdidas económicas y de vidas se han minimizado enormemente desde la segunda mitad del s.XX.
- ¿Qué labores de divulgación podrían hacerse para luchar contra la desinformación y los bulos?
- En lo que se refiere a los bulos científicos, muchos son desmentidos desde su inicio por parte de la comunidad científica, como fue el caso del tsunami que iba a llegar a EEUU, pero no todos. El problema de estos bulos son las redes sociales y el acceso indiscriminado a información falsa que se divulga sin control. El catastrofismo y el morbo es el que vende. La mejor manera de luchar contra todo esto es hacer ver a toda la población, desde las edades más tempranas, la necesidad de acudir a fuentes de solvencia científica o administrativa, y no hacer caso de cualquier información que surja y que se convierta de pronto en trending topic. Es necesario fomentar la educación digital y la cultura científica en internet, no todo lo que está en las redes vale. En esta tarea, los medios de comunicación tienen mucho que decir y que aportar.
Publicado en: Entrevista