
Andrés Moya, maestro de la VIII Lección Magistral Andrés Laguna: un científico humanista del siglo XXI
Hace unos pocos días Andrés Moya Simarro se subía a la cátedra del Paraninfo para leer su lección magistral sobre microorganismos y cómo el ser humano convive con ellos, los padece pero también los necesita.
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Andrés Moya Simarro. |
Filósofo y biólogo, Moya Simarro ha llevado a cabo una amplia labor de divulgación y reflexión científica e intelectual con significativos avances en los campos de la genética, la evolución y la filosofía y está considerado uno de los máximos exponentes del humanismo médico en nuestro país.
En la actualidad preside la cátedra institucional FISABIO-U y es miembro fundador de las Sociedades Europea y Española de Biología Evolutiva y de la Sociedad Española de Virología. También ha ocupado a lo largo de su trayectoria profesional importantes cargos directivos en instituciones de renombre como el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva en la Universidad de Valencia, el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) y el Centro Superior de Investigación en Salud Pública (CSISP) del Gobierno Valenciano, donde dirige el Área de Genómica y Salud. Asimismo, es autor de alrededor de seiscientas publicaciones sobre genética, evolución y filosofía de la biología y, sus trabajos han sido galardonados en numerosas ocasiones por su contribución al progreso científico nacional e internacional.
En esta entrevista habla de Andrés Laguna, de las bacterias y de los proyectos en los que trabaja en este momento.
-Imaginamos que satisfecho con este reconocimiento, profesor Moya, aunque su trayectoria está repleta de ellos, a cuál más significativo… ¿qué representa este nombramiento como ‘maestro’?
-Me encontraba de estancia sabática en la Universidad de Harvard, en el mes Julio, cuando recibí un correo electrónico del Secretario del Consejo de la Lección Magistral Andrés Laguna, José Antonio Sacristán. Para mí fue toda una sorpresa, muy grata por cierto, sumido como estaba en mi trabajo de investigación en esa Universidad.
Debo decirle que me agrada este nombramiento por la empatía y la afinidad con Andrés Laguna. Supongo que mi doble formación como científico y como filósofo me aproxima, salvada la distancia del tiempo, a esta enorme figura del humanismo renacentista español. Para mi va a ser emocionantes leer una lección en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá.
-La conferencia es interesante desde el título, ‘Yo soy yo con mis microbios’, pero ¿esa es la realidad?
-Debo indicarle que he empleado mucho más tiempo pensando sobre cuál sería la idea central de la lección que la escritura de la misma. Y el ‘eureka’ se hizo esperar, aunque creo que se me vino encima leyendo sobre la labor filológica de Andrés Laguna. Luego me di cuenta que el concepto de Ortega y Gasset sobre que ‘yo soy yo y mi circunstancia’ podría servir, mucho más allá de la mera metáfora, para entender qué sea eso de la relación de nosotros con los microorganismos con los que convivimos íntimamente. A partir de ahí desarrollé la lección. Primero empiezo con un análisis filológico de la diferencia entre ‘yo y mis microbios’ y ‘yo con mis microbios’. Y no es lo mismo, porque ‘y’ implica una unión mucho más íntima con ellos de lo que creo es en realidad. De ahí que me vaya a ‘yo con mis microbios’. Digamos que con esta acepción de ‘vivir con’ vengo a indicar que nosotros vivimos con ellos y ellos con nosotros, pero manteniendo cada uno su individualidad.
-De todos modos, profesor, los microbios, las bacterias, son nuestros aliados, pero también se están convirtiendo en unos enemigos cada vez más difíciles de batir… ¿qué tienen las bacterias, por qué son las campeonas de la supervivencia?
-Bueno, son nuestros aliados ‘hasta cierto punto’. Mi frase ‘yo soy yo con mis microbios’ trata de dar a entender que la convivencia benéfica ha sido un proceso evolutivo que ha llevado su tiempo. Pero no podemos afirmar que todos ellos sean benéficos; en realidad no todos lo son, aún a pesar de vivir estrechamente con nosotros.
¿Por qué son unas campeonas de la supervivencia? Pues la respuesta está en la edad. Cuando seres complejos como nosotros aparecimos sobre la faz del planeta hace más de quinientos millones de años, ellas llevaban más de tres mil millones de evolución. Eso da mucho tiempo para sacar ventaja y aprender a vivir y sobrevivir en todo tipo de ambientes y condiciones.
-Es muy curioso, usted es un hombre de ciencia y también es un hombre de humanidades. Un poco como Andrés Laguna y todos los grandes de su tiempo. Es que no son incompatibles, ¿verdad? ¿Qué le ha aportado la filosofía a un científico como usted?
-He pensado y escrito mucho al respecto. Debo reconocerle que no es la situación habitual, al menos en nuestro país, donde el científico, casi por definición, está entregado a su especialidad. Mi formación filosófica me ha llevado, desde siempre, a hacerme cuestionamiento fundamental de toda la actividad científica que he llevado a cabo. Esto me ha permitido tener una visión, cómo diría, externa o desde fuera, de la propia ciencia, convirtiéndola en objeto de reflexión. También debo indicarle, siguiendo a lo que yo considero los grandes científicos de todas las épocas, lo importante que es nutrirse de saberes y conocimientos que están fuera del dominio profesional de cada uno. Mi maestro en esto es Darwin. Su idea de selección natural se le vino encima leyendo la obra de sociólogos y economistas de su época.
-Háblenos de sus proyectos, ¿en qué está trabajando ahora?
-Pues en dos grandes líneas, una que ya lleva años de recorrido, y otra que es más antigua y de la que prácticamente no he hecho nada más que ‘pensar’. Mi campo de investigación es el microbioma, tanto el de los animales como el humano. Es un campo relativamente reciente y del que todavía vamos a esperar muchas y grandes novedades, con respecto a la comprensión fundamental de cómo y por qué conviven íntimamente microbios con otros organismos.
Mi otra gran cuestión, pasión si quiere, es entender por qué se produce la complejidad biológica. Pareciera un tema resuelto con la teoría de la evolución, pero a mi juicio es una asignatura pendiente. La gran maravilla de la ciencia es su capacidad para reformarse, aunque lograr cualquier reforma sea una tarea titánica, como no puede ser de otra manera.
-Un mensaje para la comunidad universitaria, para terminar
-Creo que hay que reivindicar la ciencia en nuestras latitudes y en Iberoamérica, porque la ciencia será universal cuando se pueda llevar a cabo en cualquier lugar. Y esta lección ‘Maestro Andrés Laguna’ nos conecta con la historia de nuestra ciencia y ayuda a situar la ciencia española e iberoamericana en el mundo.
Publicado en: Entrevista
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