Por qué el odio mueve montañas y cómo hacer para evitarlo
Las profesoras Loli Porto y Elena de Felipe han organizado un ciclo de conferencias dedicadas a un sentimiento universal, el odio, abordado desde distintas disciplinas: la filosofía, el derecho, la historia y la lingüística
Puede parecer paradójico que un ciclo de conferencias centradas en el odio haya sido forjado gracias a la amistad y a las horas compartidas en un despacho de la Universidad de Alcalá. Loli Porto es profesora de lingüística y Elena de Felipe está especializada en estudios árabes e islámicos. Compartiendo despacho en el Colegio de Caracciolos, intercambian sus proyectos e ideas. Por eso, en cuanto a Loli le publicaron un artículo sobre el discurso polarizado en lingüística, empezaron a hablar sobre cómo la polarización lleva al odio y sobre cómo este se manifiesta en el discurso y en otras acciones. Enseguida, Elena lo ligó con su propia actividad de Estudios Árabes e Islámicos y con las estigmatizaciones religiosas o étnicas que sufren estos grupos. Algo con lo que todos convivimos. También los estudiantes “a los que se les debe ofrecer las herramientas y favorecer el pensamiento crítico para convivir en este mundo repleto de odio con sus efectos negativos”, explica Loli.
Estas conversaciones e ideas se han plasmado en un ciclo de conferencias que abordan la presencia del odio en nuestra sociedad desde una aproximación interdisciplinar e integradora que comprende la filosofía, el derecho, la historia y la lingüística. Y la idea se ha materializado porque en la facultad de Filosofía y Letras todos los miércoles al mediodía se hace un parón en las clases para poder celebrar actividades complementarias transversales. De hecho, a estas sesiones del odio están acudiendo estudiantes y profesores de todas las ramas. Como apunta Loli, “no puedes venir a la universidad sólo a estudiar matemáticas, sino a formarte como persona y como ciudadano para tener un espíritu crítico”. Por eso, alega Loli “debemos ofrecer a los estudiantes herramientas para interpretar también la realidad”. Las emociones invaden nuestro mundo, tanto las positivas como las negativas y es importante saber identificarlas y detectar las exageraciones.
El odio es una emoción humana imposible de erradicar, pero hay que saber identificarlo y aprender a rechazarlo sin seguir a la masa. Es un sentimiento que pervive, de hecho, en la primera sesión titulada Cuando el odio se convierte en delito, se manifestó la necesidad de controlar las explosiones de odio desde el punto de vista legal. La siguiente charla, prevista para el 20 de diciembre, hablará sobre los gestos individuales y colectivos y el lenguaje corporal, que también comunica sentimientos, incluyendo el odio. “Si aprendes a identificarlos, puedes reaccionar a ellos”, apunta Loli.
La tercera conferencia tratará sobre islamofobia y el antisemitismo al mismo tiempo, “es decir, la estigmatización de lo diverso”, sugiere Elena. La última sesión, del 21 de febrero, se titula La polarización afectiva en los medios y hace referencia a cómo la distancia emocional con los demás se alarga o acorta dependiendo de si simpatizan o no con nuestras ideas. Un fenómeno en el que intervienen factores culturales y sociológicos y a menudo es alentado por el populismo o la desinformación.
A menudo arraigado en el miedo o la incomprensión, el odio puede conducir a conflictos destructivos. Comprender sus raíces y buscar la empatía puede abrir el camino hacia la sanación y la unidad en nuestra sociedad. “Estamos viviendo una eclosión emocional que se traduce en fórmulas de rechazo y expresiones violentas y de odio que va más allá de nuestro país o incluso de Occidente” afirma Elena. Como ella misma defiende, tenemos ejemplos históricos de convivencia, como en Egipto, donde habitan comunidades cristianas desde antes de que llegara el islam. La relación no ha sido fácil a lo largo de los siglos, pero la prueba de tolerancia es que siguen coexistiendo egipcios, coptos y musulmanes, siendo la verdadera fortaleza su capacidad de superar las barreras que los dividen.
Todos estos temas que se han forjado tomando un café en el despacho, ¿siguen presentes en nuestros días? A pesar de que el odio emerge como una sombra oscura, una fuerza poderosa que distorsiona la percepción y nubla la razón, las profesoras son optimistas. “Creo que la sociedad ha mejorado, pero es verdad que tendemos a relajarnos y a pensar que actos como el nazismo no pueden repetirse, pero pueden volver a pasar”, subraya Loli. Una idea que refuerza Elena, que ha visto a la sociedad mejorar: “Hay muchos gestos violentos o de odio que ya no estamos dispuestos a digerir”.
Publicado en: Reportaje