La investigación lingüística al servicio de la lucha contra el acoso escolar
El profesor Manuel Martí, del grupo de investigación en proceso de creación 'Enseñanza de la Lengua Española a Niños y Adolescentes (ELENyA)', ha publicado en la revista de jóvenes lingüistas de las universidades de Alcalá y Complutense de Madrid, EntreLíneas, el artículo ‘Cómo hacer cosas con palabras: el caso del acoso escolar’. El escrito es una reflexión acerca del modo de aumentar la eficacia del discurso contra el acoso escolar desde la Lingüística y las ideas del filósofo J. A. Marina.
Frente a sus equivalentes inglés (bullying, de bully ‘matón’) y francés (harcèlement, de herser ‘atormentar, maltratar con pequeños, pero frecuentes ataques), acoso es una metáfora. Del latín COSSO ‘carrera’, acosar era ‘perseguir sin tregua a los toros en la plaza (el coso), y a los venados y otros animales en la caza hasta cazarlos’. Trasladado al ámbito escolar, acoso ha pasado de ser lo que se hace con los toros a lo que se hace con un compañero en un acto continuado y complejo, en el que palabras y acciones se combinan según la eficacia del momento.
En su análisis, el profesor de Lengua Española de la UAH señala que las campañas actuales contra el acoso escolar están focalizadas en la víctima, a quien se insta a denunciar, y en cómplices y espectadores, que lo potencian, cuando no lo hacen posible. Nada que objetar, pero, como de lo que se trata es de evitar la palabrería sin consecuencias y de que las palabras sean hechos, y como el acoso escolar sigue, la pregunta es si puede hacerse algo también distinto.
Desde su experiencia de muchos años como profesor de Bachillerato, Manuel Martí propone, en primer lugar, desarrollar un discurso que se dirija igualmente al agresor a fin de disuadirlo. ‘Esto no puede hacerse con cuatro tópicos bienintencionados, se requiere ser más inteligente que el agresor tocando sus puntos débiles. Muy genéricamente, hay que hablar al agresor de modo que sienta temor, convencido de que su acción va a volverse contra él. Claro, aquí las palabras no pueden quedarse solo en eso. En otro plano y en una acción más a largo plazo, hay que despertar en el agresor la humanidad que en todo ser humano hay’, señala.
Si el agresor debe sentir miedo, la víctima debe perderlo. ‘Por eso, hay que instruir a esta en el conocimiento de los agresores, en su debilidad profunda y en el modo de utilizar este conocimiento en su defensa’. A este respecto, Manuel Martí añade que, en los casos de acoso gratuito (en el que no intervienen motivaciones como la envidia o la venganza), los acosadores suelen ser ‘personas que encuentran en el dominio sobre la víctima el único camino de ser importantes, valorados, poderosos, en una palabra, alguien’. Y esa es una necesidad tan profunda como su debilidad.
También recomienda que las víctimas sean valientes. Esto es muy difícil, más cuando las víctimas suelen ser personas psicológicamente vulnerables y sus agresores, casi siempre, más fuertes físicamente. ‘Sin embargo, es imprescindible vivir sin miedo. Este es un sentimiento alimentado, más que por la realidad, por la imaginación. Paralelamente, es bueno ser valiente. En su ‘Anatomía del miedo. Un tratado sobre la valentía’, J. A. Marina recuerda la idea de Crisipo de que ‘hay cinco virtudes subordinadas a la valentía: perseverancia, magnanimidad, confianza, firmeza y energía’.
Publicado en: Reportaje