¿Cuánto vale nuestro voto? Pues depende…
La primavera ya está aquí y con ella florecen las elecciones allá por doquier. Generales, autonómicas, municipales, europeas… ¿Hay quién dé más? La cuestión es ¿cuánto vale nuestro voto en cada una de estas citas? Pues depende, sí, depende.
Luis R. Rivera. |
La primera cita en el calendario está establecida para el día 28 de abril, elecciones generales al Congreso y al Senado. Pero solo un mes más tarde, vendrá el gran día de la participación ciudadana, ya que confluyen elecciones locales en los 8.124 municipios de España, autonómicas (se elegirán parlamentarios autonómicos en todas las comunidades autónomas, exceptuando Andalucía, Cataluña, Galicia, Comunidad Valenciana y el País Vasco, además de en las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla) y europeas. Hacía 20 años que no coincidían las primeras con estas últimas, pero el destino es así de caprichoso y en este 2019 las ha reunido nuevamente.
Como señala el profesor Luis Felipe Rivera, del departamento de Economía y experto en estadística, todos estos procesos están regulados por la Constitución Española y por la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG), así como leyes específicas en las diferentes CCAA y, aunque el objetivo sea el mismo en todos ellos: elegir a los representantes, lo cierto es que nuestro voto no tendrá el mismo valor según los comicios.
‘Es preciso tener en cuenta, por un lado, el número de representantes que conforman cada institución y, por otro lado, la forma de elegirlos. En el caso del Congreso, los diputados se eligen a través de circunscripciones provinciales: según la LOREG, cada provincia es representada por un mínimo de 2 diputados, salvo las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, que cuentan con 1 diputado cada una. De esta forma se reparten 102 diputados. El resto, hasta 350, se asignan de forma proporcional a la población de derecho de la provincia. Así, Madrid es la provincia con más diputados en total (36), mientras que Soria cuenta únicamente con 2. Esta forma de distribuir los escaños garantiza la representatividad de los territorios de menor población. Dentro de cada provincia, una vez efectuado el escrutinio, se elimina a aquellos partidos que no hayan superado el 3% de los votos y luego el reparto de escaños no se hace de forma proporcional, sino aplicando un sistema ideado en 1878 por Victor D’Hont, que fue un matemático y abogado belga que trabajó como profesor en la Universidad de Gante. Este sistema es el adoptado por un gran número de países (por ejemplo, en Portugal, Países Bajos, Austria o Bélgica), aunque existen algunas otras alternativas, como los métodos Sainte-Laguë o Sainte-Laguë modificado y otros basados en cuotas de representación proporcional. La cuestión es, entonces, ¿vale lo mismo el voto de los madrileños que el de los castellano-manchegos al elegir sus representantes en el Congreso? La respuesta es que no, porque en cada provincia, el número de votos necesarios para elegir a cada diputado es diferente. Por especificar los casos extremos, en 2016 fueron necesarios 96.272 votos por escaño en Madrid, mientras que en Soria se necesitaron solo 24.809 votos’, explica Rivera. En resumen: según dónde vivamos y cómo de poblada esté nuestra provincia, así será el valor de nuestro voto a la hora de elegir los diputados del Congreso.
En las elecciones autonómicas puede haber circunscripciones electorales (como en el caso de las elecciones en Castilla-La Mancha, en el que las provincias tienen una determinada representación en el Parlamento autonómico y parte de ella se corresponde con el número de habitantes por provincia) o no (como en el caso de la Comunidad de Madrid).
En las Elecciones Europeas o municipales la cosa cambia, ya que la circunscripción es única, por lo que el reparto de los escaños en cada una se hace utilizando la Ley D’Hont, sin necesidad de garantizar la presencia de ningún ‘subterritorio’. ‘Eso hace que los resultados en estas elecciones sean más próximos a los obtenidos en un sistema de proporcionalidad directa’. Digamos, por tanto, que el lema ‘un ciudadano un voto’ casi se cumple en las elecciones municipales y europeas. Pero solo casi porque, en cualquier caso, una vez que se han producido las votaciones, no existe una forma de reparto totalmente justa. ‘En mi opinión, la injusticia en el reparto de los escaños se debe más al hecho de la división en circunscripciones y la asignación de escaños en cada una, que al propio método de reparto elegido. En este sentido, si el reparto de diputados asignado a cada una de las circunscripciones se hiciera de forma proporcional, entonces el valor del voto sería más equitativo en las diferentes provincias, pero las provincias más despobladas no tendrían apenas representación parlamentaria’.
La polémica sobre si hay o no que reformar la normativa electoral en España surge cada vez que se celebran elecciones y muere a la misma velocidad una vez que se constituyen los nuevos parlamentos pero, por si acaso, es importante que al emitir el voto –un derecho y un deber ciudadanos- seamos conscientes de su verdadero valor, que siempre es mucho.
Publicado en: Reportaje