Un pequeño gigante: el nuevo milpiés descubierto por la Universidad de Alcalá que revela los secretos del bosque

Este miriápodo es un aliado para el reciclado del suelo que habita en un bosque de la localidad de Somosierra, en Madrid

Un pequeño gigante: el nuevo milpiés descubierto por la Universidad de Alcalá que revela los secretos del bosque
Ceratosphys dissensionis

En lo más profundo de la Dehesa Bonita, un bosque de la Sierra de Madrid donde los árboles guardan historias milenarias, un equipo de científicos ha encontrado un diminuto tesoro oculto bajo la hojarasca. Se trata de Ceratosphys dissensionis, una nueva especie de milpiés que, pese a medir apenas un centímetro, juega un papel esencial en el equilibrio del ecosistema.

El milpiés pasa por varias etapas de desarrollo en el transcurso de un año, con un crecimiento sincronizado con las estaciones del año, pero su actividad es más intensa en otoño, cuando la disponibilidad de hojarasca es mayor.

UN DESCUBRIMINETO CON IMPACTO CIENTÍFICO

El equipo de investigadores que ha descubierto este pequeño animal pertenece al Grupo de Investigación de Biología del Suelo y de los Ecosistemas Subterráneos (GIBSES) de la Universidad de Alcalá.

Elena Andrés Gómez, investigadora principal y primera autora del estudio, explica la relevancia del hallazgo: “Este descubrimiento es muy significativo porque resalta lo mucho que aún queda por conocer sobre la biodiversidad en la región de Madrid”. También subraya la importancia de conservar los espacios naturales, ya que pueden albergar "tesoros biológicos" aún desconocidos. Además, el hallazgo refuerza la idea de que es esencial proteger y estudiar los suelos en los ecosistemas forestales, fundamentales para la sostenibilidad de los paisajes naturales.

El descubrimiento de esta nueva especie se produjo durante un trabajo de muestreo mensual a lo largo de un año, como parte del Trabajo de Fin de Grado de Andrés Gómez, bajo la supervisión de Vicente M. Ortuño.

EL NOMBRE DEL DESACUERDO

El nombre científico de la nueva especie refleja una peculiaridad en el proceso de su denominación, al mismo tiempo que el buen ambiente de trabajo del equipo que ha llevado a cabo el descubrimiento. Al descubrir una nueva especie, los científicos deben ponerle un nuevo nombre… pero los autores de este trabajo no lograron ponerse de acuerdo en uno que les gustara a todos.

GIBSES

                                                                                                 Miembros del Grupo GIBSES

La primera palabra del nombre tenía que ser Ceratosphys, el nombre del género que este comparte con el de otras estrechamente relacionadas con la nueva especie. No obstante, quedaba por proponer la segunda parte del nombre, lo que se conoce como epíteto específico. Después de mucho discutir, y sin llegar a un acuerdo, se les ocurrió homenajear justo eso, su educado desacuerdo, por lo que utilizando como base la misma palabra ‘desacuerdo’, declinaron el término de la palabra latina dissensio (desacuerdo) en dissensionis. “Una anécdota que pone de manifiesto que, en la ciencia, el factor humano es clave en su desarrollo”, afirma Andrés.

UN BIOINDICADOR DEL ECOSISTEMA

El papel del Ceratosphys dissensionis en el ecosistema es fundamental. "Cada ciclo de vida de este milpiés es como un reloj natural que marca el latido del bosque. Su sincronización con las estaciones nos habla de la fragilidad y la belleza de estos ecosistemas”, explica la investigadora.

Cumple un papel ecológico clave en el bosque, ya que se alimenta de hojarasca, contribuyendo al reciclaje de nutrientes esenciales para el ecosistema devolviendo al suelo los nutrientes que lo alimentarán en primavera. Además, su ciclo de vida ligado a la temperatura y humedad lo convierte en un bioindicador de la salud del ecosistema. “El estudio de esta especie también ha permitido recopilar información inédita sobre su desarrollo y fenología (la relación entre los factores climáticos y los ciclos de los seres vivos), lo que amplía notablemente el conocimiento sobre los milpiés en la península ibérica”, señala Andrés Gómez.

El hallazgo de esta especie refuerza la necesidad de conservar estos ecosistemas, ya que albergan especies adaptadas a condiciones ambientales muy específicas. En un contexto de cambio climático, la protección de estos bosques se vuelve crucial para garantizar la supervivencia de estas especies que dependen de la humedad y estabilidad ambiental del entorno.

Este descubrimiento, además de aportar un valioso conocimiento a la biología del suelo, también pone en valor la investigación y formación que se ofrece en la UAH. Como concluye Andrés Gómez: “Este hallazgo destaca la calidad de la investigación científica y en la formación de los futuros investigadores de la Universidad de Alcalá”.

Publicado en: Reportaje