¿Por qué el dolor, la pena o la muerte atraen masas de turistas?
El cine y las series han impulsado las visitas a lugares siniestros y el investigador de la Universidad de Alcalá Óscar Navajas estudia por qué miles de turistas abarrotan la ciudad de Chernóbil o el campo de concentración de Auschwitz
Un castillo en el que se cometieron torturas, un cementerio desangelado con estatuas de ángeles cubiertas de musgo o el escenario de una catástrofe nuclear. Parecen lugares escalofriantes, pero llaman la atención a un gran número de personas que se ‘mueren’ de ganas por visitarlos.
Estos escenarios convertidos en lugares de ocio y entretenimiento ganan cada vez más adeptos por el morbo del ser humano hacia la muerte. A pesar de que asociamos la palabra turismo a ocio y positivismo, lo cierto es que los espectadores de estos escenarios están aumentando. Las visitas se multiplican cada año a lugares traumáticos y zonas de conflictos bélicos. Es el llamado turismo oscuro, del que muchos tour operadores están sacando tajada.
De hecho, según datos de Future Market Insights, este tipo de turismo prevé alcanzar 40.82 mil millones de dólares en 2034 a nivel mundial, siendo Estados Unidos, Canadá, Singapur, China e India, por este orden, los grandes beneficiados de este tipo de turismo. Y, según el tipo de monumento o lugar, se calcula que el segmento del holocausto tendrá una cuota de mercado del 28,6% en 2024.
En realidad, la tendencia no es nueva, ya que comenzó con la visita a los torneos de gladiadores en época romana, se cultivó en la Inglaterra del siglo XVII, donde se hacía cola para ver ejecuciones públicas; y en Francia, las muertes por guillotina agrupaban a un gran número de espectadores durante la época de Napoleón.
Aunque han pasado 30 años desde que Foley y Lennon acuñasen el término turismo oscuro, desde entonces cada año se añaden más destinos a este género. El profesor de la Universidad de Alcalá Óscar Navajas trabaja desde 2006 rescatando la memoria material disperso en fortines, trincheras o búnkeres de la Guerra Civil española. Es en la tarea de dar a conocer este patrimonio donde empezó a investigar sobre este tipo de turismo y las motivaciones de las personas que lo practican.
De conmemoración a musealización de la muerte
“El turismo oscuro puede ser desde visitar un museo de la tortura medieval, un campo de concentración y de exterminio como Auschwitz, la zona cero de Nueva York o, por ejemplo, participar un tour de Jack el Destripador en Londres”, explica Navajas. Por eso, en este amplio abanico encontramos monumentos dedicados a la conmemoración de los caídos en la Primera y la Segunda Guerra Mundial, visitados por personas que buscan lo trágico, pero también lo histórico.
Mulkleburg museum
Entre los escenarios también se encuentran ciudades como Wuhan, epicentro de la pandemia del COVID-19. Su investigación revela que, en las últimas décadas y, sobre todo, en los últimos años, una parte de este turismo busca lugares trágicos actuales, como visitar favelas peligrosas o países con guerras armadas en activo. Ello denota un consumo de turismo de tragedias cada vez más actuales y próximas pero, ¿qué es lo que motiva al ser humano a visitar estos espacios? según el profesor, esto tiene su explicación por el impacto que generan: aportan dinero y provoca nuevas emociones, así como permite experimentar de primera mano lo que pasó o está pasando en ese lugar. Lástima, miedo, resistencia o perdón son los sentimientos más comunes. “El perfil de los turistas suele ser occidental, con un poder adquisitivo alto y que se siente seguro por tener sus necesidades básicas completamente satisfechas. A eso se añade un componente de voyerismo” afirma Navajas.
¿Es ético este tipo de turismo?
“Por ejemplo, los barrios pobres aledaños al Taj Mahal empiezan a tener visitas guiadas. En teoría, la dinámica es que los turistas dejan allí dinero”, explica, pero ¿cómo se consigue apelar a la empatía del turista? ¿cómo el ser humano deja de ser un mero espectador de la deshumanización? Quizás, como explica el investigador en su artículo Tristes guerras. Distopía y empatía en el turismo de memoria traumática, es el momento de trabajar con la posmemoria de las generaciones jóvenes y provocar que estos espacios se conviertan en lugares para fomentar la didáctica en valores y derechos humanos. Para ello, será necesario concienciar sobre la memoria traumática de estos lugares a través de una correcta patrimonialización y musealización y no de la creación de ‘parques temáticos de atracciones turísticas’.
El investigador, como experto en musealización, explica que las historias que se narran en los museos intentan tener un aspecto positivo para que la parte negativa no se repita. “Quizás no estamos emitiendo el mensaje correcto, porque en la guerra de Gaza se están produciendo los mismos errores que hace 50, 60 y 80 años y sus repercusiones no las vamos a ver dentro de un año, sino dentro de generaciones. Lo estamos viviendo con el resurgir de los discursos de odio”. El reto está en conseguir que estos espacios tengan un objetivo pedagógico y no económico.
Publicado en: Reportaje