Un profesor de la UAH ha recibido, a propuesta de los estudiantes, el Premio a la Mejor Práctica Docente de Educación Médica

El trabajo de Pedro Gullón, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá, ha sido reconocido con el premio a la Mejor Práctica Docente  convocado por la Cátedra Fundación de Educación Médica Lilly-Universidad Complutense de Madrid.

 - ¿Qué significa para usted recibir este premio?

- Para mí es algo muy especial. Comencé como profesor en enero de 2021 y te encuentras más inseguro que otros profesores experimentados, con la enseñanza online, con preparar clases desde cero, intentando introducir elementos de innovación docente… Y ver que de alguna forma he conectado con los estudiantes es una motivación enorme para seguir y mejorar. Además, mis vivencias previas hacen al reconocimiento mucho más especial porque yo estudié en esta facultad entre 2006 y 2012.  

- ¿Qué tiene de ‘especial’ este galardón?

- Lo especial es que es a propuesta de las y los estudiantes. Eso lo hace único. Para mí, la ilusión fue máxima cuando me llamaron para decirme que los estudiantes de Medicina de la UAH me nominaban a este premio. Eso ya significaba que habíamos conectado, y que había algo especial en lo que estamos haciendo con la medicina preventiva y la salud pública en nuestra facultad. El anuncio del premio claro que me hizo ilusión, porque es un reconocimiento nacional a unos valores docentes en los que creo. 

Creo que una de las claves del premio es que, aunque suene a tópico, yo he aprendido de mis estudiantes tanto como ellas y ellos han aprendido de la asignatura. Yo he aprendido de ellas y ellos, porque mucha parte del trabajo en la asignatura consiste en búsqueda de información, expresar ideas propias y utilizar herramientas científicas para mejorar la salud de la población; es imposible que yo conozca en profundidad todos los aspectos de la prevención tanto como ellas y ellos llegan a leer en trabajos concretos. Por otro lado, estoy aprendiendo con ellas y ellos a ser docente, y creo que eso a veces funciona mal y puede dar lugar a malentendidos, pero, por otro lado, democratiza el funcionamiento de la clase y permite aportar algo de flexibilidad al curso. 

- ¿Podría hacer un ‘diagnóstico’ de la enseñanza de la medicina?

- El estado de la situación es muy variable. Conozco docentes que hacen exactamente lo mismo que cuando yo estudiaba la carrera, y estamos hablando de un plan de estudios diferente. Pero también hay excelentes profesionales que se retan e intentan adaptarse a nuevas circunstancias y aplicar métodos docentes, evaluarlos, y contar con la participación de las personas del curso en su propio diseño.   

Esto no significa que haya que tener fetichismo por todo lo que sea nuevo. Hay métodos que funcionan muy bien y no hay que cambiarlos, pero normalmente los que llevan años usando métodos que funcionan bien saben también cómo adaptarlos a cada generación y a cada momento. Con la mente siempre focalizada en que el estudiante de Medicina tiene un perfil profesional muy concreto, y que, por tanto, nuestra práctica docente debe estar orientada a qué profesionales de la salud queremos tener. 

A nivel general, más que las prácticas docentes individuales, se ha avanzado un camino interesante en los últimos años, la docencia cada vez tiende a ser más práctica, pero todavía queda mucho que avanzar en la calidad de las prácticas clínicas. Por otro lado, esta orientación más práctica creo que está dejando fuera de alguna forma las prácticas profesionales más sociales. A mí me supone un reto importantísimo como docente introducir en quinto curso conceptos como los determinantes sociales de la salud o el cambio climático, cuando ahí tenemos la clave de los mayores retos de salud del siglo XXI. Los futuros clínicos no solo tienen que saber clínica, tienen que saber en qué mundo se encuentran. Como decía Rudolf Virchow, “la medicina es una ciencia social y la política no es más que medicina a gran escala”.

Publicado en: Entrevista