Según un estudio de la UAH, durante el confinamiento aumentó la vulnerabilidad de las mujeres afectadas por violencia de género

Las profesoras de Economía Aplicada del Departamento de Economía y Dirección de Empresas de la Universidad de Alcalá, Ma. Teresa Gallo y Elena Mañas, autoras del Documento de Trabajo Territorios vulnerables a la violencia de género en tiempos de confinamiento del Instituto de Análisis Económico y Social de la UAH, ponen de manifiesto cómo durante la cuarentena aumentó la vulnerabilidad del colectivo afectado por la violencia de género con diferencias entre comunidades autónomas. La situación de aislamiento y posibilidades de pedir ayuda se vieron agravadas pese a no haber sido percibidas por los sistemas de detección habitual ya que no se reflejan de forma clara en todas las estadísticas. 

  - ¿Cuál fue el objetivo del Estudio?

- Aportar evidencia y advertir de que, durante el período de confinamiento, que empezó el 15 de marzo y se prolongó hasta el 21 de junio de 2020, establecido como medida para contener el contagio de la COVID-19, se estaba generando un aumento de la vulnerabilidad del colectivo afectado por la violencia de género, cuya situación de aislamiento se veía agravada y sus posibilidades de pedir ayuda se veían más limitadas. Pese a que los riesgos de un recrudecimiento de la violencia de género eran claros en esta situación, era posible que no fuesen percibidos por los sistemas de detección habitual y que no se reflejasen de forma clara en todas las estadísticas que se iban publicando.

De hecho, eso fue lo que se constató cuando se publicaron a posteriori las cifras de denuncias por violencia de género; tanto en los meses de confinamiento como en el cómputo anual, se observó que disminuyeron en comparación con 2019. La dificultad adicional que suponía el confinamiento para que las mujeres víctimas tomaran la decisión de denunciar y para que pudieran salir del domicilio a hacerlo, junto con la menor visibilidad que tenía la violencia dentro del hogar para otras personas ajenas a la pareja, podrían explicar la menor tasa de denuncia. Dicho dato, indicaba que el problema lejos de estar resolviéndose seguía latente y terminaría saliendo a la luz tarde o temprano. Eso se desprendía, al menos, por el incremento significativo que se iba produciendo en las llamadas al 016 en los meses que duró el confinamiento.

En el Estudio destacábamos que la vulnerabilidad a la violencia de género es un concepto multidimensional y muy complejo. Sin embargo, una sola de sus dimensiones toma el protagonismo la mayoría de las veces, la de las víctimas mortales, desvirtuando así la verdadera magnitud de este problema. Además, subrayábamos que se presta escasa atención a sus perspectivas espacial y temporal, a pesar de que puede proporcionar valiosos matices y oportunidades para comprender las causas de la persistencia del problema y monitorizar su evolución en el corto plazo.

En el Estudio se planteó determinar el diferente grado de vulnerabilidad territorial a la violencia de género, a partir de la elaboración de índices sintéticos de vulnerabilidad regional y provincial frente a este tipo de violencia. Dichos índices se construyeron a partir de diversos indicadores procedentes de fuentes oficiales, que pueden considerarse variables proxy (una medida que aislada no tiene gran interés, pero que permite obtener otras de mayor utilidad) del grado de exposición a la violencia de género y de la demanda de ayuda por parte de las víctimas. Destacábamos su utilidad para realizar un mejor seguimiento y para desarrollar acciones de prevención frente a la violencia de género, en función del grado de vulnerabilidad y de las características de los lugares en los que dicho fenómeno se produce.

- ¿Qué territorios han sido más vulnerables a la violencia de género durante el confinamiento? ¿A qué es debido?

- Para analizar la geografía de la violencia de género, se planteó la elaboración de índices sintéticos de vulnerabilidad regional y provincial, a partir de la definición de siete dimensiones, 11 indicadores y 11 variables relacionadas con la violencia de género. Las dimensiones comprendían: las víctimas mortales (mujeres y menores) y menores huérfanos; el Servicio 016 de información y asesoramiento jurídico en materia de violencia de género; el Servicio telefónico de atención y protección para víctimas de violencia de género (ATENPRO); el Sistema de seguimiento telemático de las medidas de alejamiento en el ámbito de la violencia de género; el Sistema de Seguimiento Integral en los Casos de Violencia de Género (VIOGEN) (casos activos con riesgo no apreciado, casos activos con riesgo apreciado, casos inactivos); las denuncias por violencia de género; y las órdenes de protección por violencia de género.

El año de referencia fue 2019 pues era para el que se disponía de la información consolidada y, según los índices así construidos obtuvimos que entre las regiones más vulnerables a la violencia de género se encontraba la Comunidad de Valenciana con el valor máximo del índice (superior a 5), seguido por las regiones de Canarias, Murcia y Andalucía que se colocan en las posiciones segunda a cuarta respetivamente, con valores del índice superiores a 4 puntos, seguidas por Islas Baleares, Comunidad de Madrid y Castilla La Mancha, con índices superiores a 3. Las primeras diez posiciones se completan con Aragón, Principado de Asturias y Cantabria, muy próximas también a 3 en su puntuación total. Por el contrario, el País Vasco obtiene el valor muy reducido del índice, 0,53, lo que le sitúa como el territorio con la menor vulnerabilidad a la violencia de género. Además del caso de País Vasco, le acompañan en las posiciones más bajas, Cataluña, La Rioja y Galicia, con un valor del índice inferior a 2. Los valores obtenidos del índice difieren debido al valor alcanzado por las regiones en las distintas dimensiones consideradas. Así pues, en el caso de la Comunidad Valenciana, destaca especialmente, la tasa de usuarias activas en el Servicio Atenpro y la tasa de órdenes de protección por violencia de género; en Andalucía destaca la tasa de dispositivos electrónicos de seguimiento activos y en el caso de Madrid la tasa de llamadas al Servicio 016. Los resultados del índice sintético, además, muestran que el top 10 de las provincias más vulnerables a la violencia de género está conformado por: Almería, Alicante, Santa Cruz de Tenerife, Valencia, Las Palmas, Murcia, Castellón, Málaga, Granada y Madrid. 

- ¿Se registraron más o menos casos de violencia durante el confinamiento que en otros momentos de la pandemia?

- Los datos de prevalencia institucional de la violencia de género, que es la que se puede obtener de las estadísticas oficiales de tipo administrativo, como las denuncias o las víctimas mortales de violencia de género, revelan solo una pequeña parte de la prevalencia de la violencia de género en la sociedad, son muy parciales. Por un lado, de acuerdo con la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género, al cierre de 2020, se registraron 47 mujeres víctimas mortales frente a las 55 registradas en 2019, mientras que resultaron 3 menores víctimas mortales por violencia de género, cifra similar a la de 2019 y se registraron 26 menores huérfanos por violencia de género frente a 46 en el 2019. Por otra parte, según el CGPJ, en 2020 se registraron 150.768 denuncias por violencia de género, un 10,3% menos que en 2019, mientras que las órdenes y medidas de protección y seguridad de las víctimas fueron inferiores en un 12% a las de 2019. La conclusión que se deriva de dichos indicadores sería que la violencia de género se habría debilitado durante el confinamiento y durante 2020, sin embargo, dicha conclusión se basa en una interpretación laxa de dichos indicadores, que además resultan insuficientes. Con toda probabilidad, existía una mayor violencia de género, pero latente o encubierta, que saldría a la luz con posterioridad o a través de otros indicadores.

Así, otras estadísticas oficiales con periodicidad quincenal o mensual iban mostrando desde los primeros meses de la pandemia, una situación muy distinta, que terminaría reflejándose en el cómputo anual de las mismas, lo cual nos permite por lo menos, contrastar la situación que reflejaban las estadísticas anteriores.

En primer lugar, de acuerdo con la información del Ministerio de Igualdad, las estadísticas sobre las llamadas al 016 iban mostrando un incremento muy elevado durante las semanas y meses del confinamiento, lo cual repercutió en un repunte en las cifras anuales de la serie, alcanzando las 78.886 llamadas en 2020, lo que supuso un incremento de 14,9% respecto a 2019.

Por su parte, la estadística que proporciona el Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género, VIOGEN, también aportaba indicios que ilustaban el agravamiento de la violencia de género durante el confinamiento. A diciembre de 2020 dicha estadística indicaba que había 63.656 casos activos, un 3,75% más que en 2019. Y a partir de la valoración del riesgo de dichos casos, se notificaron 32.605 mujeres con protección policial (casos activos con nivel de riesgo apreciado), un 5,53% más que en 2019, sin contar con Cataluña y País Vasco.

También las usuarias del Servicio Telefónico de Atención y Protección para Víctimas de Violencia de Género, ATENPRO, que fueron unas 14.928 en 2020, supusieron un incremento de 3,2% respecto a 2019. Además, se registró un repunte muy significativo en el número de mujeres, unas 2.220, que llevaban los dispositivos activos del sistema de protección telemático de las medidas de alejamiento, con un incremento de 40,8% respecto a 2019.

- ¿Hay alguna forma de ayudar o prevenirlo? ¿Las señales de alerta como la de pedir un tipo de mascarilla o el gesto con la mano han servido de ayuda?

- Las iniciativas como la “Mascarilla-19” en las farmacias como puntos más cercanos en los que las mujeres víctimas pueden solicitar ayuda, el botón SOS de la aplicación ALERTCOPS con sistema de geolocalización, los “Punto Violeta” que identifica a comercios, empresas y particulares como lugares seguros para que las víctimas acudan en busca de ayuda, u otros más recientes como el gesto con la mano, indudablemente contribuyen y son herramientas que ayudan a sensibilizar y a concienciar de que la violencia de género es una responsabilidad de todos.

Se hizo durante el confinamiento y hay que seguir facilitando el que las mujeres víctimas pidan ayuda, no sólo a los organismos públicos, sino a amigos, familiares, vecinos, colegas de trabajo, que puedan ayudarles a salir de la espiral de la violencia de género.

Sin embargo, consideramos que hay que ir más allá. Las raíces de la violencia de género se encuentran en la desigualdad de género, en los roles y estereotipos sobre lo que significa ser hombre o mujer, que perviven en nuestra sociedad y que acaban ‘justificando’ y haciendo hasta cierto punto tolerable la discriminación y estas violencias convierten sus hogares en lugares inseguros y a sus parejas en sus agresores. Hace falta un cambio no sólo en el ámbito económico, sino en el modelo educativo, cultural, para favorecer la igualdad de derechos.

Hace falta también dar mayor visibilidad del fenómeno y profundizar en el conocimiento de sus causas y sus consecuencias. Para ello resulta imprescindible disponer de estudios y estadísticas fiables que puedan ayudarnos a comprender cómo opera la violencia de género; hay un gran desconocimiento del fenómeno, especialmente en zonas rurales y en los barrios de nuestras ciudades. A pesar de ello, es necesario destacar la relevancia y utilidad de disponer de actualizaciones periódicas de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer, la última de 2019, que nos permite comprender mejor este problema social. 

Publicado en: Entrevista