Rubén Garrido: El impacto económico del COVID-19 dependerá de cómo seamos de rápidos en conocer la enfermedad mejor para mitigarla
Rubén Garrido Yserte, Investigador del Instituto Universitario de Investigación en Análisis Económico y Social de la UAH, analiza las posibles consecuencias económicas del COVID 19 y algunas de las medidas que se están adoptando para hacer frente a esta crisis.
-¿Qué diferencias observa en esta crisis económica con respecto a la crisis financiera de 2008?
Quizás las diferencias más importantes radican en dos características: es una crisis cuyo inicio no es un problema económico aunque con un fuerte impacto económico. Y, relacionado con esto, el nivel de incertidumbre tan grande sobre su extensión geográfica y su profundidad en el tiempo.
El impacto económico del COVID-19 dependerá de cómo seamos de rápidos en conocer la enfermedad mejor para mitigarla. Las medidas más o menos drásticas que se están llevando a cabo, que tienen un coste económico muy importante, tratan de ganar tiempo y reducir la progresión de contactos a un ritmo que haga sostenible el tratamiento por los sistemas sanitarios. Pero todavía no tenemos información cierta de si se reducirán los contagios con el calor, si es posible volver a contagiarse y a contagiar, cuántos asintomáticos están trasmitiendo la enfermedad, etc.
También depende de cómo se maneje esta crisis en otros países europeos y en otros continentes. Especialmente preocupante es la evolución en el continente americano tanto en Norteamérica como en Latinoamérica. Por distintas razones, sus sistemas de cobertura no son iguales a los europeos y esto puede traducirse en un impacto muy severo en su población. Y, consecuentemente, en la economía mundial.
-¿Cuáles cree que son las primeras consecuencias económicas que ha sufrido la economía española durante estos primeros días de incidencia del virus a nivel europeo? ¿Y la zona Euro? ¿Otros mercados importantes?
En primer lugar, la preocupación en Europa y España tenía que ver con una crisis que podía poner en riesgo la cadena de suministro de las empresas. Es decir, era una crisis que afectaba a la oferta. Sin embargo, cuando la propagación del virus ha forzado a tomar medidas de contención como las actuales, el ‘shock’ que estamos experimentando es una caída de la demanda brutal. Todos los agentes económicos – empresas y consumidores – están limitando sus gastos, muchos negocios no pueden abrir y muchos trabajadores están siendo sometidos a expedientes de regulación de empleo.
Esto genera preocupación e incertidumbre lo que se traduce en una reducción adicional de la demanda agregada. Ya se está viendo en el conjunto de Europa. El 24 de marzo se publicaba un adelanto de un indicador muy importante para valorar la evolución futura de una economía: un indicador cualitativo sobre las opiniones de los responsables de cobros de las empresas sobre sus ventas, precios, futuro reciente.
El adelanto de las cifras del mes de marzo muestra la mayor caída del índice desde que la serie tiene datos y mucho mayor, desde luego, de la que experimentó el indicador en la crisis del 2008.
Ilustración 1: Crecimiento Eurozona. Fuentes: IHS Markit, Eurostat
Lo segundo que muestra es que la caída en Europa es generalizada pero que hay un fuerte componente centro-periferia. Afecta mucho más a los países donde está el núcleo de la epidemia en la actualidad y en menor medida a Alemania o Francia.
La respuesta de la Unión ante esto es crucial, no sólo porque es importante cualquier ayuda en esta situación sino para un futuro próximo, cuando haya que atender las necesidades de financiación de las economías más golpeadas (España e Italia, fundamentalmente). La UE se juega su futuro en esto. El virus, como argumentaba en un artículo en 'The Conversation', puede acabar también con el proyecto de UE, al menos como lo conocemos ahora.
Ilustración 2: Índices de salida PMI de núcleo o periferia
-¿Qué le parece el anuncio del BCE de inyectar más de 700 millones de euros en los bancos? ¿Cómo cree que puede repercutir esta acción a los tipos de interés?
Una de las pocas cosas positivas que se derivan de la crisis del 2008 es la de aprender de los errores del pasado. El BCE ha reaccionado antes de que lo hiciera en julio de 2012 con la famosa frase de Mario Draghi “El BCE está dispuesto a hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme, será suficiente”. El mensaje de inyectar liquidez y de permitir cierta flexibilidad a la hora de financiar el importante esfuerzo fiscal que han de hacer los países europeos para luchar contra el virus y sus efectos económicos es positivo. Esto muestra que cuando a las instituciones europeas se les deja margen para trabajar, quizá hagan lo correcto.
Este mensaje, de momento, está tranquilizando a la prima de riesgo. De momento, los tipos de interés y sus diferenciales por países parecen evolucionar de manera positiva. Pero eso no sólo dependerá del BCE, sino de la respuesta que vayan a dar el resto de instituciones de la Unión Europea, sobre todo teniendo en cuenta que los márgenes de actuación de la política monetaria (la que realiza el BCE) son muy reducidos en la actualidad.
-¿Qué aspectos positivos se pueden extraer de esta crisis?
La palabra crisis se traduce como 危机 (Wei Ji) en chino (casualidad de ser el primer epicentro de la pandemia) Wei significa peligro y Ji, significa oportunidad. Esta crisis, como muchas otras, nos conmina a realizar un ejercicio de reflexión en muchos ámbitos, también en el plano económico. Nos está enseñando quizá la importancia de las relaciones sociales – cuando estamos obligados a distanciarnos – y de cultivarlas de la manera adecuada. Nos podrá sobre la mesa el valor del compromiso – también como activo económico – y la responsabilidad. Y nos permite ver cómo podemos muchos de nosotros ser más productividad incluso desde casa.
Hay ámbitos de nuestra vida social y económica que no se han abordado desde el punto de vista estratégico pero que ahora saltan a primera plana: la importancia de la conciliación de la vida profesional y familiar como oportunidad estratégica de futuro; la racionalización de los horarios y su impacto en la productividad global; el compromiso de las empresas con sus empleados en estos momentos y cómo esto puede mejorar sus resultados en un futuro sin crisis… son elementos positivos que pueden extraerse. Además de los más obvios derivados de la caída de la actividad y el confinamiento que tienen que ver con el abuso de los recursos comunes como el espacio (congestión) y el aire (la contaminación). Por último, a nivel individual, cada uno puede extraer, sin duda, aspectos positivos de su día a día.
Publicado en: Entrevista