Especies exóticas invasoras: una amenaza para la biodiversidad, la economía y la salud

Las especies exóticas invasoras (EEI), entre las que se encuentran en nuestro país el Mejillón Cebra, el Mapache o el Caracol Manzana, constituyen una de las principales causas de pérdida de biodiversidad en el mundo. Solo en Europa provocan daños por 12.500 millones de euros. En Extremadura, por ejemplo, el camalote coloniza más de 150 kilómetros del Guadiana y causa estragos los sistemas de riego agrícolas.

La profesora de Ecología y coordinadora del grupo de investigación de Invasiones Biológicas Pilar Castro Díez, explica en esta entrevista qué entendemos por especies exóticas invasoras y qué peligros acarrean.

-¿Profesora, a qué llamamos especies exóticas invasoras?
Son especies que han llegado a un territorio distinto del que son originarias superando una barrera biogeográfica, generalmente con ayuda del hombre (de forma voluntaria o involuntaria). Una vez allí, han sido capaces de establecerse en el medio natural y formar poblaciones autosostenibles (es decir, naturalizarse), así como de expandirse y colonizar nuevos territorios. Este establecimiento y expansión implica una alteración –más o menos grave- de los ecosistemas receptores, pudiendo también generar impactos socioeconómicos. Solo una pequeña proporción de las especies exóticas que llegan a un territorio es capaz de naturalizarse, y entre las que lo consiguen, solo una pequeña proporción logra expandirse y causar impactos. Por tanto los calificativos de “exótica”, “naturalizada” e “invasora” tienen significados diferentes.

-¿Es un fenómeno de siempre que se ha acentuado debido a la globalización o es un fenómeno reciente?
Más bien lo primero: a lo largo de la historia de la vida siempre ha habido especies que han saltado barreras biogeográficas, por medios propios o ajenos, y han invadido otros territorios. Por ejemplo en el Plioceno (hace unos 3 millones de años) se cerró el istmo de Panamá, poniendo en contacto los subcontinentes, previamente aislados, de Norteamérica y Suramérica, permitiendo la migración de animales y plantas de uno a otro. Una consecuencia de este proceso de “invasión natural” fue la extinción de buena parte de los grandes mamíferos que poblaban Suramérica, debido al mayor éxito de sus parientes procedentes de Norteamérica. También es cierto que la aparición del hombre en la tierra ha supuesto un notable aumento de la tasa de invasiones, ya que somos una especie capaz de superar todas las barreras biogeográficas y transportar con nosotros otras especies. El ritmo de invasión (proporcional al ritmo de transporte de mercancías) viene incrementándose de forma exponencial, especialmente desde el último siglo.

-¿Cuáles son las especies vegetales y las especies animales más ‘preocupantes’ en España?
Entre las que causan un mayor impacto socio-económico, están el mejillón cebra (Dreissena polymorpha) en las cuencas de los ríos Ebro, Júcar y Segura, porque obstruye tuberías y tomas de agua para riego y para abastecimiento urbano, entre otros impactos. La cotorra argentina (Myiopsitta monachus) se ha asentado en arboledas de muchos núcleos urbanos, donde construyen grandes colonias de nidos, causando entre otros impactos molestias debidas a la estridencia de su canto. En las riberas del río Henares tenemos una población de mapaches (Procyon lotor) procedente de la liberación de mascotas. El mapache es un animal con una gran capacidad de aprendizaje y adaptación. Pero también es un animal agresivo y vector potencial de diversas enfermedades. Por el lado de las plantas podemos destacar el jacinto de agua o camalote (Eichhornia crassipes) que invade las aguas de algunos tramos del río Guadiana hasta llegar a tapizarlas por completo en algunas épocas del año. La caña (Arundo donax) prolifera con gran éxito en suelos encharcados, pudiendo obstruir cursos de agua y provocando que se desborden. El árbol del cielo (Ailanthus altissima) y la hierba de la Pampa (Cortaderia selloana), invaden con éxito orillas de carreteras y de cursos de agua, desplazando a la vegetación nativa.

-¿Cuáles son los principales problemas que generan? ¿Afectan todos a la biodiversidad o también a otros ámbitos?
Las especies exóticas invasoras generalmente reducen la biodiversidad local, porque compiten con las especies nativas, llegando a desplazar a muchas de ellas. Ello repercute en el ecosistema, especialmente cuando las especies invasoras tienen un funcionamiento diferente del que tenían las nativas. Por ejemplo, en la región de El Cabo (Sudáfrica), se introdujeron árboles de Europa y Australia para abastecer las demandas de madera de la población, ya que la vegetación nativa carece de árboles. Pero las especies introducidas consumen mucha más agua, lo que ha llevado a la reducción del agua subterránea y superficial disponible para uso humano. El problema es tan serio que ha llegado a amenazar el suministro de agua de ciudades tan pobladas como El Cabo. El impacto de las especies invasoras puede ir más allá de la pérdida de biodiversidad, causando pérdidas económicas o afectando a la salud humana.

-¿Cómo se está luchando contra esta problemática que genera inversiones millonarias en Europa cada año?
En España, el Real Decreto 630/2013, proporciona un listado de especies exóticas invasoras, establece una serie de prohibiciones sobre ellas, como su tenencia o comercio, y obliga a desarrollar planes para controlarlas. Sin embargo, la ejecución de esta normativa es muy desigual, y está tremendamente limitada por la escasez de presupuesto. Así, no es raro ver que entre las especies que comercializan los viveros y las tiendas de mascotas sigue habiendo especies prohibidas, como la hierba de la Pampa, el árbol del cielo o el mapache. Aunque también hay ejemplos de gestión exitosos, en casos como el del camalote o el mejillón cebra, las medidas de control han llegado demasiado tarde, lo que supone tener que gastar grandes cantidades de dinero para mitigar sus impactos, sin posibilidad de erradicar estas poblaciones.

-En España, ¿hay más especies invasoras que en otros países de nuestro entorno, por nuestras características geográficas y sociales?
No especialmente. Sí es verdad que España ha mantenido un intenso comercio con Hispanoamérica desde el siglo XV y ello ha supuesto el transporte de muchas especies exóticas en ambas direcciones. Pero también es verdad que el clima del interior de la península ibérica es bastante restrictivo para las plantas, por la combinación de aridez estival y frío invernal. Por el contrario, las zonas costeras con clima más benigno, son más vulnerables al asentamiento de un mayor número de plantas exóticas.

-¿Se está afrontando bien el problema?
Desde mi punto de vista, no. Creo que se debería invertir mucho más en planes de vigilancia, prevención y erradicación temprana, así como en concienciación ciudadana, que es un aspecto clave de la prevención. Pero desgraciadamente resulta muy difícil convencer a las administraciones para que inviertan dinero en prevenir un problema que aún no existe. Pero cuando el problema ya está extendido, las medidas de control resultan caras y poco efectivas.

-¿Tiene freno? Porque da la sensación de que es muy difícil poner puertas al campo (en este caso también al mar, a los ríos, al aire…)
Vivimos en un mundo globalizado: tratar de limitar el comercio internacional o ponerle  trabas mediante controles más estrictos de las mercancías chocaría con los intereses comerciales, que en nuestra sociedad acaban anteponiéndose a las cuestiones ambientales. Pero al menos sí que podemos regular y limitar el transporte intencionado de especies que se sabe que pueden causar problemas.

-Dentro del grupo de investigación, ¿qué proyectos están desarrollando en este momento sobre este asunto?
Nuestro grupo de investigación viene trabajando en varias líneas: por un lado hemos estudiado las causas que explican el éxito invasor de varias especies exóticas que invaden las riberas del centro de España (Ailanthus altissima, Robinia pseudoacacia, Ulmus pumila), así como los impactos ecológicos que causan en las áreas invadidas (alteración de las propiedades del suelo, de los ciclos de nutrientes en los ríos y en los suelos, así como impactos en la diversidad de organismos implicados en estos ciclos). Por otro lado, estamos finalizando una evaluación a escala global de los efectos (positivos y negativos) que tienen los árboles exóticos sobre servicios ambientales, como la producción de madera y otros recursos, la capacidad para controlar la erosión, el riesgo de incendios, valores estéticos y de ecoturismo, por poner algunos ejemplos. También estamos trabajando en evaluar cómo la invasión de plantas exóticas altera la estructura y funcionamiento de las comunidades invadidas, concretamente en las dunas costeras del oeste de Andalucía. Una última línea, más aplicada, que estamos desarrollando, es un plan de asesoramiento de la gestión de las plantas exóticas presentes en el Parque Regional de la Cuenca Media del río Guadarrama.

Publicado en: Entrevista