El Brexit duro. Una guía para entenderlo mejor

El responsable del Centro de Documentación Europea de la Universidad de Alcalá, Fernando Lozano Contreras, explica en este reportaje algunas de las claves para entender mejor un proceso que ha dado un vuelco en las últimas horas, aunque el acuerdo en el seno del Consejo Europeo tiene que ser ratificado por el parlamento británico.

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Fernando Lozano Contrera


-Profesor, parece que se atisba luz después del túnel del Brexit duro, cuyas consecuencias serían nefastas...
-Muchas y nefastas serían las consecuencias que a corto, medio y largo plazo un Brexit sin acuerdo generaría para ambas partes en todos aquellos ámbitos o sectores de los que, de una u otra manera, se ha venido ocupando la UE. Una ruptura sin pacto afectaría principalmente a los derechos ciudadanos europeos, al presupuesto comunitario y al comercio, y -como ya hemos comentado- sería muy dañina para Irlanda. Desde el punto de vista financiero, el Reino Unido (contribuyente neto al presupuesto de la UE) ya ha advertido que podría dejar de cumplir sus compromisos financieros con la UE en caso de que se produzca un Brexit duro. Se calcula que la factura total del Brexit asciende a unos 45.000-50.000 millones de euros. En el periodo presupuestario en curso, 2019-20, la UE perdería unos 16.500 millones de euros, que tendrían que asumir solidariamente los socios europeos.
Desde el punto de vista comercial un Brexit sin acuerdo tendría graves consecuencias en la relación entre Reino Unido y la UE. La UE exporta 341.000 millones de libras a Reino Unido (259.000 millones corresponden a bienes y 81.000 millones a servicios). De no mediar acuerdo, se aplicarán inmediatamente derechos de aduana y controles regulatorios. Reino Unido se convertirá en un tercer país, y los aranceles aplicables, según la Organización Mundial del Comercio (OMC), serán los de la nación más favorecida (esos aranceles aun no siendo muy altos, en algunos sectores, como el del automóvil, ascienden al 10%).

-¿En qué lugar queda el Reino Unido? Ya se habla de una especie de diáspora de empresas hacia otras capitales europeas…
-Así es. Hay que tener en cuenta que un Brexit sin acuerdo también provocaría de inmediato problemas logísticos y administrativos importantes, que afectarían de lleno a esas empresas, algunas de las cuales han empezado a hacer las maletas. Dover, uno de los principales puntos de entrada de camiones a Reino Unido, carece de capacidad para introducir controles aduaneros que permitan mantener la frecuencia actual de llegada de vehículos. La UE tampoco tiene suficiente personal para garantizar unos controles aduaneros adecuados, por lo que resultará en ese sentido clave la ayuda extra que los Estados (y sus funcionarios) puedan prestar en ese sentido. Además, habrá que aplicar una normativa de origen a las importaciones y a las exportaciones de/a terceros países, lo que constituye un reto administrativo y burocrático para las empresas y los gobiernos de la UE y Reino Unido.

-Al ciudadano de a pie, ¿cómo le puede afectar?
-Si no se ratifica el Acuerdo de Retirada, los ciudadanos de la Unión que residan en el Reino Unido (estudiantes, trabajadores…) ya no estarían protegidos por la normativa de la UE en materia de libre circulación. Los nacionales del Reino Unido que residan en la Unión Europea perderían la ciudadanía europea y estarían sujetos, a partir de la fecha de retirada, a las normas generales que se aplican a los nacionales de terceros países en la UE. Ello afectaría a su derecho a residir, estudiar o trabajar en el lugar en el que vivan actualmente, así como a la protección de que gozan en materia de seguridad social y en otros ámbitos. Los ciudadanos de a pie, en tal caso, quedarían a expensas de lo que dictaminasen las legislaciones nacionales. La promesa o compromiso de mantener su estatus actual dependería, en última instancia, de la condición de reciprocidad.

-No sabemos si finalmente culminará la salida no pactada pero, si se produce, ¿qué alternativas tiene el Reino Unido?
De producirse una salida no pactada, al Reino Unido no le quedaría alternativa otra que regresar al bilateralismo, esto es, tendría que volver a negociar acuerdos económicos y comerciales de Estado a Estado, con el duro hándicap que supondría además tener que sentarse con sus viejos socios de la Unión después del mal ambiente generado como consecuencia de la salida abrupta. Desde esta perspectiva, y pese a la ayuda prometida por Donald Trump, quedaría temporalmente como un corcho a la deriva en un océano embravecido, expuesto a un sinfín de tempestades.

-El Brexit ya ha provocado la caída de dos presidentes. No hay dos sin tres…
Ni tres sin cuatro. Jajaja. El primer ministro anda precisamente cual un vampiro sin sangre tratando de revalidar su cargo y está firmemente convencido de que la línea dura adoptada con respecto al Brexit podría garantizarle una larga estancia en el número 10 de Downing Street en el supuesto de celebrarse nuevas elecciones. Sus asesores deberían tomar buena nota de la suerte que corrió uno de sus predecesores más próximos, David Cameron, cuando trató torpemente de salvar la gestión de su mandato convocando el referéndum del Brexit.

-Recomendaciones generales para los ciudadanos
-Sobre todo, mantener la calma y hacer caso de las indicaciones que nos vayan ofreciendo nuestras autoridades. Desde que el Reino Unido anunciara oficialmente su intención de abandonar el proyecto europeo, la Unión Europea ha tratado de hacer honor al refrán de 'hombre prevenido vale por dos'. Las principales instituciones europeas, encabezadas por la Comisión, así como los Estados miembros (entre ellos España), han ocupado parte de su tiempo y esfuerzo en preparar activamente un elaborado plan de información y contingencia ante la posibilidad de un Brexit sin acuerdo. Toda la información está disponible en internet y en caso de duda, para eso estamos los Centros de Documentación Europea.

Publicado en: Entrevista