'Debemos aprender a estar cómodos en la incomodidad de no saber'
Alejandro Iborra Cuéllar, profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Educación, explica a uah.esnoticia rutinas y hábitos saludables para este peculiar inicio de curso.
- En primer lugar, ¿Qué aconsejas a los alumnos/as en este inicio de curso tan diferente?
Es una pregunta compleja. Primero, porque no me gusta dar consejos. En una asignatura que imparto que se llama Habilidades de Counselling, siempre empezamos con un texto que se titula ‘Nunca, nunca, nunca ofrezcas un consejo’, porque a veces los consejos están un poco envenenados. Es como tratar de adaptar una pauta general cuando las características personales e individuales son únicas. Pero vamos, puedo plantear algunas pautas porque está claro que estamos viviendo una situación compleja y única.
La situación ahora es diferente a marzo, ya que tenemos muchos más conocimientos y experiencia. Estamos en mejor disposición para afrontar los retos del curso. Y este es un proceso que nos ha ocurrido a todos, tanto a profesores, familias y alumnos. Ahora sabemos cuáles son las reglas de juego, aunque pueden cambiar en otro momento. Por consiguiente, creo que, ante todo, debemos tener una actitud flexible y abierta a todo lo que pueda ocurrir.
El curso pasado hemos tenido un curso acelerado de gestión de incertidumbre. Siempre se ha hablado que, dentro de las competencias del siglo XXI, la gestión de incertidumbre es importante. Pero llevamos unos meses en que esto es evidente, es un hecho. Si alguno tenía dudas, se han disipado en los últimos meses. Creo que es un buen escenario en el que estar, debemos aprender a estar cómodos en la incomodidad de no saber.
- En torno a la gestión de incertidumbre que comentas ¿qué herramientas consideras que pueden enseñar a los alumnos a gestionar sus recursos de inteligencia emocional de la manera adecuada?
En relación a la incertidumbre, cuando uno no sabe, ante todo debe estar muy atento. Muy atento para captar señales del entorno y poder actuar. Entonces, hay emociones que debemos gestionar ya que limitan que estemos atentos al entorno. Hay dos emociones en las que me quiero detener: una es el miedo y otra es la ansiedad, que está relacionada con la primera,pero no es lo mismo.
Creo que hay que estar atento a lo que ocurre y ser crítico con lo que está ocurriendo. Debemos ser más críticos que nunca con la información que estamos recibiendo porque una de las características de nuestro mundo actual es que tenemos que procesar muchísima información. Hay mucha información disponible y los medios de comunicación están generando mucha información, en las redes sociales hay mucha información, en Internet podemos seguir a personas que consideremos una referencia, leer libros o artículos de diferentes niveles, procedencias, diferentes tipos de calidad, … Pero creo que hay que ser consciente de cuál es el efecto que nos genera estar en contacto con toda esta información.
Uno de los problemas, sobre todo con la televisión y con ciertos mensajes que se van propagando, es que generan miedo. Es un problema porque el miedo anula la capacidad de estar atento a lo que ocurre, porque el individuo tiende a priorizar la seguridad en vez de la exploración de posibilidades nuevas, lo que, en definitiva, inhibe la conducta.
Una de las cosas importantes para evitar o contrarrestar ese miedo es tratar de ser crítico con la información que estamos recibiendo, contrastar los contenidos, comunicarse con otras personas, tener referencias que te den seguridad, que esas referencias sean variadas, que no coincidan siempre con tus creencias, diversificar las fuentes y, poco a poco, ir forjando una capacidad de criterio personal. Porque si no estás perdido ante la información. Esto es difícil de conseguir porque requiere tiempo, experiencia. Las capacidades críticas son justamente una de las competencias del siglo XXI, creo que todos los profesores/as queremos fomentar que nuestros estudiantes sean autónomos, sean críticos y estamos en un momento estupendo para tratar de fomentarlo.
Si te dejas llevar por las noticias, si te dejas llevar por toda esa información variada sobre la pandemia, es fácil experimentar la ansiedad. Mientras que el miedo suele tener algún estímulo específico, la ansiedad es más difusa. Es una manera en la que el miedo ya se vuelve corpóreo, se experimenta en el cuerpo. Además, la persona comienza a tener una visión de túnel. En lugar de tener una visión amplia para ver lo que ocurre, uno tiene una visión de túnel a veces demasiado centrada en uno mismo, se amplifican las emociones, se amplifica lo que se siente, empieza a haber comportamientos psicosomáticos de todo tipo que están en relación con la ansiedad. Y esto se produce cuando te dejas llevar por mensajes que inciden una y otra vez en situaciones catastrofistas.
- En relación a la ansiedad, es cierto que limita las capacidades del estudiantado a la hora de concentrarse, ¿Qué rutinas consideras que pueden ser positivas para controlar estas situaciones?
Alejandro Iborra Cuellar |
Más que de rutinas, a mí me gusta hablar de hábitos, no es lo mismo. La rutina ocurre cuando un hábito ya se ha creado, tú puedes generar una rutina alrededor de él. Todos tenemos hábitos, todos debemos tener nuevos hábitos al iniciar el curso, a veces contactar con los hábitos que ya teníamos como mantener un nivel de trabajo, horarios de trabajo, pero también de ocio o de descanso. Últimamente, creo que es muy importante mantener la atención y la concentración. Porque si no estás atento y concentrado, no puedes seguir las clases, no puedes realizar tareas complejas. A veces, olvidamos que en la atención tan importante es dónde nos enfocamos como a qué dejamos de atender activamente. Atender e ignorar activamente, forman parte del mismo proceso.
La primera parte a la hora de crear un hábito es trabajar la disposición. Por ejemplo, a la hora de empezar una clase puedes empezarla sin más o, por el contrario, tienes una pauta para empezarla. Los alumnos lo pueden hacer preguntándose cómo se disponen a la hora de empezar una clase o una videoconferencia, cómo se disponen cuando finalizan una clase, que quieren aprovechar durante la sesión, que recursos necesito, etc.
Por ejemplo, la conciencia de nuestra respiración forma parte de la disposición previa, como te estás preparando antes de lo que es la actividad. Luego viene la actividad en sí con sus propios hábitos, por ejemplo, tomar notas de lo que es relevante, como organizas la información, como te planteas la posibilidad de resolver dudas o preguntas ante el profesor, …
Un buen hábito, por ejemplo, podría ser establecer buena comunicación con los profesores. En relación a las tutorías, muchos estudiantes no son capaces de establecer una comunicación de adulto a adulto con sus docentes, ya sea por timidez o falta de experiencia. Si bien es cierto, que los estudiantes de máster y doctorado sí que son capaces de usar este recurso de otra manera diferente, en la que pueden aprovechar más las sinergias de la comunicación alumno-profesor.
La última parte que suele olvidarse a la hora de hablar de los hábitos tiene que ver con la valoración de lo que ha ocurrido. Por ejemplo, empiezo el día haciendo deporte. Aparte de la disposición inicial a la hora de hacer deporte (calentamiento, preparación, …) nos planteamos la valoración de lo que has sentido durante la sesión una vez que ha finalizado. Este proceso no ocurre a menudo, ya que realizamos infinidad de tareas sin darnos cuenta y sin recapacitar acerca de lo que hemos conseguido con esa actividad. Por tanto, otra buena pauta será establecer un momento donde reconozcamos el valor positivo de lo que estamos haciendo. A veces, tendemos a centrarnos en los aspectos negativos y no tenemos el hábito de reconocer los aspectos positivos e incluso si te llena o te gratifica lo que estás haciendo. Es importante, por tanto, incluir esta tarea de valoración para dar sentido a la actividad diaria individual. No se trata de coger apuntes para después repetirlos, el proceso de aprendizaje ahora tiene que ver con estar mucho más involucrado en la educación a nivel individual.
- Para finalizar, en relación a un texto que escribiste hace ya unos años con la profesora Mónica Izquierdo, ‘Fomentando el aprendizaje colaborativo’ estamos en un curso donde es evidente que este tipo de aprendizaje se va a desarrollar en contextos de e-learning ¿Cómo ves esta situación y qué recursos recomiendas a los alumnos?
Por un lado, ante todo trataría de decirles a los profesores que traten de fomentar entornos colaborativos, que el proceso de aprendizaje implique a todos los individuos que están involucrados en ese proceso. Cada vez vamos estando más cómodos, además de en actividades colaborativas, en actividades dialógicas, generar un diálogo, generar una conversación.
En nuestra cultura, no se nos enseña a conversar, no hay modelos de conversación. Existen muchos programas en televisión, por ejemplo, donde las personas hablan para tratar de imponer su punto de vista, no para construir un sentido compartido. Pero si queremos trabajar en una organización o estás trabajando en un proyecto de clase, planteo a los alumnos que aprovechen para hablar con los compañeros y tratar de involucrar al profesor en la conversación buscando el modo de aprender más entre todos. La responsabilidad principal en el contexto del aula es el profesor, y ese es el desafío para muchos profesores, ya que dialogar explicita qué tipo de contexto relacional estamos generando.
Cuando hablamos de entornos colaborativos, estamos hablando de una calidad relacional especial o de una cualidad relacional. Colaborar implica el deseo de escuchar al otro, que el otro me escuche a mí e ir más allá de lo que pensamos, y eso es lo más desafiante. Todas las personas tendemos a imponer nuestras ideas; si tienes una idea normalmente ya no escuchas al otro. Cuando más convencido estás de una idea, más difícil es considerar otras.
Otro buen hábito en estos contextos digitales consiste en comunicar más. Existen diferentes maneras y medios para realizar los procesos comunicativos. Los profesores también debemos comunicar más. En relación a esto, la UAH está divulgando una serie de cursos para docentes para sacar el máximo rendimiento a las herramientas digitales. Una de las ventajas de esos cursos, y es añadida, es poder comentar con el resto de docentes que participan en el curso, cuál es la situación en la se encuentran en su facultad, departamento o área concreta. Entonces, estos encuentros colaborativos generan muchas sinergias positivas.
Publicado en: Entrevista