Las urracas tienen un papel esencial en la regeneración de los bosques (a pesar de su mala fama)

Investigadores de la Universidad de Alcalá han descubierto cómo el comportamiento de estas aves ayuda a la regeneración forestal en paisajes agrícolas y dehesas, ya que siembran semillas por el campo con la intención de guardar provisiones de alimento para el invierno

Algunos animales generan más simpatía que otros. Los delfines por sus caras risueñas o los pandas por su apariencia adorable. Sin embargo, hay otros animales que producen repulsión, asco o miedo y son protagonistas de supersticiones en distintas culturas. Ahí encontramos a ratas, murciélagos y también a las urracas, quizás porque a estas últimas siempre se las ha catalogado como aves carroñeras y depredadoras de huevos y pollos.

Pero lo cierto es que estos córvidos son una de las aves más inteligentes, más que la gran mayoría de los animales. Su encéfalo tiene un gran tamaño relativo a su cuerpo y se ha demostrado que pueden reconocerse en un espejo, capacidad que hasta ahora solo se había observado en primates, delfines y elefantes.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Alcalá lleva más de una década estudiando su comportamiento y una síntesis de sus últimas investigaciones ha sido publicada el pasado verano en la revista Quercus, la más antigua y prestigiosa en el estudio y defensa de la naturaleza en España. En esta se revela que estas aves utilizan un método eficaz para almacenar y recuperar bellotas en el que la memoria espacial, al contrario de lo que se pensaba, parece tener un papel secundario.

Urraca con anilla

UNA INVESTIGACIÓN DE MÁS DE 15 DE AÑOS

A lo largo de estos años de investigación, distintos miembros del Grupo de Investigación de Ecología y Restauración Forestal han participado en cada una de sus fases. Salvador Rebollo, Lorenzo Pérez, Loreto Martínez de Baroja, Pedro Villar, Jesús Ángel Cuevas y José María Rey son solo algunos de los expertos que han aportado su granito de arena a todas las horas de trabajo de campo y análisis de datos del estudio.

Todo comenzó en Guadalajara, donde existen muchos bosques de las especies del género Quercus, al que pertenecen los robles, los alcornoques, los quejigos, los melojos y también las encinas. El fruto de todos ellos es la bellota, muy pesada para ser dispersada por el viento, y que “si cayese por gravedad, quedaría debajo del árbol madre sin posibilidades de prosperar”, afirma Lorenzo Pérez.

De una bellota caída puede crecer una planta, pero se enfrenta a la competencia de otros árboles y a un ciclo de vida de cientos de años, con lo cual, el árbol ha hecho una asociación con ciertos animales, como las urracas y los arrendajos, para que ese pesado fruto sea dispersado.

comedero

EL MUTUALISMO, UNA RELACIÓN 'WIN WIN' 

Las encinas producen tantos frutos que estas aves no son capaces de comérselas y lo que hacen es esconder las bellotas para disponer de frutos más adelante. Las guardan como alimento para la época de escasez, como hacen también los ratones, las ardillas o los perros con los huesos. Y así las dos especies ganan, tanto la especie animal como la vegetal: la urraca se beneficia al prolongar el período de disponibilidad de las bellotas, un alimento abundante pero estacional; y el árbol consigue que una parte de sus semillas sea transportada y ocultada lejos, reduciéndose la competencia y las posibilidades de que las bellotas sean robadas por otros animales. Las bellotas dispersadas que no son recuperadas por olvido o porque el animal muere o es desplazado de su territorio por otro, pueden seguir su ciclo biológico y convertirse en árboles.

Los investigadores han descubierto que cada pareja de urracas es capaz de esconder entre 1.100 y 2.000 bellotas cada otoño gracias al seguimiento de aves anilladas y sexadas. Además, insertaron radiotransmisores en el interior de bellotas colocadas en comederos, los cuales fueron monitorizados con cámaras de fototrampeo con sensores de movimiento en varios experimentos realizados en la finca El Carmen, propiedad de la Universidad de Alcalá.

Las cámaras han captado cómo estas aves se llevan la bellota y en ocasiones la esconden delante de ella. Debido a la forma de bala de la bellota, las introducen en el terreno martilleándolas con el pico como si fuera un clavo. Una vez enterrada, los investigadores localizan su ubicación por una señal que emite el radiotransmirsor insertado en la bellota. Para localizarla, usan un receptor de radiofrecuencias y un detector de metales y sustituyen la bellota con el transmisor por una bellota normal, imitando al máximo su escondite. Realizan un seguimiento durante meses para comprobar si la semilla acaba dando una planta o si el animal la recupera. El resultado es que un 1,5% de esas bellotas escondidas  llega a producir una plántula produciendo una densidad media de 200 plántulas por hectárea, similar a las densidades utilizadas en reforestación, pero la urraca lo hace todos los años. Y además, gratis.

Chip bellota

¿CÓMO SON CAPACES DE ENCONTRAR LAS BELLOTAS ESCONDIDAS?

Hasta ahora se pensaba que los córvidos tenían un mapa mental con las miles de posiciones exactas donde habían enterrado las bellotas para luego recuperarlas. Cuando los expertos de la UAH iniciaron el experimento, se dieron cuenta de que los arrendajos recuperaban tanto las bellotas que ellas habían conservado, como las que habían enterrado los investigadores a 1 metro de las anteriores. Parecía que algo había salido mal, que no encajaba.

Pero hace nueve años, Loreto Martínez de Baroja inició su tesis doctoral en esta investigación y volvieron a repetir el experimento, en esta ocasión con urracas, obteniendo los mismos resultados que con los arrendajos. Entonces comprendieron que lo que no encajaba era esa 'memoria espacial prodigiosa' adjudicada a los córvidos. Descubrieron que los córvidos almacenan una alta densidad de bellotas en los sitios que seleccionan, por ejemplo, bajo un arbusto de determinada especie, y luego realizan una búsqueda aleatoria en esos sitios, lo que explica por qué recuperan también las bellotas escondidas por los investigadores. El método de localización de sus bellotas escondidas no se basa fundamentalmente en su memoria espacial, si no en una eficaz estrategia de almacenamiento.

Y es que las urracas son territoriales. Buscan alimentos dentro y fuera de su territorio, pero esconden sus provisiones dentro y, además, en los sitios donde mejor le viene a la encina para desarrollarse, como son las zonas aradas o cortafuegos, donde el suelo está más suelto y la raíz puede crecer mejor con menos competencia por los recursos.

Al ser territoriales, se ha visto que esconden sus bellotas cerca de sus nidos y no de los de otros vecinos. Así solo el 11% de las bellotas escondidas fueron 'robadas' por urracas vecinas y dispersadas hacia sus territorios.

Además, las urracas hacen este trabajo en parejas. Las cogen y entierran los dos juntos, así si uno de los dos ejemplares muere, el otro es capaz de recuperar el botín. “También hemos observado cómo un macho de urraca tiraba bellotas al suelo desde un comedero. Lo hacía para que su pareja, que tenía miedo a posarse en él, recogiese y dispersase las bellotas, compartiendo territorio, hábitat y micrositios de almacenamiento”, explica Lorenzo. Por esto las parejas de urracas permanecen juntas en invierno. No es cuestión de amor, sino de interés, de supervivencia y de éxito reproductivo. 

Cámara

UN TRABAJO CLAVE EN LA REGENERACIÓN FORESTAL

Las urracas y otros córvidos, como los arrendajos, en ambientes abiertos hacen esta función de repoblación forestal. Estas acciones hacen que el bosque se regenere hacia el interior, pero también hacia el exterior, expandiéndolo hacia nuevas zonas sin bosque. Es la regeneración forestal. “En el estudio hemos descubierto también que el arrendajo regenera mejor el interior del bosque, lo que favorece su expansión", apunta Lorenzo.

Como el experto apunta, hicieron “un experimento con árboles a distintas distancias del borde del bosque. Fuimos poniendo comederos y monitorizando dónde almacenaban mayor porcentaje de bellotas: dentro del bosque casi todas las bellotas dispersadas acaban en él, pero a medida que nos alejamos del borde del bosque hacia zonas abiertas de matorral, la tendencia cambia gradualmente y a 200 metros aproximadamente fuera de este, las bellotas son todas dispersadas en el matorral y lo hacen a partir de árboles solitarios que crecen fuera del bosque". De esta forma, los investigadores han descubierto que, si se quiere conseguir expandir el bosque, hay que conservar los árboles aislados para que sigan reproduciéndose.

Grupo Investigacion Ecologia y Restauracion

Este proyecto ha dado pie a nuevas líneas de investigación y actualmente también están estudiando el comportamiento de otras especies de aves con la misma metodología por ejemplo, la corneja. Además, también están observando qué sucede en otras especies arbóreas como el roble y el alcornoque en los bosques de Galicia.

Con esta investigación se prueba que, los prejuicios que los humanos tenemos sobre algunos animales como los murciélagos o las urracas, no coinciden con la labor fundamental que hacen en la regeneración y regulación de los ecosistemas. Este trabajo se hace de especial importancia en el contexto actual de abandono de tierras de cultivo donde favorecen la regeneración natural de dichos espacios. Después de todo, la urraca no es la única especie que saca adelante a sus hijos a base de huevos y pollos, ¿verdad?

Publicado en: Reportaje