Los biocombustibles y el precio de los alimentos

Daniel Sotelsek es actualmente el Director del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá (UAH) y Director del Master Internacional de Gestión Universitaria de esta institución. Licenciado en Economía por la Universidad Católica de Salta (Argentina) y Master en Administración Pública (Cum laude) del Instituto Nacional de Administración Pública. Doctor en Ciencias Económicas (Cum laude)por la UAH, cuenta con muchos años de experiencia profesional tanto en la docencia y en la investigación como en la gestión universitaria.

"... Saber por qué aumenta el precio de los alimentos y por qué seguirá aumentando en el futuro ya no es una incógnita, la cuestión de fondo sigue siendo la misma, para lograr crecimiento y mejoras en la población es necesario obtener los insumos necesarios y sobre todo preservar la sostenibilidad de esos insumos (en este caso energía). Pero nuevamente la sombra de la duda sobre si es posible sostener este planeta a la vez que mejorar nuestro nivel de vida".

En la actualidad, el debate económico en torno al precio de las materias primas es cada vez más intenso sobre todo porque el mapa de causalidades comienza a complicarse. En primer lugar que aumente el precio de los commodities resulta provechoso para muchos países de menor desarrollo, pero también es cierto que puede generar problemas de despegue industrial en muchos otros países subdesarrollados que no cuentan con esa materia prima.

También aparece en el debate el tema de la energía y el medio ambiente: hoy por hoy existe una gran dependencia energética de las fuentes fósiles (petróleo), lo cual genera una presión al alza de este tipo de recursos e inestabilidad en el precio de muchos bienes y servicios (los aumentos del precio del petróleo afectan directamente a las economías) y de otro lado, el uso de estas fuentes primarias de energía fósiles en la generación energética y su posterior uso en los diferentes sectores económicos, se catalogan como poco sostenibles, pues en estos procesos se emiten grandes cantidades de sustancias contaminantes causantes de problemas ambientales globales (calentamiento global, destrucción de la capa de ozono, lluvia ácida).

Esto sumado a los acuerdos internacionales en el campo ambiental han obligado a las diferentes economías a buscar alternativas energéticas, que permitan reducir la dependencia energética del petróleo y a la vez permitan cumplir con los acuerdos internacionales sobre emisiones. El matiz en este caso es que el aumento de la demanda de energía tampoco es una mala noticia ya que implica crecimiento y más bienes y servicios para la población.
En este contexto, las energías renovables se han configurado como un eslabón que proporcionarían cierta independencia energética y a la vez permitirían reducir las emisiones (principalmente de CO2) en las economías. Sin embargo, el milagro de las renovables, específicamente los biocombustibles (bioetanol y biodisel), esconde grandes costes económicos y sociales. Estos es así, puesto que las materias primas o commodities (cereales como el maíz, el trigo, la cebada, o azúcar, oleaginosas y aceites vegetales) necesarios para la producción de los biocombustibles son, justamente, bienes de consumo humano directo o insumos muy importantes para otros sectores (avicultura, ganadería, porcicultura, etc.) que proveen bienes de consumo básicos (carne, leche, huevos). También es bueno mencionar que el propio debate ambiental no está zanjado es posible que la alternativa energética que pretende mejorar el medio ambiente genere nuevos problemas ambientales también de difícil solución.

Todo ello ha generado una demanda de materias primas agrícolas en la industria de la producción de biocombustibles que va en aumento y seguirá esa tendencia durante varios años según proyecciones de la OECD y la FAO, presentadas en su informe Agricultural Outlook 2007-2016. Este fenómeno ha ocasionado un cambio estructural en la demanda de este tipo de materias primas ocasionando aumentos en los precios de éstas, aumentos que afectarán directamente las necesidades alimentarias de millones de personas en el mundo, con un efecto más acentuado en las más pobres, y también afectarán a sectores agrícolas que dependen de éstas materias para su producción.

En definitiva saber por qué aumenta el precio de los alimentos y por qué seguirá aumentando en el futuro ya no es una incógnita, la cuestión de fondo sigue siendo la misma, para lograr crecimiento y mejoras en la población es necesario obtener los insumos necesarios y sobre todo preservar la sostenibilidad de esos insumos (en este caso energía). Pero nuevamente la sombra de la duda sobre si es posible sostener este planeta a la vez que mejorar nuestro nivel de vida, se nos presenta con toda su fuerza solo que ésta vez nos sorprendemos porque ha cambiado su forma y aparece como: "un incremento del precio de los alimentos" y por ello recordar aquella idea de lo "pequeño es hermoso" vuelve a tener sentido.

 

Publicado en: Archivo opinión