El gusano que quiso ser gallina
Investigadores de la Universidad de Alcalá y de la Universidad de Barcelona encuentran en la Antártida una nueva especie de nemertino que incuba sus huevos.
Érase una vez, en un continente muy lejano, un pequeño gusano que tenía unos anhelos evolutivos que no se correspondían con el grupo al que pertenecía. Había nacido como un humilde nemertino, pero ya de pequeño tuvo ansias de ser algo más...
Los nemertinos son un filo de invertebrados que vive fundamentalmente en el medio marino. En la Universidad de Alcalá, el Grupo de Investigación en Biodiversidad Marina EU-US, que coordina el profesor Juan Junoy Pintos, es especialista en nemertinos. No hay muchos, por eso no es raro que cuando un investigador encuentra un gusano de este filo, lo primero que se le ocurra es llamarles. Es lo que hizo un equipo de la Universidad de Barcelona, que había encontrado en la Antártida un nemertino que incubaba sus huevos, como las gallinas. Se trata de una nueva especia para la ciencia que han bautizado como Antarctonemertes riesgoae, y en cuya descripción también han participado investigadores de la Universidad de Harvard y del Instituto Español de Oceanografía. El descubrimiento y la descripción de esta nueva especie aparece publicado en el número de octubre de la revista científica Polar Biology (http://link.springer.com/article/10.1007/s00300-013-1360-2).
Lo que descubrieron en las rocas y algas de la Antártida fueron unos capullos azulados de unos 2-3 cm de longitud en los cuales se encontraba un nemertino incubando sus huevos. La hembra, durante la reproducción, exuda una sustancia mucosa por la pared del cuerpo que se solidifica en contacto con el agua de mar formando una cúpula elástica. Construido el capullo, la hembra deposita sus huevos en su interior y se posa sobre ellos. La protección no sólo es pasiva, debido a la barrera física que suponen las paredes del capullo y el cuerpo de la madre. También hay una defensa activa. Si se intentan arrancar los capullos, la hembra emerge por un orificio del capullo y trata de asestar “trompazos” con su probóscide.
Así dicho, no parece gran cosa que un animal incube sus huevos, pero sí lo es para un nemertino. Lo habitual es que los nemertinos depositen sus huevos y se olviden de ellos, como pasa con otros muchos animales. Son estrategas de la r, es decir, basan su éxito reproductivo en poner muchos huevos, confiando en que uno o dos lleguen hasta el estado adulto. La otra opción es la excepcional en los nemertinos. Si disminuimos el tamaño de la puesta, debemos reducir igualmente las tasas de mortalidad, lo que se consigue aumentando los cuidados sobre los huevos. Es lo que hacen las aves; construyen un nido y protegen su puesta.
Esta insólita conducta reproductiva se ha desarrollado como consecuencia frente a las duras condiciones ambientales del Antártico, ya que no se conoce ningún otro nemertino incubador. Como otros muchos animales antárticos, tiene que reproducirse exclusivamente durante el verano polar y asegurar que esa reproducción tenga éxito.
Sobre los nemertinos
Estos gusanos no son muy abundantes, pero tampoco son raros. Su característica distintiva es la presencia de una probóscide interna que suele ser tan larga como su cuerpo y que desenvaina cuando quiere cazar o defenderse. Algunos de ellos, como el protagonista de esta historia, tienen un mecanismo todavía más sofisticado. La trompa está armada, tiene una daga, y cuando la saca, apuñala a sus presas.
Son muy elásticos. Un ejemplar de unos 30 centímetros puede llegar a estirarse hasta un metro. El rango de tallas es muy amplio, hay algunos muy pequeños que a veces no llegan ni al centímetro y otros muy largos. De hecho, ejemplares de la especie Linneus longissimus llegan a alcanzar los 60 metros de longitud.
FOTOGRAFÍAS: Sergi Taboada
Publicado en: Archivo UAH investiga