El aislamiento genético de los osos pardos cantábricos pone en peligro su conservación
Un estudio auspiciado por la Fundación Oso Pardo en la que participa un profesor de la Universidad de Alcalá concluye que aunque las dos poblaciones de osos pardos que viven en la Cordillera Cantábrica se están recuperando, su situación continúa siendo crítica.
La población de osos pardos que vive en la Cordillera Cantábrica presenta una identidad genética que la hace ligeramente diferente a otras poblaciones oseras y, por tanto, única en el ámbito mundial, circunstancia que le otorga una gran valor e interés zoológico y conservacionista. Se trata de una de las poblaciones de osos más escasas y amenazadas, ya que su censo se sitúa en torno a 105-130 ejemplares. La población osera cantábrica quedó fragmentada, desde la primera mitad del siglo XX, en dos poblaciones genéticamente incomunicadas, denominadas oriental y occidental. La primera ocupa una superficie de aproximadamente unos 2.100 km2, que se extienden por los montes del nordeste leonés, norte de Palencia y las montañas cántabras colindantes, así como por un pequeño sector asturiano en los concejos de Caso y Ponga. Se calcula que en este núcleo sobreviven actualmente unos 25-30 ejemplares. La población occidental, que se distribuye por unos 2.800 km2, es la más importante, ya que incluye la mayor parte de la población cantábrica de osos, con un censo que actualmente se considera en torno a los 100 ejemplares. Esta población se extiende parcialmente por los montes del Alto Sil leonés y ocasionalmente también por los montes contiguos de Lugo, aunque es en Asturias donde ocupa mayor superficie.
Un estudio auspiciado por la Fundación Oso Pardo y publicado en la revista especializada Ursus, pone de relieve que, aunque las poblaciones de osos cantábricos se están recuperando, su falta de intercambio genético hace peligrar su conservación. Juan Herrero, profesor del departamento de Ecología de la Universidad de Alcalá y miembro del grupo de asesores científicos de la Fundación Oso Pardo, explica que la escasa variabilidad genética de estos ejemplares conlleva una menor capacidad reproductiva y menor resistencia a enfermedades. Los resultados de este trabajo se han obtenido a partir del seguimiento sobre el terreno y el conteo anual durante dos décadas de las hembras con crías. Según Herrero, “es excepcional tener la capacidad para hacer un seguimiento como éste –quizá sólo Suecia se encuentre al mismo nivel– y además constatar una recuperación de la población”. Este hecho se debe principalmente a la reducción de la mortalidad de osos a manos del hombre.
Una de las causas de la fragmentación de la población de osos pardos en la Península –existe otra pequeña población en el Pirineo– es la paulatina y milenaria disminución de ejemplares, que ha ocasionado que en lugar de una población continua, sólo pervivan cuatro reductos. Otro de los motivos es la fragmentación del territorio que ocasiona el hombre con la construcción de infraestructuras viarias y de otra índole, menoscabando la calidad del hábitat de estos animales.
Las líneas de actuación a seguir para que la situación del oso pardo en la Cordillera Cantábrica deje de ser crítica es insistir en las que ya existen desde hace años: luchar contra las causas de muerte artificial –lazos para jabalís, el uso de venenos, la mentalización de los furtivos...– y que los planes de recuperación sean el instrumento para que las infraestructuras obedezcan a la conservación de especies en peligro de extinción.
Fotografía: CNICE-MEC
Publicado en: Archivo UAH investiga