Descubrimientos que merecieron el Nobel fueron antes rechazados

Un profesor de la Universidad de Alcalá investiga la resistencia al descubrimiento por parte de los propios científicos, y acaba de publicar un trabajo sobre las trabas que encontraron ganadores del premio Nobel.

Las concepciones comunes sobre la ciencia destacan su carácter abierto, y se suele considerar que el científico analiza y valora serenamente, sin prejuicios, cualquier nueva teoría. Además, uno de los rasgos que se suele asociar casi intuitivamente a la ciencia es su afán por lo nuevo. Sin embargo, esto no siempre es así. En los últimos años diversos autores han investigado episodios de claro dogmatismo en ciencia que ilustran la resistencia al descubrimiento por parte de los propios científicos. Juan Miguel Campanario, profesor de Didáctica de las ciencias experimentales de la Universidad de Alcalá, acaba de publicar en la revista Scientometrics un artículo que recopila 19 casos de ganadores del premio Nobel que encontraron resistencia a sus descubrimientos por parte de la comunidad científica, y otros 24 ejemplos de investigadores cuyos artículos sobre trabajos por los que posteriormente recibieron el prestigioso galardón fueron rechazados por los editores de revistas científicas. Uno de ellos fue el bioquímico español Severo Ochoa.
No es raro que un científico que realiza un nuevo descubrimiento que está en conflicto con el conocimiento general en ese momento encuentre dificultades para dar a conocer su trabajo. De hecho, les ha sucedido a bastantes ganadores del Nobel. “Algunos descubrimientos son prematuros, es decir, se anticipan a su época y no encajan fácilmente en el marco conceptual de las teorías dominantes. En estos casos es necesario que pase algún tiempo para que se produzcan desarrollos teóricos o experimentales que permitan aceptar y comprender plenamente estos descubrimientos prematuros”, explica Campanario
Revisores o evaluadores de revistas científicas rechazaron algunos de los trabajos iniciales por los cuales sus autores recibirían, años después, el premio Nobel, máximo galardón científico. Entre los ejemplos encontrados, Campanario cita el de la revista Physical Review Letters, que rechazó uno de los primeros artículos de David M. Lee, Douglas D. Osheroff y Robert C. Richardson sobre la superfluidez en el helio. Uno de los revisores del artículo argumentó que el sistema estudiado no podía comportarse como los autores decían. Los tres científicos recibieron el Nobel de Física en 1996 por este trabajo.
Hans Krebs descubrió el llamado ciclo de Krebs, un mecanismo biológico que los alumnos estudian hoy día en Bioquímica. La revista Nature declinó publicar uno de los trabajos iniciales sobre este tema, por el que Krebs recibiría posteriormente el premio Nobel. Según sus propias palabras: “El artículo me fue devuelto cinco días después acompañado por una carta de rechazo escrita en el estilo formal de aquellos días. Fue la primera vez en mi carrera, después de haber publicado más de 50 artículos, que yo sufría un rechazo o un semi-rechazo”. Muchos años después, Nature publicó un comentario en el que reconocía éste y otros errores similares.
Nature y Science rehusaron uno de los trabajos iniciales de Kary B. Mullis relativo a la reacción de la polimerasa (PCR). Esta reacción es la que dio origen a las pruebas de ADN que utiliza, por ejemplo, la policía. Por este descubrimiento Mullis recibió el Nobel en 1993.
Los trabajos de la bióloga Rosalind Yalow, premiados con el Nobel, fueron rechazados inicialmente por la prestigiosa revista científica Journal of Clinical Investigation. En su discurso de aceptación del galardón, Yallow citó con nombre y apellidos al responsable de tan desafortunada decisión, y mostró públicamente la carta que recibió en su día de la revista, que había guardado cuidadosamente para una ocasión propicia.
Juan Miguel Campanario subraya que “podemos conocer los casos de resistencia al descubrimiento que finalizaron con la victoria de la nueva concepción o con la aceptación del nuevo descubrimiento, pero no podremos conocer nunca aquellos casos en que ideas originales e innovadoras que fueron eficazmente suprimidas para siempre ya que la historia de la ciencia sólo registra los “finales felices””.

 

Publicado en: Archivo UAH investiga