Cervantes era manco...y bien manco. Un profesor de la UAH nos lo cuenta



Mucho se ha hablado de la mano izquierda de Cervantes a través de los siglos. De hecho, es muy habitual referirse a él como ‘El Manco de Lepanto’.

El catedrático de Traumatología y Cirugía Ortopédica y hoy profesor emérito de la UAH Antonio López Alonso, ha buceado en los archivos para descubrir qué le ocurrió a Don Miguel en su mano ‘siniestra’ y qué grado de discapacidad le produjo.

-Profesor, ¿qué le ocurrió a Cervantes en la Batalla de Lepanto?
-En la Batalla de Lepanto, en octubre de 1571, peleando en la galera ‘La Marquesa' junto con otros doce hombres, Cervantes recibió tres heridas por arma de fuego, concretamente por arcabuz. La herida más grave se la ocasionaron al nivel de la palma de la mano izquierda, afectando también a parte de la muñeca. Fue una herida profunda, que no solo hería la piel y el tejido celular subcutáneo, sino también los músculos, los nervios y que fracturó los huesos…Era una lesión muy seria, muy importante, de alta gravedad.

-Mucha gente piensa que esa herida le provocó la amputación de la mano, pero él la mantuvo siempre, ¿qué grado de discapacidad le ocasionó?
-La herida le ocasionó una disfuncionalidad completa porque se produjo una cicatriz hipertrófica, de tal suerte que la mano se le quedó como ‘en garra’, rigurosamente afuncional. Ni siquiera podía sujetar un libro entre las manos… En ese tiempo se decía de este tipo de pacientes que ‘no podían mandar la mano’ y él lo deja muy claro a lo largo de su obra, tanto en la segunda parte del Quijote, como en el Viaje al Parnaso.

-¿Eso le provocó algún tipo de trauma?
-En la bibliografía contrastada no lo he podido constatar.

-¿Qué le llevó a investigar sobre este asunto y a escribir el libro ‘Cervantes, manco y bien manco’, editado por el Servicio de Publicaciones de la UAH en 1997?
-Dos circunstancias fundamentales: yo soy traumatólogo, soy un médico de los huesos rotos, y la manquera entra de lleno en mi especialidad médica; y además, el amor intenso que le tengo al gran genio literario que era Cervantes.

-Profesor, en este momento ¿esa herida provocaría la misma dolencia, o Cervantes podría haberse recuperado?
-En el momento actual una mano ‘en garra’ se podría tratar gracias a los avances de la cirugía y de la biomecánica.

-Esa no fue su única dolencia a lo largo de su vida…De hecho, usted también escribió en 1999 ‘Enfermedad y muerte de Cervantes’
-Don Miguel tuvo otro tipo de patologías que, por desgracia, le condujeron a la muerte en 1616. Hasta 4 años antes de morir, él tuvo una gran fuerza vital, pero en ese momento empezó a sentirse cansado, asténico profundo. Y, además, se le llenó el vientre de líquido. A esa dolencia se la llamaba en la época ‘hidropesía’. La hidropesía, junto con la astenia profunda, se interpretó ya entonces y también en la actualidad como síntomas de una cirrosis hepática.
Pero también tenía siempre unas inmensas ganas de beber. Eso, en terminología médica actual, se denomina polidipsia, y es un síntoma típico de la diabetes. Por tanto, Don Miguel era también diabético. Y fueron estas dos patologías las que ocasionaron la muerte a nuestro escritor más universal.