Una investigación desarrollada en la UAH habla de la Miconia como un ‘cáncer verde'



Noelia González Muñoz
estudió Biología en la UAH y aquí desarrolló una investigación sobre la Miconia, considerada una de las especies vegetales más dañinas para algunas zonas de la Tierra, que se publicó recientemente en la revista científica internacional ‘Biological Invasions’.

La investigadora disfruta ahora de un contrato postdoctoral AgreenSills+ en el grupo BIOGECO de INRA-Bordeaux, en Francia, y participa en un proyecto internacional sobre mortalidad forestal y cambio climático.

Noelia González.


-Noelia, ¿qué es la Miconia y por qué se la denomina cáncer verde, qué efectos produce en la naturaleza?
- La ‘Miconia calvescens’ es un árbol que puede crecer hasta 15 metros de altura y presenta una fisionomía particular. Posee hojas grandes (de hasta 1 metro de largo), con el haz con estrías blancas sobre un fondo de color verde y el envés de color púrpura, lo que le ha valido también el nombre de ‘velo azul’. Su área de distribución nativa cubre desde el sur de Méjico hasta el sur de Brasil y el norte de Argentina. Sin embargo, debido a su particular belleza, ha sido introducida como planta ornamental en muchos jardines públicos y privados, a partir de los cuales se ha extendido tanto y tan rápido, que ha sido catalogada en la lista de las 100 especies más invasoras del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, y está considerada como la peor plaga vegetal en Hawaii y Polinesia. Un ejemplo ilustrativo de la capacidad de invasión de Miconia es el ocurrido en la isla de Tahití, donde fue plantada por primera vez en el Jardín Botánico Papeari en el año 1973. 23 años después, ya monopolizaba dos tercios de la isla. Además de la evidente invasión de Tahití, la Miconia amenaza los bosques lluviosos de Queensland (Australia), Sri Lanka y Nueva Caledonia. Y digo amenaza porque una vez se invade un territorio es extremadamente difícil de controlar, y aún más de erradicar. En las áreas que invade, coloniza toda la superficie, formando manchas monoespecíficas, que impiden que la luz pase a estratos más bajos, disminuyendo la riqueza de especies del sotobosque. También afecta negativamente a los suelos invadidos. Además, en Tahití han desaparecido por su causa entre 40 y 50 plantas endémicas.

-Hablas de que, por su belleza, está en muchas colecciones de botánica. Ya se ha hecho ‘resistente’ en la Polinesia Francesa, en Sri Lanka o Nueva Caledonia, ¿crees que podría continuar esta expansión?
-Ese era el objetivo de nuestro trabajo: identificar áreas potenciales de invasión a escala global. Para ello, hemos investigado la presencia real de la especie según el clima y la altitud. Según nuestras investigaciones, el 7,2% de la superficie terrestre posee condiciones favorables para la presencia de la Miconia. Más del 50% de ese territorio está fuera de su área nativa, y por tanto o está ya invadida (como es el caso de Sri Lanka, Tahití o Nueva Caledonia) o está en riesgo potencial de serlo. Específicamente, hemos identificado áreas favorables para la presencia de la especie en 91 países, 400 islas y hasta 394 áreas protegidas alrededor del mundo. La información que aportamos puede ser utilizada por gestores ambientales para prevenir la introducción y expansión de Miconia en estos territorios.

-¿Cómo se resuelve una plaga vegetal de estas características?
-Pues difícilmente. Las labores de control suelen ser muy costosas y no siempre exitosas. De hecho, muchas veces las labores de control y erradicación pueden generar impactos también muy negativos en el medio. En el caso de esta planta, por ejemplo, es necesario arrancar los árboles de raíz, lo que perjudica el suelo. Como ejemplo, el gasto en labores de erradicación de Miconia en el año 2002 en Hawaii alcanzó los 1,7 millones de dólares, y no se llegó a acabar con la planta. Por eso, siempre lo más aconsejable son las labores de prevención, por ejemplo, evitando introducir la especie en aquellos lugares que le sean favorables.

-¿Qué otras especies vegetales son dañinas y convivimos con ellas? Danos algún ejemplo, y si es de España, mejor.
-Un caso muy representativo de invasión de una especie vegetal en España es el de Acacia dealbata (mimosa) en el Valle del Ribeiro de la región de Orense. Allí, esta planta tapiza lindes de caminos y bordes de carretera y, en general, coloniza cualquier área en la que el bosque nativo de roble se encuentre deteriorado. Entre otras cosas, este árbol modifica el contenido de nitrógeno del suelo, además de homogenizar el banco de semillas, lo que impide la regeneración del bosque de roble incluso después de ser eliminada.