María Castellano, experta en medicina legal: ‘Vivimos un momento trascendental para la especialidad'



Es médico forense desde hace 40 años y en 1978 se convirtió en la primera catedrática de Medicina en España. María Castellano, un referente en el ámbito de la medicina legal y experta en violencia contra las mujeres, acaba de incorporarse como docente a la Universidad de Alcalá.

-Profesora, la medicina legal es muy importante…
-Sí lo es. La medicina legal y forense afecta a muchísimos ámbitos de la vida, porque no solo estamos al servicio de

Maria Castellano.
la justicia para esclarecer delitos, también intervenimos en ámbitos sociales, en temas de familia, de incapacidad…

-Usted fue la primera mujer catedrática de Medicina en España. Posteriormente, en 1980, obtuvo la cátedra de medicina legal en la Universidad de Zaragoza.
- Así fue. Hemos avanzado mucho desde entonces. En aquel momento, que una mujer se convirtiera en catedrática era algo tan extraordinario que me invitaron hasta un programa de máxima audiencia, ‘Gente’, para hablar de cómo lo había conseguido.

-Siempre le han interesado mucho los temas de familia
-Es un asunto que desde el principio me atrajo. Yo trabajé dos años en el Instituto de Medicina Legal de Lieja, aprendiendo a realizar las pruebas de paternidad. En España entonces estaba prohibida la investigación de la paternidad y se presumía que el padre de los hijos era el marido de la madre y los hijos ilegítimos no existían. Pero se sabía que con la Transición y las nuevas leyes estas pruebas se iban a introducir en nuestra legislación y aprendí allí los marcadores genéticos –entonces no conocíamos el ADN- para investigar sobre la paternidad.

-Ya siendo catedrática en Zaragoza usted dirigió la primera tesis doctoral en España sobre violencia contra las mujeres…
-Esta tesis, defendida en 1991, se llamaba ‘Tipos de violencia contra la mujer’, porque se hablaba de violencia sexual y otros tipos de violencia. Ya entonces se percibía la gravedad de un problema que empezaba a salir a la luz. La violencia contra las mujeres fue mi prioridad durante esos años, que también fueron muy fructíferos en otros ámbitos: creamos una escuela profesional de medicina del trabajo, una sección de toxicología clínica, otra de genética forense. También creamos una sección de psiquiatría forense para la exploración del daño a las víctimas, de la peligrosidad del agresor… Ya en aquellos años, y posteriormente en la Universidad de Granada, yo defendía que hay que volcar todo el apoyo y la protección en la mujer víctima de violencia de género para que salga adelante y reorganice su vida, pero no podemos dejar de lado al agresor: tenemos que conocer el origen de esa violencia, conocer la actitud del agresor y qué problemas psiquiátricos o de otra índole padece. Entonces no existía la ley de 2004 (la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género), ni los juzgados de violencia de género, pero promovimos en toda Andalucía una unidad de exploración de la unidad familiar en los casos en los que la mujer denunciaba, porque la explicación de la conducta del agresor proporciona muchos indicadores de riesgo y puede ayudarnos a prevenir nuevas agresiones.

-¿Profesora, hemos avanzado, o queda mucho por hacer en materia de violencia contra las mujeres?
-Se ha hecho más visible la realidad de que hay mujeres que conviven con una persona que les causa daño físico y/o psíquico, y se han establecido medidas de apoyo para que las mujeres puedan romper con ese tipo de situaciones. Pero todavía no somos capaces de comprometernos socialmente con las personas de nuestro entorno que viven este tipo de violencia. Y estoy hablando de las familias, de los vecinos, de los compañeros de trabajo…Si detectamos el riesgo, si conocemos el conflicto, tenemos que intervenir.

-¿La ley está funcionando?
-Cuando lees las leyes parece que hay soluciones para resolver todos los casos; pero cuando estudias uno concreto te das cuenta de que, con los recursos previstos, a veces no las hay. Por otro lado, en ocasiones es difícil interpretar las líneas rojas que fija la ley. Más allá de las normas, los equipos de mediación son muy importantes para prevenir problemas mayores.

-¿Qué le ha hecho tomar la decisión de terminar su carrera docente e investigadora en la Universidad de Alcalá?
-Antonio Piga, profesor titular de Medicina Legal en la UAH, ha sido un referente en la profesión y el ámbito académico. Por cuestiones de salud tuvo que abandonar la docencia en esta Universidad y me propuso que yo ocupara su plaza para evitar un vacío. En principio llegué en comisión de servicio y ahora ya he obtenido la cátedra. Me quedan 3 años de docencia hasta la jubilación y el objetivo en este tiempo es tratar de hacer equipo y asentar la especialidad en la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Alcalá.

-Justo en 2015 se cambió el sistema de formación de las especialidades médicas y la medicina legal se ha suprimido de la formación troncal…
-2015 ha sido un año determinante para la medicina legal. Se suprimió de la formación troncal argumentando que es una especialidad tan compleja que debe ser tratada de forma individual. En la Ley Orgánica del Poder Judicial se habla de la creación del instituto de medicina legal y ciencias forenses, obligando a que haya uno en todas las Comunidades Autónomas. Es en este instituto que prevé la ley donde los profesionales y los docentes proponemos que se realice la especialidad médica, las pericias forenses y la investigación y la docencia, aglutinando los recursos de la universidad, del Ministerio de Justicia, del Instituto Nacional de Toxicología…. También hay una novedad: ahora los profesionales que opten a las plazas de medicina forense deberán disponer de la especialidad de medicina legal.