Alexander Fleming, cuando la casualidad y la ciencia van de la mano


En el año en el que se cumple el 60 aniversario del fallecimiento de Alexander Fleming, el profesor de Ciencias Médicas de la UAH Alberto Gomis nos habla del papel que jugó la casualidad en el descubrimiento de la penicilina, uno de los más relevantes de la historia de la Medicina, y de la influencia del científico escocés en la investigación.

-¿Hasta qué punto influyó la casualidad en el descubrimiento de la penicilina, el más relevante de Fleming?
-Hay que partir de la base de que un científico que no está preparado para ver, no ve, y que si no hay problema científico, no hay ciencia. Un investigador que se enfrenta a un problema que no es capaz de resolver, no podrá hacerlo aunque la solución se presente ante sus ojos.

La casualidad del descubrimiento se debe a que Fleming dejó algunas placas con cultivos a lo largo de todo un verano y a su regreso pudo comprobar que parte de un hongo llamado PeniciIlium (por tener forma de pincel) se había introducido en la muestra. El crecimiento de este hongo había conseguido eliminar una serie de bacterias imposibles de erradicar para el organismo humano, así que se dispuso a analizarlo bajo el microscopio y a plantarlo en otros medios.

Fleming estuvo estudiando, a raíz de la I Guerra Mundial, la curación de las heridas de guerra y concluyó que lo importante era encontrar la manera de eliminar los agentes patógenos. Para ello investigó distintos factores en muchos campos hasta que, en 1921, halló la lisozima, una enzima que se encuentra en la mucosa y en las lágrimas y que evita el ataque de muchos agentes. Pasaron siete años más hasta que descubrió la penicilina, y no se produjo su síntesis hasta la década siguiente de manos de Walter Florey y Boris Chain. Los trabajos de Fleming pasaron desapercibidos por la comunidad, algo muy común en ciencia y no tuvieron ningún éxito en su momento.

-¿Qué otros casos ha habido en la ciencia de la suerte como factor decisivo?
-Ha habido varios, pero nunca de manera inesperada. Lógicamente, cuando se está buscando algo puede ocurrir que se encuentre gracias a la casualidad, pero si no se persigue un objetivo no se pueden resolver problemas científicos aunque la suerte esté presente.

Alberto Gomis

Un ejemplo similar fue el caso de Darwin. Al estar al tanto de la obra del naturalista francés Cuvier, que había realizado numerosas investigaciones sobre mamíferos fósiles sudamericanos, pudo interpretar correctamente los restos fósiles que halló en la Pampa y en la Patagonia, y ello fue un elemento más que contribuyó a la formulación de la teoría de la evolución de las especies por selección natural.

-¿Qué destacaría de la figura de Fleming como personaje?
-La perseverancia y la modestia, definitivamente. Lo que más destaco de su labor es la búsqueda y el deseo de paliar el sufrimiento, puesto que su interés durante la guerra fue combatir las infecciones causadas por las heridas. En sus propias palabras, ‘en mi profesión médica, afortunadamente, el éxito no se alcanza dañando a otros seres, lo que lleva al éxito a representar una ventaja para la comunidad’. No buscó fama ni reconocimiento, sino resultar útil para la comunidad científica y humana. De hecho, a pesar del poco éxito inicial de sus trabajos, nunca dejó de investigar, buscando siempre preservar la vida. Un ejemplo de cómo, desgraciadamente, las guerras son en tantas ocasiones causa del progreso de la medicina.

-La aportación de Fleming a la ciencia ha sido muy importante, pero en la aplicación del método científico ¿tiene alguna aportación destacable?
-Creo que se le puede considerar un ejemplo de buena ejecución del método científico. Empieza definiendo un problema, las infecciones en heridas de guerra. Busca hipótesis que puedan resolver ese problema, centrándose en los agentes patógenos que producen estas infecciones y, por último, encuentra una solución, aunque esta se presente por casualidad, porque está preparado para verla. Una vez encuentra esta solución, continúa investigando sobre ella y eso le convierte en un gran científico.

-Él no llego a vislumbrar el éxito de su descubrimiento ni el grave problema que existe hoy en día con las cepas más resistentes de agentes patógenos...
-Los antibióticos salvaron a millones de personas desde su descubrimiento, pero no se le puede conceder todo el mérito a Fleming. La penicilina, como producto disponible en el mercado y accesible a todo el mundo, se debe a otros científicos, que sintetizaron el medicamento durante la ll Guerra Mundial.

En el momento de su aparición, los antibióticos tenían una eficacia comprobada de 10 a 15 años, se consideraban altamente efectivos, incluso ‘milagrosos’. A pesar de ello, el sistema sanitario de muchos países no cubría universalmente a su población, porque la producción no era tan masiva y pasó bastante tiempo hasta que se pudo desarrollar en laboratorios que lo hicieran accesible al ciudadano medio.

La aparición de cepas más resistentes es algo relativamente reciente, que ha ocurrido a lo largo de la historia con otros medicamentos o incluso en la actualidad. Se están buscando nuevas sustancias que puedan servir de alternativa a los antibióticos cuando estos dejen de ser efectivos.

-¿Ha habido otro descubrimiento de impacto similar en cuanto a salvar vidas?
-Muy numerosos, pero podemos destacar el desciframiento de la molécula de ADN a mediados del siglo XX por Watson y Crick, que ha permitido investigar las enfermedades de origen genético. Otro hallazgo importante fue el de las enfermedades de origen vitamínico, que evitó muchísimas muertes causadas por un mal diagnóstico.

-Algo más que desee destacar…
-Me gustaría hacer referencia al profesor Florencio Bustinza, un investigador español de la época que mantuvo una colaboración muy estrecha con Fleming durante 10 años. Doctor en Farmacia y en Ciencias, impartió clases en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid a algunos de los profesores actuales de la Universidad de Alcalá.