Guillermo Lahera: 'La depresión es una enfermedad del estado de ánimo pero con una dimensión física'



Mañana, primer jueves del mes de octubre, se celebra el Día Europeo de la Depresión. Hoy tratamos de romper con algunos mitos que la sociedad ha establecido sobre esta enfermedad.

La depresión es una de las enfermedades con más prevalencia en estos comienzos de siglo. Y seguirá siéndolo: la Organización Mundial de la Salud calcula que en el año 2020 será la principal causa de discapacidad en todo el mundo, solo superada por las enfermedades cardiovasculares. El profesor de la UAH, Guillermo Lahera, aporta luz sobre una enfermedad cerebral con base genética pero a su vez muy influenciada por los aspectos ambientales.

Guillermo Lahera.


-¿Qué es la depresión, doctor?
-Primero tenemos que tener claro qué no es depresión: no es sólo tener tristeza, no es sólo expresar emociones negativas... Es una enfermedad del estado de ánimo, que puede incluir la tristeza y las emociones negativas, pero tiene también una dimensión física. Un enfermo con depresión tiene disminuido el tono vital y eso altera los biorritmos: el ciclo vigilia-sueño, el apetito –que normalmente se reduce, pero no siempre-, la percepción del dolor, las funciones instintivas. La depresión está muy asociada al dolor crónico –en torno al 30-40% de estos enfermos desarrollan depresión- y empeora el pronóstico de la enfermedad crónica. Con respecto a las funciones cognitivas, tenemos que decir que el paciente depresivo siente que su cabeza se bloquea, tiene pérdidas de memoria, tiene dificultades para planificar el futuro.
Por tanto, hay que dejar claro que la depresión es una enfermedad del cerebro, no es sólo una reacción emocional a situaciones adversas. Al final, un individuo desarrolla la depresión por la interacción entre sus genes y el ambiente.

-Pero, entonces, ¿por qué están aumentando tanto los casos en todo el mundo?

- La depresión tiene una cierta carga hereditaria. Tener antecedentes familiares de esta enfermedad o de otras psiquiátricas, como el trastorno bipolar o el trastorno de ansiedad, aumenta la probabilidad de padecer depresión. Eso solo significa que hay vulnerabilidad genética, no determina que un individuo padezca la enfermedad. ¿Por qué?. Porque hay moduladores ambientales, biológicos y psico-sociales, que también intervienen.
Ha aumentado la prevalencia de esta enfermedad primero porque hemos mejorado nuestros sistemas de detección. Por ejemplo, desde la UAH ofertamos un título propio, dirigido a los médicos de familia, para la detección precoz, el diagnóstico y tratamiento de la depresión en atención primaria. Como dice la OMS, un médico de familia debe tener competencias para detectar y tratar la ansiedad y la depresión. Hemos mejorado también el acceso a nuestro sistema sanitario y, por tanto, la gente pide ayuda antes por un cuadro depresivo. Y también hay factores sociales, relacionados con nuestro estilo de vida y nuestro modo de concebir la propia existencia que puede incidir en la aparición de la depresión.

-Es una enfermedad con más incidencia entre las mujeres…

-Sí, en algunas estadísticas es el doble de prevalencia. A lo largo de la vida, la probabilidad de que una mujer tenga un cuadro depresivo oscila entre el 8 y el 12% y en cambio en el hombre baja entre un 4 y un 6%. ¿Por qué?, porque la mujer tiene ciclos de la vida con mayor vulnerabilidad: el posparto, el embarazo y la menopausia, debido a factores hormonales. Estos son momentos en los que hay que prestar especial atención.
Por otra parte, se ha comprobado que las mujeres piden ayuda antes. El hombre tiende mucho más al consumo de tóxicos, a alteraciones de conducta…y obvia la atención médica.

-¿Se cura o es una enfermedad crónica, doctor?
- Es una enfermedad de curso crónico o recurrente pero que afortunadamente tiene tratamiento. El mensaje es que la depresión se cura, se trata y el objetivo del tratamiento es la resolución del trastorno. Hay que tener determinación para quitar la totalidad de los síntomas y recuperar la funcionalidad previa del paciente. Y se puede, generalmente con una combinación de fármacos y psicoterapia.

-¿Una vez tratado, el paciente tiene riesgo de recaída?
-La respuesta es sí. La depresión es una enfermedad recurrente y en la mayoría de casos habrá que tomar medidas para prevenir la recaída. Normalmente, aparece en la juventud y las mujeres tienen que tener mucho cuidado en etapas como la maternidad y la menopausia, aunque algunas se mantienen sin desarrollar la depresión hasta la menopausia o hasta el inicio de la edad geriátrica. Por otro lado, muchos cuadros de demencia o deterioro cognitivo, como el Alzheimer, se inician con síntomas depresivos.

-¿Cuáles son las notas de atención, las ‘alarmas’ que detectan el inicio de la enfermedad?
-Una señal de alarma importante es que el paciente experimenta una pérdida de vitalidad; de pronto, pierde el interés y la energía por hacer las cosas habituales. Además, hay pérdidas de memoria, bloqueos, lentitud en la respuesta…Tenemos que comparar lo que hace un paciente a día de hoy con lo que suele hacer y, si eso ha cambiado, puede que sea un síntoma de depresión.

-La depresión coexiste, en muchos casos, con otras enfermedades psiquiátricas…
-Sí, en muchos casos cohabitan los síntomas de la depresión con los de la ansiedad.

-¿La crisis ha aumentado el número de pacientes con depresión?

-Hemos notado un incremento de las consultas psiquiátricas en general en estos años de crisis. Pero vuelvo al principio: tener un cuadro de tristeza, de frustración, de rabia, una reacción comprensible a un acontecimiento adverso, no es una depresión. No hay que caer en una medicalización de la vida cotidiana, aunque sí que hay que saber reconocer, de entre esa multitud de reacciones adaptativas, la auténtica enfermedad depresiva, y estar muy pendientes de las personas con predisposición genética. De ahí la importancia de que los médicos de familia estén bien formados en el diagnóstico y tratamiento de la depresión.