Luis Beltrán: “se ha dado un paso de gigantes en la consolidación de la afrodescendencia”



El director de la Cátedra UNESCO de Estudios afroiberoamericanos de la UAH ha tenido un verano muy intenso. En julio fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Kinshasa (UNIKIN) y en agosto participó de forma muy activa en la I Cumbre Mundial de los Afrodescendientes, celebrada en Honduras.

Es un investigador incansable y aunque ha vivido en tres continentes y viajado por los cinco, confiesa que la actividad del verano -dos grandes reuniones internacionales y la investidura como doctor honoris causa- le han dejado un poco cansado. El director de la Cátedra UNESCO de Estudios Afroiberoamericanos y profesor emérito de la UAH, Luis Beltrán es un documento vivo de la evolución de la cultura africana, especialmente de la R.D. del Congo, y afroibérica.

Luis Beltrán en el acto de investidura como doctor honoris causa de la Universidad de Kinshasa.


En el mes de julio fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Kinshasa "en reconocimiento a la contribución excepcional en la formación del profesorado universitario”, sobre todo en relaciones internacionales, y por abrir nuevas pistas en la investigación sirviéndose de los “saberes endógenos” transmitidos por la oralidad y por reorganizar facultades y centros de investigación en Kisangani y Lubumbashi.. El propio Rector de la citada Universidad fue alumno y ayudante de Beltrán.

En esta entrevista, habla de ese homenaje y de la I Cumbre Mundial de los Afrodescendientes celebrada en el mes de agosto en La Ceiba, Honduras, coincidiendo con el Año Internacional de los Afrodescendientes, en reconocimiento al largo proceso histórico, social y cultural que supuso la llegada masiva y forzada a todos los países de América. El objetivo es “fortalecer las medidas nacionales así como de cooperación regional e internacional en beneficio de los afrodescendientes en relación con el pleno ejercicio de los derechos que les corresponden como ciudadanos y la promoción de un mejor y mayor conocimiento y el respeto de la diversidad del legado de las raíces africanas.

Luis Beltrán
-Profesor Beltrán, este año ha sido muy intenso para usted
-Desde luego que sí. Después de lo que fui testigo en Centroamérica tengo la sensación de que aunque aquí no nos demos cuenta, en el mundo y especialmente en Iberoamérica se están produciendo cambios decisivos con respecto a la visibilización, rehabilitación y reconocimiento del afrodescediente y del legado africano.

-Podría aclararnos que se entiende por “afrodescendencia”
-El término se refiere a la existencia de una población de origen subsahariano, concretamente en las Américas y particularmente en Iberoamérica pero que engloba también Europa –incluyendo España- y Asia. En América se estima que este segmento abarcaría como mínimo el 35-40% de la población, caracterizándose por sus bajos ingresos y una situación de exclusión social, lo que conduciría a un análisis de la situación y convivencia raciales en sociedades donde se practica el mestizaje. Dos precisiones más: la inmensa mayoría de la población negra desciende de los millones de esclavos que la trata llevó al nuevo mundo; a todos los países, sin excepción y que ahora están “apareciendo” en algunos de ellos (Chile, Argentina, Bolivia, etc..)
Es un movimiento plural, bastante hispano, con su epicentro sobre todo en América Central, especialmente Honduras, y en él destaca el pueblo garífuna, de estirpe afroíndoamericana.

-¿Qué conclusiones saca Usted de este encuentro?
-Para empezar, se está iniciando un nuevo capítulo en el devenir iberoamericano y es irreversible por más que se quisiera impedir o relegar. La omisión inaceptable e injusta de la contribución africana en Iberoamérica puede estar empezando su fin.
En lo que atañe a la Universidad, la Declaración de La Ceiba aprobó la recomendación XX por la que se insta a estas instituciones a “crear cátedras, especialidades, programas académicos y proyectos de investigación” como está ya ocurriendo en varios países iberoamericanos (Colombia, Argentina, Venezuela, México, etc.,) y en España, desde hace más de una década, en la UAH.

-¿Es la única Cátedra de este tipo?
-Sí, sobre todo por las iniciativas emprendidas: organización de reuniones internacionales en Iberoamérica, Europa, África subsahariana y Asia del Sur, edición de libros, investigación conjunta, intercambio de profesores, etc

-¿Cómo se ve desde África la afrodescendencia?
-De forma muy dispar. Hay sensibilidad en Angola, Benín, Nigeria o Senegal...; Sudáfrica promueve reuniones sobre la diáspora en América y África, pero en la mayoría de países apenas se aborda el tema. Pero sí se tiene en cuenta el fenómeno esclavista y las partidas forzadas.

-Este verano también ha vivido momentos emotivos en Kinshasa

-Así ha sido, y muy profundos. Como soy de la opinión del dicho “ser agradecidos es de bien nacidos” quisiera expresar mi enorme gratitud a todos mis exalumnos excolaboradores por la más que entrañable acogida que me dispensaron en julio al honrarme con la sorpresa del doctorado honoris causa en la Universidad de Kinshasa. El acto académico resultó indescriptible por el cariz afectivo que le confirieron personas de las que nos habíamos despedido hace dos décadas y que creíamos que nos habían olvidado. Se congregaron entre el numeroso público unos veinte profesores y catedráticos y recordamos todas las vivencias que nos unían.
También se mencionó mucho en esta ocasión a Alcalá y a España en los medios informativos.

-Usted pasó muchos años como profesor en la República Democrática del Congo...
-Efectivamente, fueron veinte años de extraordinarias experiencias y de aprendizaje.
Siendo ayudante de Carlos Ollero en la actual Universidad Complutense constaté que mi tesis no avanzaría si no iba a África. Al no haber becas ni ayudas me presenté a una comisión seleccionadora de UNESCO que reclutaba profesores para la enseñanza media en un programa internacional que terminó al año siguiente. Mi mujer–de quien he recibido tanto apoyo- y yo decidimos quedarnos y acabar mi tesis. Después fui seleccionado por la Universidad libre del Congo y colaboré en su reconstrucción después de las primeras rebeliones en la región ecuatorial de Kisangani, y así llegué a catedrático en la UNAZA-Campus de Lubumbashi, en las mesetas del sur, donde me tocó, como decano, organizar la flamante macrofacultad de Ciencias Sociales, Administrativas y Políticas.
Vaya, una experiencia atípica que me permitió conocer, apreciar y respetar el pueblo congoleño.