Amparo Sánchez Merino, una 'bruja’ en La Galera
Amparo Sánchez Merino es directora de la compañía de teatro de mayores de la UAH y coordinadora del teatro universitario La Galera. Tiene 73 años y una vida de círculos concéntricos que cerró cuando volvió a su casa, la antigua cárcel, hace 13 años.
La vida son círculos: círculos que se abren, círculos que se cierran... o círculos que se vuelven espirales. A veces esos círculos son historias tiernas, llenas de casualidades y de sorpresas... y éste es el caso de la vida de Amparo Sánchez Merino, la ‘bruja’ de la Galera, que este año ha conseguido, a sus 73, estrenar la primera obra de la compañía de teatro de mayores de la UAH en el escenario donde ella, hija de un funcionario de prisiones, creció y se hizo artista. Una historia para contar que ella misma relata...
![]() |
Amparo Sánchez. |
-Amparo, usted creció entre las paredes de La Galera y ahora éste es su lugar de trabajo...
-Sí, así es. Mi padre fue funcionario de prisiones y desde que cumplí los 4 años hasta que me casé, con 23, viví aquí, junto al sacerdote, las monjas, el director y el administrador de la cárcel... y junto a los presos, claro.
-¿Cómo recuerda ese tiempo?
-Pues con mucho cariño. Yo no tengo la sensación de haber tenido una infancia distinta a la de los demás. Para mí todo era natural y el contacto con los presos no era ordinario. Sí los veíamos en casa, cuando venían a reparar alguna cosa, y en las celdas, algunas veces, y en la fiesta de la Merced, la patrona de prisiones; en la celebración hacían aquí sus actuaciones y sus bailes y nosotros íbamos a verles. De hecho, hasta presencié sin querer una fuga de dos presos que se escaparon con la excusa de llevar una bañera que tenían que instalar en la prisión... en fin, muchos recuerdos que se vienen a la cabeza...
-Su vida ha sido el teatro...
-Sí. Ya en Alcalá de Henares, con 16 ó 17 años, empecé a actuar en el Cuadro del Casino y en la compañía del sindicato...que era lo que había. Me fui a Madrid a estudiar en el Conservatorio canto y también declamación en la Escuela de Arte Dramático de la calle del Pez. Luego me casé a los 23 años con un americano de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz y me fui a Estados Unidos. Y a partir de ahí mi relación con el teatro siempre ha sido mediante la Universidad. En la universidad americana estudié drama y enseñé obras españolas en inglés que yo dirigía. Después estuvimos 13 años en Munich por el trabajo de mi marido y allí también colaboré con el Instituto Cervantes también dirigiendo teatro... en fin, mi vida siempre ha estado ligada al teatro así que cuando nos jubilamos y volví a Alcalá de Henares, ya con 60 años, no sabía qué hacer. Pensaba que se me habían acabado las oportunidades, pero por fortuna el entonces director del Aula de Teatro de la UAH, Angel Berenguer, me invitó a colaborar y aquí estamos desde hace 13 años.
-¿Cuál fue su sensación al cruzar de nuevo las puertas de la antigua cárcel donde usted se crió?
-Pues lo viví con una emoción grandísima. Los primeros minutos casi no fui consciente de que estaba en mi antiguo hogar, porque la zona del Aula de Teatro está en la antigua capilla; pero después vi la galería de celdas y para mí fue una impresión enorme, pero satisfactoria, de verdad. La vida me ha traído al final donde comenzó y no es un lugar habitual, soy consciente de ello, pero fue mi hogar y lo recuerdo con nostalgia. Es como cerrar el círculo, aquí fue mi principio y aquí es mi final y siempre rodeada de gente. Cuando era pequeña con los presos y ahora con los mayores... los seres humanos están en todas partes y en esta cárcel había personas buenas que habían cometido errores en su vida.
-¿Ha cambiado mucho el teatro?
-Yo creo que no. El teatro saca lo mucho de bueno que hay en las personas y eso no cambia y tampoco cambia la ilusión con la que los chicos, y ahora también los mayores, viene a aprender.
-Una última pregunta... ¿por qué la llaman la bruja?
-Porque hace unos años había certámenes universitarios y yo era muy disciplinada con los chicos y empezaron a llamarme así. A mí no me importa, me gusta tener este apodo y en cierta forma en este lugar hay algo de misterio, ¡una cárcel se ha convertido en un teatro!, no sé si será exotérico, pero desde luego es algo hermoso...
Publicado en: Archivo entrevistas-reportajes