Bañarse en el mar, ¿algo más que un placer?


Sol, arena y agua de mar. ¿Es la combinación perfecta o esta mezcla no es positiva para nuestra piel aunque para nuestra mente sea una de las mejores posibilidades de descanso? La profesora de la UAH y dermatóloga, Mercedes García, aporta algunos datos de interés sobre este asunto.

-¿Qué beneficios tiene para la piel los baños de mar?
-Los baños de mar, sin duda, aportan grandes beneficios a lo que podríamos llamar ‘salud del alma’, pero si nos ajustamos a la pregunta he de decir que los baños de mar, igual que los de río, embalses, piscinas.... no aportan especiales beneficios a la piel. Ahora, eso sí, si padecemos ciertas enfermedades como la dermatitis atópica, el acné y la psoriasis especialmente, está demostrado que los baños de mar mejoran los efectos de estas patologías por la salinidad, por la exposición solar y porque nos hidratamos más la piel y/o estamos más relajados.

-Entre un baño en el mar, en el río o en la piscina, ¿nuestra piel con cuál debería quedarse?

-Lo importante es pasarlo lo mejor que se pueda y en cualquier lugar es posible. La piel sana no se va a resentir. Si tenemos que elegir entre tener a un niño encerrado en casa o en una piscina con cloro donde va a estar corriendo, nadando y riendo...tengo claro que me quedo con lo segundo porque todos son beneficios. Lo que hay que hacer es seguir las recomendaciones necesarias: antes y durante los baños, que no han de ser prolongados, nos aplicaremos un protector solar; en los momentos de descanso estaremos a la sombra con gorro y camiseta y al irnos a casa nos daremos una buena ducha rápida, nos secaremos muy bien y nos hidrataremos.

-¿Cuáles son los principales ‘peligros’ para la piel que nos acechan en el agua y en la playa y cómo prevenirlos?
-Los mayores peligros son las quemaduras solares y después las infecciones. Las bacterianas son las más frecuentes, pero no debemos olvidarnos de las micóticas (por hongos) ya que asociamos éstas más frecuentemente con el contacto con los animales, pero la tierra es un reservorio natural. No caminar descalzo y no bañarse jamás con ninguna herida son requisitos indispensables para prevenir infecciones. También debemos secarnos de manera escrupulosa, sin olvidar los pliegues de la piel y especialmente los de los dedos de los pies. El herpes simple es también una enfermedad que se exacerba por la exposición solar. Aquellos pacientes que sufran de brotes deben usar un protector labial muy frecuentemente y limitar su tiempo de exposición solar.
Hay otros problemas como la alergia al sol que afecta más frecuentemente a mujeres, pero que no es de aparición exclusiva en la playa, aunque ahí puede ser más extensa e importante. Para prevenirla hay que extremar aún más las medidas de protección al sol, limitar mucho el tiempo de exposición y a veces es conveniente tomar una medicación específica incluso antes de la llegada del verano.
Luego hay otros problemas como las púas de los erizos en zonas rocosas y el contacto con las medusas y con determinadas algas, según las zonas geográficas. En este caso, la mejor prevención es seguir las normas establecidas en las propias playas y por los vigilantes.Todos debemos ser cuidadosos, pero especialmente las personas que toman medicación que modifican las defensas, ya que en ellos aumentan las probabilidades de tener infecciones más graves.

-¿Nuestra piel está hecha para estar en ‘remojo’ durante mucho tiempo?
No. Se nos estropea el manto externo protector y eso puede hacernos más vulnerables a las infecciones o a sufrir eczemas, por ejemplo. Los baños han de ser cortos e insisto, hay que secarse muy bien posteriormente e hidratarse la piel.

-Profesora, denos algunos consejos para prepararnos antes de disfrutar de unos días de sol y agua marina
-Venimos de muchos meses en los que nuestra piel ha estado cubierta y por tanto no está preparada para recibir de golpe mucha radiación solar. Hay que darle tiempo a que sintetice la melanina, que es nuestro protector natural frente a la radiación ultravioleta, lo que significa que nuestra exposición solar ha de ser breve en los primeros días.
El protector solar debe ser alto (no menor de 30 y superior en casos de pieles blancas y los niños), aunque creamos que aguantamos bien el sol. Nadie debe quemarse, especialmente los niños, porque es un riesgo importante para el futuro. Debemos reponer el protector cada 2 ó 3 horas y siempre tras el baño. Los baños no deben ser prolongados ya que el protector se va y el agua aumenta un 25% la radiación U-V. Debemos secarnos en la sombra y estar en ella con gorro, camiseta y gafas de sol ya que la arena también aumenta la radiación. Y, por supuesto, deberemos evitar las horas en la que los rayos del sol son más verticales. Todos deberíamos dejar vacía la playa entre las 13.00 y las 18.00h.
Hay que evitar el calor excesivo y beber mucho, así como tomar frutas y verduras frescas. A los pacientes con dermatitis atópica o psoriasis les sirven estas mismas recomendaciones. Los ‘atópicos’ toleran muy mal el calor y su sudoración hace que aumente tanto el picor como las lesiones, así que ellos deben estar al principio pocos minutos al día y mantenerse en un ambiente fresco y, conforme mejoren, ir aumentando gradualmente su exposición al sol. Si tienen muchas lesiones el agua les provoca mucho ardor amén del riesgo mayor de tener una infección, por lo que no es conveniente el baño hasta que vayan mejorando.
Una última sugerencia, que me parece importante: ser cuidadosos con nuestros residuos y buscar protectores solares que no dañen nuestro ecosistema es esencial. La industria de los fotoprotectores debe hacer un esfuerzo para eliminar productos químicos dañinos y nosotros debemos adquirir aquellos que no los posean.