Una investigación de la UAH ha sido premiada por la Fundación Renal Íñigo Álvarez de Toledo
El jurado, integrado por 23 prestigiosos profesionales del mundo de la nefrología, ha otorgado el premio de investigación básica al trabajo La adhesión y migración de monocitos inducida por Indoxil sulfato y P-cresol está mediada por la formación de podosomas dependiente de quinasa ligada a integrinas, en el que han participado los profesores de la Universidad de Alcalá, Laura Calleros, Diego Rodríguez Puyol y la doctoranda Sofía Campillo.
La Fundación Íñigo Álvarez de Toledo es una entidad privada sin ánimo de lucro dedicada a la atención a personas con enfermedad renal que anualmente otorga premios a estudios de investigación dirigidos a solventar los problemas que tienen los pacientes con enfermedad renal crónica.
‘Este galardón es fruto del trabajo de un equipo’ asegura el catedrático y jefe del servicio de Nefrología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, Diego Rodríguez Puyol, quien junto a la profesora Laura Calleros, reconocen la gran labor realizada por la doctoranda Sofía Campillo, en un mundo donde la investigación es absolutamente motivacional.
Este trabajo está centrado en evitar las complicaciones cardiovasculares que sufren en gran medida los pacientes con enfermedad renal crónica, sobre todo en sus etapas más avanzadas. ‘De hecho, según los últimos datos, un paciente con problemas renales tiene 20 veces más posibilidades de sufrir un evento cardiovascular mortal, por lo que buscar las causas e intentar detectarlas a tiempo ha sido el objeto de nuestro estudio. Nos hemos centrado en analizar unas toxinas que normalmente depura el riñón. Cuando el riñón no funciona correctamente, la diálisis ayuda a eliminar muchas de ellas, pero no la totalidad, como ocurre con el indoxil-sulfato y el P-cresol. Creemos que de ello pueden derivarse los problemas generados en los vasos sanguíneos y en el corazón de los pacientes con enfermedad renal crónica’ explica la profesora Calleros.
Los autores han demostrado que estas toxinas acumuladas por el mal funcionamiento de los riñones inducen la activación de la proteína ILK, ayudando a que los monocitos penetren en los vasos sanguíneos, inflamándolos y dañando el endotelio. En modelos celulares in vitro, observaron que la inactivación de ILK previno estos efectos. Además, utilizaron un modelo murino, constatando que en los ratones knockdown para esta proteína no se produce la adhesión de los monocitos en presencia de dichas toxinas, previniendo la aparición del daño vascular. Por lo cual concluyen que la proteína ILK constituiría una potencial diana terapéutica para limitar o prevenir el daño cardiovascular en los enfermos renales.
La investigación aún se encuentra en una fase inicial y ‘demostrar su eficacia en humanos es mucho más complicado’, afirma el profesor Rodríguez Puyol, pero ‘la ayuda económica de este premio nos va a permitir continuar con esta línea de investigación y acercarnos a la parte traslacional’, apunta la profesora Calleros. De hecho, se encuentran ahora estudiando la posibilidad de utilizar ILK como un posible biomarcador de progresión de la enfermedad renal crónica, dado que con un análisis de sangre se podría detectar el aumento de ILK.
Además, el ‘Grupo de Investigación traslacional de las enfermedades crónicas asociadas al envejecimiento y la enfermedad renal’, al que pertenecen ambos profesores, está trabajando en la génesis de la enfermedad renal y en minimizar la pérdida de masa muscular, otro problema asociado a los pacientes renales.
Publicado en: Reportaje