Elio Antonio de Nebrija, anatomía alternativa de un genio ‘incomprendido’

Se cambió el nombre, fue padre de nueve hijos, se forró con los derechos de autor de sus obras, fue por la Inquisición... El profesor de Filología Románica de la UAH Guillermo Alvar reconstruye la biografía de uno de los profesores más insignes de la institución cisneriana coincidiendo con el homenaje al autor de la 'Gramática' por el aniversario de su muerte  

Aconsejaba Flaubert entre las páginas de Madame Bovary que “no hay que tocar a los ídolos, porque el dorado se nos queda en las manos”. Quizás sea ese el motivo por el que subimos a nuestros grandes referentes a enormes pedestales. Los subimos allí para celebrarlos en mármol por miedo a que humanizarlos les reste algo de su grandeza original. Y ocurre que se nos olvida que, antes de ser esculturas de mármol, fueron seres humanos de barro. Y en ello reside, precisamente, el mérito y el ejemplo de su historia.

Algo así nos sucede a menudo con Elio Antonio de Nebrija (Lebrija, 1444- Alcalá, 1522) uno de los grandes nombres inscritos en la historia dorada de la Universidad de Alcalá (UAH) y que hoy mismo será homenajeado en la Capilla de San Ildefonso, el lugar en el que fue enterrado, coincidiendo con el aniversario de su muerte.

Lo cierto es que, al pensar en Nebrija, la ecuación nos sale de carrerilla: Gramática=Nebrija; Nebrija=Grandeza. El problema es que esa matemática básica se deja en el tintero de la historia los avatares, gestas y miserias que nos permiten pasar del personaje a la persona, del cartón piedra a la verdadera dimensión de la leyenda.

Nebrija es una persona muy compleja. Yo lo incluiría dentro de ese grupo de personas que solemos llamar genios”, explica Guillermo Alvar, profesor titular de Filología Románica en la Universidad de Alcalá, que nos acompaña en esta anatomía paralela de un personaje al que considera “incomprendido por el mundo moderno”.

NEBRIJA, “UN HOMBRE REVOLUCIONARIO”

A su juicio, Nebrija fue “un hombre revolucionario en su época”. Y no es casual la fórmula que utiliza para definirlo. Fue un revolucionario, sí, pero también un hombre de su época que aparcó su vocación religiosa por “incontinencia” sexual, como él mismo dejó escrito.

Esa incontinencia que desencadenó una cadena de hechos clave en su biografía: del ardor salió su matrimonio con Isabel Solís; del matrimonio, nueve hijos; de los nueve hijos, nueve bocas que alimentar; y de ahí, su obsesión por ganar dinero con su trabajo, que lo convirtió en todo un pionero en el campo de los derechos de autor. 

GAlvar_Nebrija

 

“Era una persona que estaba mirando al bolsillo”, plantea Alvar, que no duda en considerarle “el primer europeo que sabe comprender el poder formidable de la imprenta”. Y le salió a cuenta, porque solo la primera edición de sus Introductiones latinae vendió más de 1.000 ejemplares, una auténtica burrada para la época. “Se forró, ganó mucho dinero”, añade el profesor de Filología Románica de la UAH.

Hasta tal punto le obsesionaban los ingresos, que llegó a pleitear con Arnao Guillén de Brocar por considerar que la lentitud del famoso impresor, que sería clave para su llegada a la Universidad de Alcalá, lastraba la difusión de sus obras y la hacía perder dinero. Y lo cierto es que Nebrija ganó el juicio.

ARROGANTE, ORGULLOSO Y PENDENCIERO

Otra pincelada interesante de este retrato impresionista del filólogo tiene que ver con su arrogancia, que le llevó a cambiarse el nombre de Antonio Martínez de Cala y Jarana por el de Elio Antonio de Nebrija. También su carácter orgulloso e intelectualmente pendenciero. “Se enfada con todas las personas que se puede enfadar, lo cual es problemático”, expone Guillermo Alvar. “Y se llega a enfadar incluso con el Cardenal Cisneros, pero es una relación muy bonita la que tienen los dos pese a esos rifirrafes”, añade.

En realidad, Nebrija discutía con todos (médicos, juristas, historiadores, cosmógrafos…), pero de solo de una cosa: el latín de los textos clásicos. “En aquella época, todo se transmitía con textos escritos y él, como es el que mejor sabía comprender el latín, les decía a los demás qué estaban equivocados” argumenta el experto de la UAH. “Y lo peor es que solía llevar razón”.

introductiones
Páginas de las Introductiones latinae

 

La llevaba también cuando decidió revisar la Vulgata (la traducción de la Biblia al latín realizada en el siglo IV) y descubrió que estaba llena de errores. Y ello, pese a que era obra de San Jerónimo y Santa Paula y estaba poco menos que inspirada por el espíritu santo. Corregirla era casi como corregir a Dios, y eso era algo con lo que la Iglesia no estaba dispuesta a hacer la vista gorda.

Y mucho menos si en el asunto había en juego también rencillas personales con el Inquisidor general de la época, Diego de Deza. “Parece ser que fueron compañeros de aula en Salamanca y dos buenos intelectuales, y ya se sabe que dos gallos en un corral chiquitito tienden a pelearse”, aventura Alvar.

ACUSADO POR LA INQUISICIÓN, SALVADO POR CISNEROS

Lo cierto es que Deza la emprendió contra Nebrija y le abrió un proceso. Y llegó a asustarle, aunque no lo suficiente como para anular su valentía y su arrogancia. Así, no dudó en publicar su Apología, todo un alegato en defensa de la libertad de expresión, de la honestidad intelectual y, por su puesto, de sus planteamientos sobre la Vulgata.  

“Yo, que no imagino desvaríos, que no hago suposiciones, que no interpreto por conjeturas, sino que deduzco con razones muy firmes, con argumentos irrefutables, con demostraciones apodícticas. ¿Qué diablos de servidumbre es esta, o qué dominación tan injusta y tiránica, que no se permita, respetando la piedad, decir libremente lo que pienses?”, dejó escrito el de Lebrija en dicho libro en 1507.

Para entonces, Nebrija se había librado ya de la condena gracias a la protección de Cisneros. Justo ese año, el fundador de la Universidad de Alcalá había relevado a Deza como inquisidor general y decidió exonerar al humanista, convirtiéndose en su tercer gran protector, después de Alonso de Fonseca y Juan de Zúñiga. Apenas unos años después, en 1513, Cisneros conseguiría fichar a su protegido para la Universidad de Alcalá, fundada por él tan solo 14 años antes.

Lo logró después de una humillación académica que alejó a Elio Antonio de su alma mater. “Se presenta a la cátedra de retórica de la Universidad de Salamanca, cuyo manual eran desde hace tiempo las Introductiones latinae de Nebrija”, explica Alvar. “Sorprendentemente, no lo escogen, porque estaban probablemente hasta la gorra de él (…), sino a un recién licenciado al que no conocía nadie”, añade el experto de la UAH.

LA ETAPA DE NEBRIJA EN LA UNIVERSIDAD DE ALCALÁ

De este modo, Nebrija pasó los últimos años de su vida dando lustre con su nombre al proyecto cisneriano y colaborando en la elaboración de la Biblia Políglota Complutense gracias a su dominio del latín y sus nociones de griego y hebreo. “Es la etapa más importante de su vida, la que permite que Nebrija sea el personaje que todos conocemos hoy día”, asegura Guillermo Alvar.

Porque lo cierto es que tanto el cardenal como el humanista mostraron una actividad frenética pese a su avanzada edad y pese a que el primero le había dejado dicho al rector del Colegio que permitiera que su nuevo fichaje enseñara si quería enseñar o que no enseñara si no lo tenía a bien, porque en realidad se le pagaba por los servicios ya prestados a España.

Es un ejemplo de la admiración mutua que sentían ambos personajes y que no impidió que Nebrija representara de nuevo el papel de don erre que erre mientras trabajaban en la Biblia Políglota Complutense. Una vez más, a cuenta de los errores de traducción de la Vulgata, un asunto que, en opinión del arzobispo de Toledo, podía provocar un cisma entre Castilla y el papado.

“Hay un detalle muy bonito, y es que Cisneros dejó dicho que Nebrija era la única persona que podía ser enterrada a su lado en la Capilla del Colegio de San Ildefonso”, subraya Alvar. El mismo lugar en el que hoy le homenajea la UAH. Lamentablemente, en las décadas y siglos posteriores se perdiera el rastro de los huesos del autor de la Gramática. “Le pasó como les pasa a muchos de nuestros grandes, que acaban las brumas del olvido. Y por ahí anda”, concluye.

Publicado en: Entrevista