El Rey entregó el Premio de Derechos Humanos al colectivo FUNDEJ por su apoyo a los familiares de los desparecidos en México

El galardón, otorgado por el Defensor del Pueblo y la Universidad de Alcalá, pretende visibilizar las más de 100.000 desapariciones en todo el país y más de 15.000 sólo en Jalisco, estado al que pertenecen las premiadas

Hasta el 17 de enero de 2011, María Gualupe Aguilar Arana era solo una enfermera de la ciudad de Guadalajara (México). Ese día, su identidad cambió y pasó a ser la madre del número 250 de la lista de desaparecidos del estado Jalisco. Para el país, José Luis era solo un número, pero para ella era su hijo, el marido de su nuera, el padre de sus nietos. Una parte fundamental de su vida que le acaba de ser arrancada.

Lo que pasó ese día es un misterio. José Luis tenía que haberse reunido con su hermano en la empresa de la que ambos eran socios para devolver un camión que habían alquilado, pero José Luis nunca llegó a la cita.

Perder un hijo debe de ser de los duelos más dolorosos que se pueden atravesar en la vida, pero el duelo de María Guadalupe es una sucesión de duelos. Tantos como días han pasado desde que su hijo desapareció.

Y lo cierto es que la familia de Guadalupe es solo una de las 107.327 que han recorrido la misma travesía de dolor e incertidumbre en todo México. Ésa es, exactamente, la cifra de desaparecidos forzados que se han registrado en el país entre 2006 y mayo de 2023, según datos de la Red Lupa elaborada por el Instituto Mexicano de Derecho Humanos y Democracia. De ellos, 15.025 se contabilizaron solo en Jalisco, el Estado más afectado por este drama.

Entre ese último número caben historias desgarradoras como la de Roberto Olmeda, Diego Lara, Uriel Galván, Jaime Martínez y Dante Cedillo, cinco amigos de la infancia a los que se perdió la pista tras la difusión de un vídeo donde aparecían siendo torturados. Sus madres, como Guadalupe, se preguntan: ¿dónde están?

LA PRIMERA 'MADRE BUSCADORA' DE JALISCO

Ante la indiferencia de las instituciones, Lupita Aguilar decidió en 2013 crear la primera asociación en Jalisco sin ánimo de lucro que busca a los desaparecidos de su región. Se llama Familias Unidas Por Nuestros Desaparecidos de Jalisco (FUNDEJ) y ha ayudado a miles de personas cuyos familiares han desaparecido. Actualmente, el colectivo está integrado por 400 familias que unidas acompañan, orientan y realizan labores de investigación para denunciar, buscar y localizarlos. Los aclaman por su nombre y, en sus encuentros pasan lista a la voz de “¡presentes!”.

Es esta lucha por parte del colectivo de familiares Familias Unidas Por Nuestros Desaparecidos de Jalisco lo que les ha hecho ser merecedores del Premio de Derechos Humanos Rey de España que otorga hoy la Universidad de Alcalá junto al Defensor del Pueblo, con el apoyo de Su Majestad el Rey.

NO SON SOLO CIFRAS, SON PERSONAS

El origen de está auténtica tragedia social es la llamada guerra del narco entre las fuerzas armadas mexicanas y los narcotraficantes. También entre las propias bandas dedicadas al tráfico de drogas, muchas de las cuales practican el reclutamiento forzado. Como explica el profesor emérito y experto en Protección Internacional de los Derechos Humanos de la UAH, Carlos Jiménez Piernas, “estas mafias han impugnado la autoridad del Estado y se han impregnado en la sociedad civil”. La consecuencia es una guerra sucia entre el Estado y los narcotraficantes. Un narcoterrorismo que ha arrastrado también a los políticos, a los responsables de la seguridad ciudadana y a la población civil, desamparándoles de los derechos humanos.

Muchos de estos desparecidos acaban encontrándose, pero ya fallecidos. De hecho, entre 2016 y 2023 se localizaron 2.710 fosas clandestinas en todo el país, 149 de ellas en Jalisco. Es el caso de María Guadalupe Ayala, otra de las madres que integran FUNDEJ y que relató su historia en una conferencia del museo de Zapopán. “Cuando paró la excavadora y me arrimé a la zanja, olía horrible”, detalla. Más tarde, la Fiscalía le comunicó lo que ya se temía, en aquella fosa encontraron el antebrazo de Alfredo, reconocido por los tatuajes. Es el testimonio de una madre que tuvo que armar el cuerpo de su hijo como si fuera un puzle. De esta triste forma acaba a menudo el calvario de la incertidumbre de tantos familiares. El doloroso alivio de saber, al menos, donde están sus restos. Como dice una estrofa del himno de FUNDEJ: “Aunque sea en una tumba, quiero verte”.

“Hijo, escucha, tu madre está en la lucha” gritan las madres que no tienen una tumba a la que llevar flores, pero las dejan en la ‘glorieta de los desaparecidos’ de Guadalajara (México). Un emblemático lugar que se ha convertido en el memorial donde las familias cuelgan fotos de aquellos que un día no regresaron a casa.

Originalmente, dicho emplazamiento se conoció como la glorieta de los Niños Héroes, pues el monumento tiene una escultura que representa a los personajes históricos conocidos como Niños Héroes de Chapultepec. Allí se reúnen sus familiares que, como dice el lema de FUNDEJ, han prometido no parar de buscar hasta que encuentren al último de los desparecidos. La historia de María Guadalupe empezó en 2011. Ella pensaba que era la única madre que buscaba a su hijo desaparecido. Por desgracia, ese número ha ido aumentando cada vez más, pero FUNDEJ no dejará de contribuir a la promoción, defensa y protección de los derechos humanos como son la justicia, la vida y la libertad en el Estado de Jalisco.

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Publicado en: Reportaje