Qué son y para qué sirven los alimentos funcionales, en la voz de la experta en Nutrición V. Aguilar



Occidente vive momentos de cambio, también en lo que se refiere a la nutrición y surgen ahora nuevos conceptos que copan el mercado: alimentos funcionales, nutracéuticos, superalimentos, productos dietéticos… ¿Son necesarios o nos estamos ‘pasando de frenada’?

Como señala la experta de la UAH en Nutrición, Victorina Aguilar, el concepto de ‘alimentación adecuada’ –aquella que proporciona la cantidad y la cualidad de los alimentos correcta para cubrir nuestras necesidades básicas con el fin de evitar y tratar enfermedades carenciales- ha derivado hacia un concepto mucho más complejo, la ‘alimentación óptima’: la alimentación ya no es solo una necesidad básica, es además un acto en el que ingerimos los componentes necesarios que nos ayudan a prevenir patología crónicas degenerativas de base nutricional, ‘ya que

Victorina Aguilar.
cada vez somos más conscientes de que una adecuada alimentación nos ayuda a vivir más y mejor’, indica la profesora.

Alimentos funcionales –alimentos naturales en sí mismos o alimentos naturales a los que se les añade algún componente beneficioso para la salud o se le elimina alguno con efectos nocivos-, nutracéuticos –concentrados de origen natural de ingredientes funcionales comercializados bajo formas farmacéuticas-, superalimentos –alimentos naturales con alta concentración de nutrientes o componentes que son beneficiosos para la salud- y un largo etcétera… El ‘caos’ es tal que la UE se ha visto obligada a realizar una legislación específica que obliga a las industrias a distinguir entre productos con propiedades saludables que tienen efectos sobre nuestra salud (reducen los niveles de colesterol o contribuyen a mantener niveles normales de colesterol sanguíneo por ejemplo) y productos que incorporan declaraciones nutricionales, pero que no benefician necesariamente nuestra salud (fuente de fibra o alto contenido en fibra...).

Un 69% de los hogares españoles declaran consumir alimentos funcionales. Pero ¿qué son y para qué sirven? Son aquellos alimentos que se consumen como parte de una dieta normal y contienen componentes biológicamente activos, que ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de sufrir enfermedades. Por lo tanto, alimentos naturales pueden ser también alimentos funcionales ’El tomate, rico en licopeno, es un alimento funcional maravilloso y no hay que añadirle ningún componente ‘extra’’, añade la experta.

No obstante, lo que el consumidor conoce como alimento funcional es un producto alimenticio al que se modifica tecnológicamente con un fin último: que la ingesta produzca efectos beneficiosos para la salud. En ocasiones se les elimina algún componente -como nutrientes energéticos en los productos light-, a otros se les añaden minerales o vitaminas (como los zumos enriquecidos en dichos nutrientes), o microorganismos vivos (probióticos); en otros casos se juega con la biodisponibilidad de alguno de los nutrientes, o bien se combinan todas estas alteraciones. Últimamente en el desarrollo de alimentos funcionales contra la obesidad se añaden componentes que intervienen en la regulación metabólica del apetito ( por ejemplo para generar saciedad) o que tengan efectos termogénicos (que aceleran el metabolismo) como las catequinas del té verde …

En España durante el año 2011 los consumidores se gastaron unos 3.000 millones de euros en alimentos funcionales. Los hay de todas las clases hasta completar una lista de más de 200 productos comercializados, casi todos ellos dirigidos al tránsito intestinal, pero también para reducir los niveles de colesterol, para disminuir el deterioro cognitivo o para prevenir el envejecimiento… La pregunta es ¿son necesarios los alimentos funcionales? La respuesta de Victorina Aguilar es que el consumo de este tipo de productos no es necesario si se ingiere una dieta saludable como la dieta mediterránea, con productos estacionales; se practica actividad física y no se consumen drogas.

Según Aguilar, una gran parte de los alimentos funcionales comercializados tienen como objetivo ‘vencer’ a la obesidad y todas las patologías que esta enfermedad conlleva como la hipercolesterolemia’.

La experta advierte, no obstante, de que el consumo de alimentos funcionales puede llevar a una grave confusión: ‘se tiende a pensar que, por el hecho de tomarlos se puede dejar un tratamiento farmacológico o comer de todo. Eso es completamente erróneo. Sirven, claro, como ‘ayuda complementaria’, pero nunca puede ser un sustitutivo de un medicamento o de una alimentación recomendada para una dolencia que esté tratando. En resumen, que alguien que tenga colesterol no puede tomarse el complemento lácteo rico en fitosteroles y luego comer de todo. Hay que tener cuidado, porque eso se está convirtiendo en un problema’.

¿Puede llegar un momento en que nuestra alimentación sea una forma de medicación? Pues parece que avanzamos irremediablemente hacia ese camino, que no es nuevo. Aguilar recuerda que Hipócrates ya recomendaba a sus pacientes que consideraran sus alimentos como medicamentos. ‘Siempre se ha utilizado la alimentación con fines preventivos y desde hace muchísimo tiempo también sirve de soporte al tratamiento farmacológico. Es más, en algunas ocasiones, cuando este último no es posible, se recurre a la alimentación como tratamiento’.