Cuando los árboles compiten, también ganan los más fuertes



Hay más de 50.000 especies distintas de árboles y aún se desconoce el por qué de esa diversificación. Pero lo que sí se sabe es que cooperan y compiten entre ellos, igual que otros seres vivos. Y en el caso de la competición, también ganan los más fuertes.

La revista ‘Nature’ ha publicado un estudio en el que participan el profesor Miguel Ángel de Zavala y la doctora Paloma Ruiz Benito (ambos, de la UAH), que explica cómo compiten los árboles en los bosques para asegurar su supervivencia y cómo, en esa relación, los que tienen más ventajas son los más robustos, los que tardan más en

Miguel A. de Zavala.
crecer y aquellos cuyas hojas son más densas. Efectivamente, estos tres rasgos funcionales ( la densidad de la madera del tronco de los árboles, la altura máxima que consiguen y la relación entre el peso y el grosor de las hojas) son clave a la hora de analizar la fortaleza de un árbol.

Zavala señala que el análisis de competencia entre árboles en bosques puede ser muy útil para establecer modelos que predigan cómo van a reaccionar los ecosistemas frente al cambio climático, y también tendrá aplicaciones útiles en ámbitos como la gestión y explotación forestal o la conservación de la biodiversidad.

-¿Cómo surge este estudio, profesor?
-Se trata de un estudio de sociología de la ciencia a nivel global. Surgió hace 7 años de una reunión en Cambrigde, donde pusimos en común las bases de datos sobre bosques que teníamos investigadores de todo el mundo. Se empezó a construir una red y de ahí surgió la colaboración entre unos 40 investigadores y grupos de investigación. Hemos puesto en común todos nuestros datos, con más de 140.000 parcelas de bosques y 3 millones de árboles analizados, y hemos creado un modelo en el que se pone en evidencia que hay tres rasgos funcionales básicos, ya mencionados, para identificar en todos los biomas (paisaje bioclimático) unas competencias muy determinadas.

-¿Cuáles son las especies más fuertes y cuáles las más débiles?

-Las especies que crecen más rápido después de una perturbación –un incendio, por ejemplo-, son especies con una densidad de madera baja y una altura alta y son menos competitivas. Sin embargo, las especies que tardan más en crecer y tienen una densidad de la madera alta, compiten en mejores condiciones. Digamos que, en este sentido, cumplen las normas globales de la economía: los fondos que son volátiles crecen más rápido pero tienen mucho más riesgos.

-¿Cuál es la aplicación más directa del estudio?
-En la Cumbre del Clima se ha puesto de manifiesto que una de las soluciones más fáciles para la mitigación del cambio climático es la absorción de carbono en los bosques y para ello hay que conservarlos, fomentar su expansión y evitar su aniquilación. El estudio nos va a permitir hacer modelos a partir de 3 rasgos fisiológicos simples, disponer de unas leyes fundamentales de cómo funcionan los bosques, cuánto carbono absorben, cuál es su dinámica o cómo responden a las perturbaciones.

-En el bosque mediterráneo, ¿cuáles serían los árboles más fuertes y cuáles los más débiles?
-En el bosque mediterráneo conviven dos prototipos: pinos y encinas, por ejemplo, y los matorrales. Todos ellos coexisten y sobreviven, a veces cooperan y otras veces compiten, pero forman una mezcla muy estable.

-Ante el cambio climático, ¿qué capacidad tiene el bosque mediterráneo para sobrevivir?
-En nuestro grupo de investigación estamos estudiando la respuesta a eventos climáticos extremos y las conclusiones apuntan a que son especies adaptadas a este tipo de impactos. El problema son los umbrales y otras distorsiones, como un régimen de incendios intenso. El objetivo es saber cuáles son los umbrales de tolerancia a la degradación para evitar que entremos en procesos de desertificación.

-Y mirando un poco más allá, ¿en Europa es necesario hacer una reestructuración de los bosques?
-Sí, en este momento estamos trabajando en una reestructuración de los bosques en Europa para adaptarlos a las nuevas necesidades. Se trata tener la base científica para rediseñar el paisaje europeo con el fin de que la biodiversidad dé servicio a los ecosistemas y cubra las necesidades de agua potable o de madera, entre otras, porque la solución no puede ser comprar agua embotellada o importar madera de otro sitio. Eso no dura para siempre.

-¿Se nos ha olvidado que el bosque también es fuente de riqueza?

-Economía y Ecología tienen la misma raíz lingüística, ‘oikos’. Y aunque no las tratemos de igual modo, el bosque puede ser también una fuente económica importante para su entorno y para las personas que viven en él.