El 13 de noviembre de 2002 se produjo en la Costa da Morte (Galicia) la catástrofe medioambiental más trágica de España. El buque Prestige, cargado con 77.000 toneladas de fuel, se accidentó y hundió posteriormente a unos 250

José C. Nieto Borge.

kilómetros de la costa, causando una marea negra que dañó unos 2.000 kilómetros de playas y costas del norte de la Península Ibérica y el suroeste de Francia.

Mucho se ha especulado sobre las causas de ese accidente, pero en el proceso judicial no se ha dirimido cuál fue la causa exacta del mismo y del posterior hundimiento del barco, aunque la última sentencia dio por probado que existió un fallo estructural del petrolero.

El estudio considera que las posibilidades de que esto ocurriera en ese momento eran ligeramente superiores a las habituales debido al estado de la mar, con olas muy altas y cruzadas.

En esta entrevista, Nieto Borge habla de este estudio, que trata de poner un poco de luz en un asunto del que el mar aún guarda muchos secretos.

-¿Qué es una ola gigante, profesor?
-Las olas gigantes han sido un mito hasta épocas recientes, pero ya se ha comprobado que son más habituales de lo que parece y algunas hasta han podido ser medidas. Se trata de olas más altas de lo que las condiciones medias del momento indicarían. Es decir, con olas de dos metros, una ola gigante puede alcanzar los cinco; pero con olas de 15 metros, la gigante tendría que medir más…Son olas que ‘roban’ energía a las que tienen a su alrededor, consiguen elevarse mucho y no descienden tanto como las ordinarias. La impresión que tienes cuando navegas es como si te enfrentaras contra un muro.

-¿Podemos confundir las olas gigantes con ‘tsunamis’?
-No, porque las olas siempre las genera el viento, mientras que los ‘tsunamis’ están provocados por movimientos de masas de tierra que mueven el agua. De hecho, los ‘tsunamis’ en alta mar no son tan peligrosos como en la costa y una ola gigante en alta mar sí lo es.

-¿Cómo surge esta investigación?
-Hace unos años yo trabajaba en la Agencia Espacial Alemana y había ocurrido el accidente del Prestige. En aquel momento estábamos investigando las olas y siempre nos surgía la duda sobre si había sido una ola gigante la que había causado el accidente, porque hubo en su momento mucha especulación al respecto. Ya sabíamos que la zona en la que se produjo la catástrofe del Prestige tiene un alto índice de olas cruzadas –olas procedentes del noroeste que se mezclan con las tormentas locales- así que empezamos a investigar, en colaboración con el Instituto Meteorológico Francés y la Universidad de Oslo, si en un tipo de mar cruzado son más o menos probables las olas gigantes.
Hemos estudiado las condiciones medias de las olas a partir de los vientos que soplaban en ese momento en la zona; qué tipo y tamaño tenían las olas individuales y la probabilidad de que algunas de esas olas fueran olas gigantes. ¿Qué conclusiones sacamos? Nuestros estudios de probabilidades concluyen que en el momento en que se produjo el accidente las probabilidades de olas gigantes eran un poco mayores que las normales. Pero independientemente de eso, lo que se pone en evidencia es que la situación del mar en ese era muy complicada, con olas cruzadas de unos 4 y 6 metros que viajaban formando ángulos de unos 90 grados.

-La Costa da Morte es uno de los entornos marítimos más peligrosos del mundo…
-Sí, es una zona de mar cruzado, con mar de fondo y mar de viento, y eso siempre entraña peligro. Toda la zona del Cantábrico, sobre todo entre Galicia y las Islas Británicas, es muy peligrosa, comparable con el entorno de Japón.

-¿Cuántos metros habría podido tener la ola gigante, de haberse producido?
- Según los cálculos que barajamos, unos 12 metros como mínimo. Cosa que entra dentro de lo posible en esta zona, donde puede haber olas de estas dimensiones en situaciones de mar cruzado.

-Usted sigue trabajando en olas gigantes, profesor
-En este momento estoy trabajando en un proyecto financiado en Noruega, que tiene como objetivo medir con un radar el tamaño de las olas individuales que se van aproximando a una embarcación, a una distancia de 2 kilómetros, para mejorar la seguridad de la navegación, ya que esto podría ayudar a prevenir situaciones de peligro.

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