Los suelos sanos, unos aliados silenciosos en peligro



La Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO) ha declarado 2015 como el Año Internacional de los suelos, con el lema ‘Suelos sanos para una vida sana’. Es una llamada de atención hacia un recurso no renovable que es esencial para nuestra vida.

La UAH se ha sumado a esta celebración con la exposición itinerante titulada ‘Los suelos y la biodiversidad forestal’, que se ha exhibido en el edificio de Ciencias Ambientales, patrocinada por la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo.

En esta entrevista, la profesora del departamento de Ciencias de la Vida, Asunción Saldaña, habla sobre la importancia de tener y mantener los suelos sanos.

-¿Qué es un suelo sano, profesora?

- Un suelo sano es el que funciona de manera adecuada. Los suelos sanos suministran los nutrientes esenciales, agua y oxígeno, así como el soporte para las raíces que nuestras plantas productoras de alimentos necesitan para crecer y prosperar. Por tanto, un suelo sano es fundamental para la producción de alimentos saludables. Los suelos sanos almacenan y filtran el agua; son el mayor almacén de materia orgánica y por tanto contribuyen a la mitigación del cambio climático y a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Además los suelos sanos contienen una elevada biodiversidad (mayor que la que hay por encima de él), esencial para mejorar la producción agrícola y para algo tan importante como es la producción de antibióticos.

-¿Cuáles son las principales amenazas para los suelos en este momento?

-Por un lado, la deforestación, impulsada por la utilización de madera y la expansión de la ganadería y las tierras agrícolas, que deja los suelos desnudos y expuestos a la erosión y, por otro lado, el crecimiento demográfico, ya que con una población mundial que se estima que superará los 9.000 millones de personas en 2050, la producción agrícola deberá aumentar en un 60% a nivel mundial y casi un 100% en los países en desarrollo. La cantidad de suelo per cápita está disminuyendo y por tanto habrá que ser más eficientes en su gestión.
Otro problema es la expansión en las ciudades. A veces se ocupan suelos que son fértiles, aunque habría que ocupar suelos ya degradados.
La contaminación y eliminación de residuos también incide en la calidad de los suelos: la sociedad actual desarrolla multitud de actividades que liberan al suelo elementos en muchas ocasiones tóxicos, que modifican sus propiedades.
Asimismo, el cambio climático está amenazando a los suelos; por un lado, afectará a su contenido en carbono y también a las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Por otro lado, un cambio en las pautas de precipitación podría intensificar la erosión de los suelos más vulnerables, que en muchos casos presentan ya de por sí un escaso contenido de materia orgánica.
Y, por último, prácticas de manejo del suelo insostenibles que llevan a la degradación física, química y biológica del suelo. Recientemente se ha publicado un artículo en la revista ‘Science’ que indica que algunas prácticas agrícolas son las principales causantes de la degradación de los suelos, como el riego con aguas de mala calidad o el cultivo mecanizado en terrenos con pendiente.

-¿Un uso sostenible del suelo puede salvarnos del cambio climático?
-Los suelos sanos pueden ayudarnos a mitigar el cambio climático al mantener o aumentar su contenido de carbono. Los cambios de uso del suelo (por ejemplo, la conversión constante de pastizales y bosques en tierras de cultivo) y el drenaje de suelos orgánicos (turberas) para la agricultura son responsables de cerca del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la restauración de suelos degradados y la adopción de prácticas de conservación del suelo pueden ayudar a disminuir la emisión de gases de efecto invernadero procedentes de la agricultura, mejorar la retención de carbono y aumentar la resiliencia (la capacidad del suelo para recuperar las funciones después de haber sido alterado) ante el cambio climático.

-Un gran porcentaje de los alimentos proceden del suelo y su degradación pone en riesgo la seguridad alimentaria…
-Se estima que el 95% de nuestros alimentos se produce directa o indirectamente en nuestros suelos. Para disponer de alimentos nutritivos y de buena calidad, así como de forraje para los animales, solo necesitamos tener suelos sanos. Por tanto, un suelo vivo y sano es un aliado crucial para la seguridad alimentaria y la nutrición.

-¿Cómo cuidamos los suelos en España? ¿Hay síntomas de ‘alarma’?

-El problema que se plantea en España, pero no solo en nuestro país, es que desde que un suelo empieza a degradarse hasta que esto se percibe cuando sus efectos son ya evidentes puede pasar mucho tiempo. A esto hay que añadir el hecho de que, a pesar de que en España tenemos una gran diversidad de suelos, no hay una cartografía detallada de suelos como hay en otros países. Entonces, si queremos tener suelos sanos necesitamos saber qué tipos de suelos tenemos y en qué condiciones están. Los problemas de erosión y desertización existen, pero los expertos no quieren dar cifras. Nuestro país tampoco cuenta con un inventario de suelos contaminados aunque en los últimos 20 años se ha realizado bastante investigación científica al respecto.