Miguel Rodríguez: ‘un investigador es un estudiante perpetuo’



El catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado, Miguel Rodríguez Blanco, acaba de recibir el Premio de Investigación Julián Marías, otorgado por la Comunidad de Madrid a investigadores de menos de 40 años.

Esta distinción valora ‘la relevancia de su obra científica en el campo de los estudios de libertad religiosa y su amplia trayectoria internacional, ya que colabora con algunas de las instituciones de investigación más prestigiosas en Europa sobre

Miguel Rodríguez recibiendo el Premio Julián Marías.
relaciones entre el Derecho y la Religión’.
Se trata de una recompensa y también, como él mismo señala, de una gran responsabilidad, ya que este premio ‘debe de servir de empuje para continuar afrontando retos y compromisos con la investigación y con la sociedad’. De momento, el ‘mandato’ está sobradamente cumplido.

-Profesor, ¿cómo se siente al recibir un reconocimiento que ningún otro joven investigador de la UAH había conseguido hasta ahora?
-Pues más que nada desconcertado. Ha sido algo totalmente inesperado. Primero porque no se trata de un premio al que puedas optar a título individual, es la institución, en este caso la UAH, o un grupo de investigación, quien te propone. Por tanto, para mí es un gran honor porque considero que estoy representando a mi Universidad: ante todo es un reconocimiento a la UAH, que es quien ha hecho posible que durante todos estos años haya podido dedicarme a la investigación. Y segundo, porque en un ámbito tan amplio como las Humanidades es muy complicado conseguir este reconocimiento. Supone una gran satisfacción y un gran sentido de la responsabilidad ante mi Universidad, porque esto es un gran espaldarazo para continuar investigando.

-Usted es un experto en Derecho Eclesiástico, ¿en qué está trabajando en este momento?
-Estoy cerrando un libro, que se publicará en el mes de marzo, titulado ‘Régimen Jurídico de Cementerios y Sepulturas’, un asunto que en España apenas había sido analizado, como sí ocurre en otros países como Francia o Reino Unido. En este trabajo trato de estudiar a fondo el contenido del derecho de la persona a recibir sepultura digna sin discriminación por motivos religiosos.
En el caso español, en torno al 50% de los cementerios existentes son propiedad de la Iglesia católica y esto es muy relevante si se tiene en cuenta que desde el punto de vista jurídico el cementerio es un servicio público de obligación mínima; es decir, todo ayuntamiento de España está obligado a prestar el servicio de cementerio a sus ciudadanos. Sin embargo, hay muchos municipios, sobre todo en el norte (Galicia, Asturias, Cantabria y las provincias de León y Palencia) en los que prácticamente el 90% de los cementerios que existen son parroquiales, es decir, propiedad de la Iglesia católica.
Esto contrasta con otro asunto de gran actualidad: la reivindicación de las comunidades islámicas a contar con una parcela propia en los cementerios municipales destinada exclusivamente a personas de religión musulmana. Se trata de una demanda que ha surgido hace unos 20 años y cada vez es más intensa.
En el libro estudio estas cuestiones: tipos de cementerios, los ritos y costumbres religiosas en torno a la inhumación, y la reivindicación creciente y problemática de las comunidades musulmanas a disponer de sus propios espacios en los cementerios municipales.

Miguel Rodríguez Blanco
-¿Y cómo está la situación respecto a esa reivindicación, que ‘salta’ de tanto en tanto a los medios de comunicación?

-En estos momentos hay unos 30 cementerios en España que han destinado parcelas para uso exclusivo de comunidades musulmanas. Solicitadas hay muchas más.
Las solicitudes tienen una justificación: según los ritos religiosos musulmanes los fallecidos deben ser enterrados todos juntos e, incluso, se exige que la parcela tenga un acceso independiente al resto del cementerio, ya que el ritual debe realizarse solo en presencia de personas musulmanas.
La dificultad de concesión estriba, por un lado, en que los cementerios están muy saturados y, por el otro, en que existe el problema de quién representa a la comunidad musulmana en un determinado territorio y, por tanto, es muy difícil llegar a un entendimiento. En una ciudad como Sevilla, por ejemplo, hay un número muy elevado de comunidades musulmanas, con su autonomía e independencia: ¿con cuál se pacta para que ninguna salga perjudicada?. Ese problema está entorpeciendo el acuerdo en muchos municipios. El libro, en este sentido, evalúa la creación de esas parcelas confesionales y da unas pautas de cómo se deben crear estos recintos de acuerdo a la legislación vigente, apostando porque el control público no se pierda para que se pueda dar satisfacción a todas las comunidades musulmanas (y, por tanto, a todos los ciudadanos) de un determinado lugar.
El libro, además, aboga por la creación de una norma a nivel estatal sobre el contenido y alcance del derecho a recibir una sepultura digna sin discriminación. Actualmente, todas las comunidades autónomas han publicado normativas propias de policía sanitaria y mortuoria en las que el tratamiento de los aspectos religiosos difiere de unas a otras. No tiene sentido que un derecho fundamental tenga contenidos distintos, dependiendo de la comunidad autónoma.

-¿Y qué proyectos tiene para este año que comienza?
-Acabamos de empezar a trabajar en un proyecto del Programa de Excelencia del Ministerio de Economía y Competitividad. Somos un grupo de 24 investigadores, del que yo soy investigador principal. En los próximos 3 años trabajaremos en el reconocimiento del derecho de libertad religiosa en las relaciones laborales.
Entramos en el ámbito jurídico privado y abordaremos aspectos problemáticos, como el ejercicio de la libertad religiosa por parte del trabajador, y aquí entraría todo lo relacionado con aspectos como el hecho de llevar un crucifijo o un pañuelo islámico en horario laboral y el tema de los días festivos. Otro aspecto será el de la autonomía de los grupos religiosos que son casi las únicas entidades, junto a partidos políticos o sindicatos, que pueden exigir respeto a su ideario ideológico o religioso. Asimismo, nos ocuparemos de los derechos laborales y sociales de los ministros de culto y los miembros de las órdenes religiosas. Sobre todo para saber qué ocurre cuando son expulsados de la institución o deciden abandonarla libremente.

-Profesor, el reto del que hablaba está más que cumplido a corto plazo…¿qué tiene la investigación que atrae tanto?

-Sí, nos esperan años muy intensos, y estoy muy satisfecho. Uno investiga por motivación personal, porque un universitario es un estudiante perpetuo que estudia por libre para poder dar la mejor docencia a sus alumnos; y también se investiga para mejorar la sociedad. En mi caso, el Derecho Eclesiástico es un elemento de controversia. Las disputas religiosas han teñido de sangre el continente europeo a lo largo de la historia. Por tanto, sentar unas bases sólidas sobre cuál es el tratamiento jurídico adecuado del hecho religioso contribuye a un mejor reconocimiento de la dignidad de la persona y también a una convivencia pacífica y a una verdadera integración social de todos los ciudadanos.

-De hecho, el elemento religioso está más presente que nunca en la sociedad, y prueba de ello es lo que ha pasado en Francia hace pocas semanas
-Sin justificar en ningún caso la violencia, es evidente que se trata de acontecimientos muy complejos, con muchas aristas, pero el elemento religioso está ahí. Creo que no se debe simplificar el análisis. Nadie duda de que los atentados son actos injustificables y que deben ser condenados con rotundidad, pero no debemos olvidar que ningún derecho fundamental es ilimitado, el derecho de la libertad de expresión tampoco. Y, por otra parte, el sentimiento religioso es un sentimiento protegido por el derecho, como muchos otros. Por ejemplo, no aceptamos sátiras sobre la discapacidad o la sexualidad, ni ataques a las personas por su diversidad funcional o su identidad sexual, pero parece que somos más tolerantes con las burlas hacia las creencias religiosas o la ofensa a los sentimientos religiosos. Tenemos que reflexionar seriamente sobre lo que está pasando y preguntarnos qué está ocurriendo para que grupos de personas se sientan atacadas, no comprendidas o no respetadas. El tema de los cementerios es un buen ejemplo: una persona que no pueda dar descanso a sus seres queridos conforme a sus creencias, y se vea obligada a repatriar sus cuerpos, nunca se sentirá integrada en una sociedad que no respeta a sus familiares ni en el momento de la muerte.

-¿Y cómo ve el futuro de la investigación en Humanidades, profesor?

-Soy optimista. Cuando empecé mi tarea investigadora, en 1997, las universidades españolas tenían muchos menos recursos de los que tienen ahora. Es indudable que la situación de crisis ha traído muchos recortes, pero no podemos caer en un pesimismo que nos lleve a la parálisis. La situación hoy es mucho mejor que la que había a finales de la década de 1990 y es mucho mejor que a principios de los años 2000. Tenemos que quedarnos con lo positivo para ir hacia adelante. Eso sí, no podemos ignorar las dificultades y debemos ser realistas. Desde mi punto de vista, hay una tarea pendiente: el diseño de una carrera investigadora que nos permita captar el mejor talento y garantizar la renovación de investigadores, porque en este momento hay pocos investigadores jóvenes, pocos doctorandos realizando sus tesis doctorales con ilusión y con perspectivas de futuro para convertirse en unos años en investigadores contrastados.